martes, 16 de julio de 2013

Viaje con Flumi... 1

Mis amigos y yo tenemos tendencia al humor absurdo. Eso hace que nos hagan gracia las cosas que nos pasan. Lo que no sé es si fue antes el huevo o la gallina y nos hacen gracia porque nos pasan o nos terminan pasando porque nos hacen gracia. En fin, menos mal que nos da por reír.  
En el viaje con Flumi nos pasó de todo, como era de esperar.
Para empezar, nos perdimos de camino. Teoría: se suponía que él sabía llegar. Y que lo había mirado en google maps. Y que estaba todo controlado. Realidad: viajamos de noche, no conocíamos una mierda del camino y nos cayó una tormenta de esas que asustan.
Tras dos horas de conducir bajo rayos y truenos que acojonaban al más pintado, llegamos a Palencia. Y no, no teníamos que llegar a Palencia. Teníamos que acercarnos solamente. Pero. Y no conseguíamos encontrar el camino hacia donde íbamos. Paramos en una gasolinera a repostar y de paso pregunté al señor que atendía. Empezó a darme instrucciones confusas estilo “das la vuelta aquí donde la fábrica de harina y cuando llegues a la retonda, giras pacá, luego recto, luego pallá y luego ya si eso verás un cartel o algo.” Cojonudo. Como mi cara debía ser un poema, otro tipo que había en la gasolinera hablando con el dependiente decidió ayudar y tuvimos la siguiente conversación:

-         No hombre no… - dijo el señor garrulo oriundo de Palencia que estaba allí. – No le indiques por ahí que es más largo… que baje por la calle del Mauro y salga por abajo, donde el Zapatones.
-         ¿Y ese es el camino fácil? – pensé en alto.
-         Sí, mira, tú bajas por aquí hasta la retonda. – y dale con la “retonda”. – Y luego giras pacá y luego recto y luego pallá…
-         Sí, eso me ha quedado claro. – como los cojones de un grillo de claro.
-         Y entonces llegas a la calle del Mauro. – apuntó el otro.
-         Ajá. Sí, gracias. Han sido de mucha ayuda.

Volví al coche y miré a Flumi.

-         Tío, tenemos que ir por la calle del Mauro.
-         ¿Quién?
-         Ni idea, pero está cerca de donde el Zapatones.
-         Perfecto.

Extrañamente, después de tan claras indicaciones, nos perdimos de nuevo. Y tras preguntar a un telepizzero con idénticos resultados, preguntamos de nuevo a un tipo en una furgoneta que se ofreció a que le siguiéramos, puesto que llevaba el mismo camino que nosotros. Bien, por fin algo con una remota posibilidad de éxito. El tipo nos llevó callejeando (imaginamos que por donde el Mauro) hasta la zona del río. Y luego, bajo una tormenta increíble en la que era imposible ver más allá de tus narices, se metió por una carretera de puta mierda comarcal llena de curvas y a través del campo. Yo traté de concentrarme en seguir al tipo de la furgo y en no salirme de semejante calzada.

-         Bien, ahora hay dos opciones. – dijo Flumi. – Que el tío este nos mate y nos descuartice o bien que nos matemos siguiéndole y nos convirtamos en los chicos de la curva.
-         Tronco, no jodas.
-         Vamos a morir.
-         Lo sé.

Y entonces empezamos a gritar como dos memos mientras nos partíamos de risa.  Nos mirábamos, gritábamos y nos reíamos en un extraño bucle. Por suerte llovía tanto que el tío no podía vernos por el retrovisor. Si lo hubiera logrado, habría pensado que los psicópatas éramos nosotros y nos hubiera dado esquinazo de alguna manera.
Una vez llegamos al sitio que pretendíamos, Flumi me dijo que claro, que lo había preparado todo en plan romántico para ir con Lerda.

-         Lo único raro – añadió – es que la mujer me dijo que a estas horas ya no estaba, así que nos iba a dejar la llave de la habitación debajo de una maceta.
-         ¿Cómo dices?
-         Sí, una maceta que hay al lado de la puerta. La llave está detrás de la pata izquierda. – concretó.
-         Eh…. Bien, sí. Lo más normal.
-         Así que puede que haya unos okupas en la habitación. O podemos volver otro fin de semana al azar y buscar debajo de la maceta para ver si hay suerte.
-         Estupendo.


Curiosamente, la llave estaba ahí esperándonos. Y la habitación era preciosa, como el resto del hotel. Así que fue todo una suerte. Al final las cosas terminan por salirnos bien. Pleno románico palentino, pleno centro de sitio histórico y un hotel encantador. Si ni por esas se hubiera frungido a Lerda, es que la cosa está perdida. Como por desgracia iba conmigo, nos dormimos pronto. Y sí, yo odio el frío y la lluvia. Pero eso de dormir tapada con una manta en pleno mes de julio se agradece. Y mucho. 

7 comentarios:

  1. Es lo malo de pedir indicaciones, que cada uno te dice lo que quiere y como quiere...
    Míralo por el lado bueno: al menos llegasteis! xD

    Bss
    Tunneando Blogger: Cosas molonas (y gratis ^o^ ) para tu blog
    .
    Lovely Homes Design
    .

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  2. Yo también echo de menos dormir tapadita. Aunque por aquí hay días que todavía se puede. Nos vas a contar más no? Biquiños!

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  3. Jjajajajajajajajajajajajajjaajaja!!! A mi me pasó algo parecido yendo a Mérida! Me encantan los señores de pueblo que piensan que todo el mundo conoce a los vecinos del pueblo! JAAJajajajajajajaajajajaja! Por cierto, no llevabais móvil con internet chiquillos..??!!

    Un besito!

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  4. me apunto al siguiente viaje... me la suda no estar invitada a la boda!! jajja... y prometo cumplir y no estudiarme el google maps para no romper la tradicion!! lo de la maceta me ha mataooooo

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  5. Jajaja. Cuando leí por Twitter lo de la llave me quedé de una pieza...

    Las indicaciones en los pueblos siempre son de traca. Me acuerdo cuando fuimos a Olmedo con mis amigos y nos dijeron que teníamos que girar al llegar a la Casa del Coño, tal y como suena...

    Besotes!!!

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  6. A mi me da algo si hay tormenta y estoy en el coche... y luego me da otro algo si me indican como te indicaron a ti... jajajaj

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  7. Ahí, ahí, a la aventura!! Esas historias son las que después recuerdas con más cariño (?) Sin duda, el papel estelar del señor palentino ha sido en mejor, sin menospreciar vuestros gritos de psicópatas jajaja

    Un beso!!

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