El otro día me volvieron las ganas de
escribir en el blog. Así, de repente.
A pesar de que ha mejorado desde el
momento absurdo en el que me encontraba en el último post, sigue sin
gustarme este verano.
Mi madre está bien, le hicieron la
prueba y no sabemos nada de los médicos, lo que es buena señal
porque si encuentran algo, te llaman rápido. Lo mejor que te puede
pasar con los médicos es que te ignoren y no tengan interés en
verte.
Yo encontré trabajo enseguida. Eso
es... bueno. A ver, sí, es bueno. Pero joder. Dos años seguidos sin
vacaciones. Sin una semanita de descanso, de relax, de playa, de
montaña, de amigos, de lo que mierda sea. Dos años sin quedada
completa con los blogger. En fin. Mal por ese lado. Pero bien por eso
de comer y ganarme la vida y blablablá.
El caso es que el otro día iba
conduciendo el coche de empresa entre dos pueblos de la zona del
Corredor del Henares. Es una zona fea, industrial, gris y donde le
puedes rascar la tripa a los aviones que despegan. No me gusta. Pero
de repente, según iba conduciendo un coche que no es mío y en el
que no termino de encontrar el punto al asiento, me dio la rayada de
que parecía que iba a ver el mar en el horizonte. Como cuando vas
de viaje a la playa y de pronto empiezas a sentir esa humedad cálida
de las zonas de costa y casi hueles la sal. Que de pronto notas que
el verano tiene sentido y que todos esos kilómetros en coche han
valido para algo. Y sigues conduciendo y de pronto, al tomar un
desvío o tras una curva, aparece. Y ves el mar, azul y brillante de
fondo.
Pues algo así. En mitad del Corredor
del Henares. Con los aviones zumbando sobre mi cabeza. Con el coche
ese que se para en los semáforos y arranca por arte de magia cuando
pisas de nuevo el embrague. Y sin llegar a ver nunca el mar de fondo,
claro.
Pero de repente me apeteció contarlo.
Me apeteció escribir y decir que casi pude oler el mar en mitad de
Madrid, de la rutina y la contaminación.
me alegro mucho de que tu mami esté bien. y de que tengas un nuevo trabajo. ojalá te dé muchas más alegrías que tristezas.
ResponderEliminarmolaría estar desplazándose por madrid y alrededores, y de repente teletransportarse a la costa. podría ser un relato fantástico. :)
besos!!
Pues me alegro de que los médicos estén ignorando a tu madre y de que hayas recuperado las ganas de escribir. Yo sigo a media máquina pero sin desaparecer del todo. Qué verano más raro... Jajajaja. Muchos besotes!!!
ResponderEliminarDiagnóstico: necesitas playa.
ResponderEliminarSolución: hazte una escapadita en el primer puente o finde largo que puedas cogerte. Parece poco, pero por experiencia propia, aunque solo sean dos o tres dias, a veces es necesario y compensa.
Besos