Ayer fui al hospital a ver al usuario
que os contaba en el post anterior y salí hecha polvo. Estaba
cansado, apagado, le costaba abrir los ojos. Me conoció, sí, pero
seguía sin saber bien dónde estaba ni por qué. Le tuve que dar el
desayuno porque no tenía fuerzas para levantar la cuchara. Por un
momento, estuve a punto de rendirme. Mira, que se lo lleven a una
residencia. Que aguante lo que pueda y luego... que sea lo que tenga
que ser.
Pero luego, le estaba dando vaselina en
las piernas para que no le salgan escaras y me pasé la mano por una
cicatriz que tiene en la pierna. Creo que fue en enero que se cayó y
se hizo una herida muy fea. Durante meses se la tuvimos que curar a
diario porque aquello se infectaba y con el adiro que toma le
sangraba cada dos por tres y... una odisea. Pero se le curó. A
fuerza de insistir, ganamos la batalla a la herida.
Le seguí dando vaselina mientras la
cabeza empezaba a echarme humo de tanto pensar. Y cada vez que pasaba
la mano por la cicatriz, algo saltaba en mi interior. Hasta que como
soy yo, decidí intentarlo una vez más. Luchar un poco más. Un poco
más, venga, otra vez.
Así que me acerqué, le incorporé la
cama y le obligué a mirarme.
- Escúchame, - le dije. - Yo no te
voy a dejar. Pero tienes que poner de tu parte y espabilarte porque
si no, te van a llevar a una residencia. Si tú no quieres, me dejo
la piel para que no vayas, pero dame algo por lo que luchar.
Abrió un ojillo grisáceo.
- Al asilo no.
- Vale, al asilo no, pero entonces
te tienes que poner mejor, ¿lo entiendes?
Asintió un poco y volvió a quedarse
traspuesto. Por un momento pensé que pasaba de mí. La doctora me
había dicho que no estaba “tan” mal, pero que estaba bastante
apático y que eso no ayudaba. Así que creí que se estaba
rindiendo. Pero le zarandeé un poco y se lo repetí, porque
entender, entiende bien.
- No te voy a dejar, Usuario. De
verdad que no. No vas a estar solo. Te lo prometo. Tú ponte bueno y
yo peleo por ti.
Esbozó una sonrisa debajo de su bigote
blanco y me dio las gracias. Salí del hospital a punto de echarme a
llorar. Pensando qué iba a hacer al día siguiente cuando me llamara
la trabajadora social del hospital, qué le iba a decir. Cómo le iba
a explicar a todo el mundo del trabajo que me insisten en que le
incapacite y le lleve a una residencia que no, que no es como
entiendo mi trabajo, que creo en la libertad hasta las últimas
consecuencias y que si una persona prefiere morirse en su casa que
estar “bien” en una residencia está en su derecho. Y que yo
lucharé por ese derecho todo lo que pueda y un poco más. Pensaba en
que a veces me miran como si estuviera loca y me siento sola e
incomprendida porque obviamente, lo fácil es gestionar una resi y
hala, que se coma otro el marrón.
Pero hoy cuando he llegado estaba
sentado, con sus gafas puestas y las mejillas rosaditas. En cuanto me
ha visto me ha sonreído y me ha llamado por mi nombre. Le he
acompañado mientras comía. Él solo. Se lo ha comido todo. Se ha
quejado porque no le gusta el puré y estaba soso. Hemos charlado y
gastado bromas mientras comía y se reía. Me ha preguntado por la
gente del centro y le he dicho que todos le echamos de menos y que
tiene que volver. Se ha encogido de hombros.
- Pues claro, en cuanto me suelten
de aquí.
Le he vuelto a dar vaselina en las
piernas, en los hombros, en las zonas de roce y me he acercado a su
oreja:
- Te has echado un vecino gitano. -
el compañero de habitación.
- Bueno, pues que me cante algo de
Camarón.
He soltado una carcajada. Es un hombre
con un sentido del humor, a pesar de todo, que me sorprende.
He pasado con él la mitad de mi
jornada laboral, haciéndome salir más tarde y más cansada. Pero me
da igual. Que le jodan a los informes, al papeleo que se amontona y a
las reuniones pospuestas. Que le jodan al gerente y a su cara de
mierda cuando lo sepa. Que le jodan a todo. Yo creo que mi trabajo en
parte es esto. Es luchar mientras queda una oportunidad. Así que
antes de irme se lo he vuelto a decir:
- Que no estás solo. Que yo no te
voy a dejar. Te lo prometí ayer y te lo repito, no te voy a dejar
solo. Tú sigue poniéndote fuerte y yo no te dejo.
- Cuando te canses, pues me llevas a
un asilo. - me ha dicho en modo calimero.
- Yo no me canso. Si tú no quieres,
yo no te llevo a ningún sitio. Yo soy muy de pelear, así que por
eso no te preocupes.
- Se agradece.
Le he llenado de besos y me he ido,
después de pedirle a la enfermera que le pongan dieta normal y le
den algo más que purés. Y me he ido contenta. Si él quiere luchar,
luchamos. Si él quiere vivir, me encargaré de que sea a su manera.
Si a él le quedan fuerzas, a mí me sobran. He luchado incansablemente por cosas que merecían menos la pena, imagínate por mis usuarios. Así que no, no le voy a
dejar.
hoy le has encontrado mejor. a veces nos parece que una persona no reacciona de manera inmediata, pero luego ves que lo que le has dicho no ha caído en saco roto. el apoyo es fundamental. todos necesitamos un empujón alguna vez, y más aún esas personas mayores tan frágiles...
ResponderEliminargenial por ti. besotes!!
Cuánta vida tienes. Qué bueno que estés ahí.
ResponderEliminarEn este mundo hace falta más gente como tú. Llevo leyéndote hace tiempo y hoy te lo tenía que decir. Eres de admirar. No dejes que nada te cambie.
ResponderEliminarHacéis un gran dúo. Tus usuarios tienen mucha suerte de tenerte :)
ResponderEliminarAyyy que lloro.
ResponderEliminarEl mundo necesita mas gente como tu.
No te conozco no se quien eres pero te lleno de besos virtuales por tu buen hacer.
Guapa.
Él (y todos nosotros) sabemos que no lo vas a dejar. Así que ya sabe lo que le toca: ponerse bueno porque a ti a cabezota no te gana nadie (deberías ser Tauro, nena). Besotes!!!
ResponderEliminarEres genial!Más gente como tú hace falta. Besos
ResponderEliminarAins, que suerte tienen de tenerte. Yo pienso como tu. Aún me pesa el caso de una usuaria( en este caso con enfermedad mental), que como cumplía 65 quisieron meterla en una residencia. Ella no quería, estaba acostumbrada a andar a sus anchas por el pueblo y era muy independiente, aunque a veces tenía conductas complicadas. Pues bien, al final, pese a mi negación como su educadora, la dirección decidió enviarla a una residencia y se murió en una semana...Buff, fue de los momentos más duro de mi vida profesional.
ResponderEliminarAsí que pelea todo lo que puedas, que la vida de una persona, bien lo merece. Bicos