Hace ya unos cuantos años, cuando
vivía en el piso de alquiler con el Desequilibrado, en verano empezó
a oler mal en la escalera. Como allí vivíamos en una especie de
comuna todos los vecinos, nos dio por comentar entre risas que quizás
el vecino juerguista del ático se había muerto en una de sus
fiestas y estaba ahí pudriéndose y convirtiéndose en zombi. No sé
por qué, a la única a la que le preocupó esto seriamente fue a mí.
Quizás por mi miedo irracional a los zombis, quizás porque mi
cerebro era el más jugoso de aquel edificio de locos y era la única
que realmente podría perder algo valioso si el vecino volvía del
más allá a comérselo.
Sea como fuere, el vecino juerguista
resultó estar vivo y pasando unos días en Mondoñedo. El mal olor
procedía de casa de la vecina pirada del otro ático, que dejó un
montón de comida en el frigorífico antes de irse de vacaciones y
cuando saltaron los plomos de la casa se echó a perder. Ni qué
decir que cuando volvió de donde estuviera tiró el frigorífico
entero, procedimiento que se llevó a cabo a las tres de la mañana
con la ayuda del Desequilibrado y de mis amigos I y G. Yo de paso dí
una vuelta por la planta de arriba para cerciorarme de que no había
zombis. Por suerte, sólo había muchas moscas, que son asquerosas
pero no devoran cerebros.
Esta bonita anécdota viene a cuento de
que hace una semana empezó a oler mal el ascensor de mi casa actual.
Mal, fatal. Lo primero que pensé es que alguien había bajado una
bolsa de basura de esas chorreantes y había dejado un asqueroso
rastro, aunque no había huellas delatoras. El caso es que me metí
la nariz en la camiseta y recé para que aquello se disipara cuanto
antes. Cuando volví de mis quehaceres, aquello olía peor si cabe.
Así que al día siguiente, a la que fregué mi casa, le dí una
pasada al suelo del ascensor y eché ambientador. ¿Asunto arreglado?
Nada más lejos. La peste persiste día tras día. Para colmo me di
cuenta de que estaba sola en el edificio. Los Roncadores de enfrente
están fuera, Pregoneros del segundo también, la chica del perrito
estúpido del primero se fue hace unos días y el tipo de las muletas al que confundí con un ladrón también. O sea, que soy la guardiana
del muro. Y no hay nadie que saque la basura ni que pueda provocar
peste nada más que yo. Y yo no soy, os lo garantizo.
Durante días el olor me ha vuelto
loca. He limpiado y gaseado el ascensor con ambientador. He subido
por las escaleras esnifando cada puerta a ver si venía de algún
piso. Y nada. No parece que haya muerto ningún vecino ni que se
estén convirtiendo en zombis ni que se les haya estropeado el
frigorífico y su contenido se haya vuelto una lava primigenia de
fetidez.
Al final me dio por pensar que lo mismo
es que ha caído algo en el hueco del ascensor. Una paloma. O una
rata. O un ñu. Lo que sea. Algo que se ha muerto ahí y está
zombificándose y pestificando toda la comunidad. Pero claro, como no
hay vecinos, a nadie parece importarle el tema. Más que nada porque
desde el pueblo, la playa, Mondoñedo, o donde quiera que estén, no
se enteran de un carajo. Cualquiera explica a los de Dorne que en el
muro están luchando contra caminantes bancos. Así que una vez más
me veo sola ante los zombis sin que nadie esté dispuesto a ayudarme
a defender mi valiosísimo cerebro.
Por fin ayer por la tarde me encontré
con Pregonero del segundo, que por cierto es al que ataqué con una pinza. Estaba sacando algo del trastero y desde
una distancia prudencial me cercioré de que no fuera él el zombi.
Pero no, parecía bronceado y saludable. El muy cabrón. Le pregunté
si sabía por qué el ascensor olía así de mal. Un poco a
bocajarro, sí. El tipo se encogió de hombros y me contestó con
desgana.
- Ah, sí, ya. Eso es que alguien ha sacado la basura chorreando y...
- No, no es eso, ya lo he pensado y no puede ser porque no hay nadie en la comunidad más que yo.
- Bueno, pues habrás sacado la basura chorreando y...
- No, no he sacado ninguna basura. Lo primero es que lleva oliendo así una semana. Si fuera de sacar una basura ya se habría quitado. Lo segundo es que he limpiado y echado ambientador. Así que no.
- Pero es que huele a basura.
- A ver, huele a algo orgánico en descomposición. Pero no puede ser ninguna basura, yo he pensado que quizás haya caído una paloma y se haya muerto o...
- Yo es que más bien creo que es lo de la basura.
- Joder, que no. Que he estado sola en la comunidad diez putos días. Y si hubiera sido yo no te preguntaría. Además de que he limpiado, no sé si me estás escuchando. Tiene que haber caído algo o …
- Pero la basura... - dale perico al torno.
- Lo que hay que hacer es llamar al técnico del ascensor. - sentencio sin dejarle terminar. - Porque es insoportable. Así que llama y que venga y lo mire.
- Ya, sí, bueno. Pero es que es domingo.
- Llama mañana.
- Pero es agosto, igual no viene nadie.
- ¿Cómo que no viene nadie? Pagamos una burrada de seguro para que vengan por cualquier incidencia cualquier día las 24 horas.
- Ya, pero en agosto...
- Ni agosto ni leches, llama y les dices que vengan. Llamaría yo, pero tienes el teléfono tú, que eres el presidente y tienes los papeles de la comunidad. Así que llama. - me falta añadir “es una orden”
- ¿Y qué les digo, que ha sacado alguien la basura y...?
- ¡¡¡¡JODEEEEER!!!! ¡¡Que no es la puta basura, coño ya!!
- Pero si les digo que huele a basura y...
- Diles lo que te dé la gana. Pero que vengan y lo solucionen. Y como me vuelvas a decir lo de la basura, no respondo, que van veinte veces que te lo explico.
Con las mismas salí y di un portazo.
Qué difícil es hacerse entender con mongoloides de este calibre.
De verdad que no me extraña que no les
acojone el apocalipsis zombi porque esta gente no tiene nada que
perder ante el ataque de los come-cerebros.
Joder que vecinitos tienes. Pero permitame q insista , no será la basura
ResponderEliminarLa basura!! Claro, cómo no se me había ocurrido.
ResponderEliminarCoño y qué era????
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