A veces, como dice Sabina el mundo es
sórdido y ajeno. Otras, sólo es ajeno. Para mí al menos. Siempre
he tenido la sensación de vivir en otro plano diferente y ver la
vida pasar por delante como el que observa un documental. Quizás me
resulta complicado integrarme de verdad, quitarme las capas, las
corazas y hasta la propia piel y quedarme en carne viva ante las
situaciones para que me calen muy dentro.
Quizás la historia empezó en el
colegio, donde como ya os he contado, mis compañeros me odiaban. Y
yo me acostumbré a estar sola, a ir a mi aire, a dejar que el tiempo
pasara para irme de allí. La mejor amiga que tuve (a pesar de que
desde pequeñas ya me hizo cosas chungas) me traicionó feamente en
la adolescencia, grabándome a fuego la idea de que la amistad,
quizás como el amor, sólo es eterna mientra dura.
En el instituto fui feliz. Me podía
juntar con quien quería, nadie me trataba mal, nadie me insultaba,
nadie me marginaba a propósito y se reía de mí. Las chicas eran
simpáticas e incluso gustaba algunos chicos. Picoteé de un grupo a
otro, de unos amigos a otros, de unos planes a otros. Estaba
fascinada. Y no sé si por ese querer abarcar más de lo que podía
apretar o por mi reticencia aprendida durante la década del colegio
o simplemente porque tengo un carácter así de jodido, en realidad
no llegué a intimar con casi nadie. Mucho amigo, mucho jiji-jaja,
mucho plan de billar, de bolos, de cosas adolescentes, pero cuando
llegué a la universidad fui perdiendo el contacto con casi todos
ellos. Y no me sorprendió. Lo tomé como parte del proceso vital
normal.
En la universidad, más de lo mismo.
Tenía un grupete de amigos, una especie de club social donde pasar
el tiempo en lugar de ir a clase y algunas amigas con las que salía
los fines de semana. Pero nunca me sentí parte de ellos. Mi facultad
era muy perroflauta, muy rasta y pelo en sobaco, muy botellón y
porros en el parque. Casualmente me encontré al Ross, empezamos a
salir y su grupo sí que me hizo sentir en casa. Encontrar a los
satánicos fue como envolverme en una cálida manta tras un
chaparrón que me hubiera calado hasta los huesos. Ellos son ese
lugar en el que me desnudo y me fundo con el ambiente. Ellos son ese
sitio cálido donde me siento en casa.
Con el Ross me pasa eso mismo, pero
elevado a la enésima potencia. Aunque he querido a otras personas,
el Ross siempre ha sido mi hogar. A veces, sólo escuchar su voz me
baja el nivel de pulsaciones. Él me calma y me sosiega, me
reconforta, me da una extraña paz de que por mí misma carezco. Y
siempre había pensado que era porque él era muy tranquilo y me lo
sabía contagiar.
El domingo por la noche, a las tres de
la mañana, estaba en la cocina recogiendo los vasos que habían
quedado tras la visita de unos amigos. Habíamos charlado, reído
recordando anécdotas y visto fotos adolescentes de aquellas en
papel. Cuando salí de nuevo al salón, el Ross estaba dormido en el
sofá. Siempre he admirado su capacidad de caer en coma en segundos.
Me acerqué, le hice una caricia y le dije que fuera a cepillarse los
dientes, que nos íbamos a la cama. Abrió una rendija de sus ojillos
verdes y me dijo “jo, es que cuando estás tú me duermo muy
tranquilo. Cuando vivía solo no me pasaba tanto, pero aquí estás
tú y sé que todo está bien, así que me da una paz... que me quedo
tan relajado que me duermo.” Me eché a reír. Pensé que yo era
incapaz de inspirar tranquilidad. Sin embargo su madre me dijo hace
un tiempo que yo era la única persona en la que él confiaba. Y el
Ross ha dicho muchas veces que sólo conmigo es él de verdad.
Quizás, hasta él que es un enigma ha encontrado un lugar donde
despojarse de todo lo que le envuelve.
A lo mejor, sólo a lo mejor, ésto es
el amor. El amor entre amigos, el amor entre una pareja. A lo mejor,
y sólo a lo mejor, éste es el lugar al que pertenezco y al que
tenía que llegar. A lo mejor, y sólo a lo mejor, aquí es donde el
mundo deja de ser sórdido y ajeno.
Ayyyy, qué bonitoooo. No sabes cuánto me gusta leer esto. Un besote y disfruta, guapa, que te lo has ganado.
ResponderEliminarGracias :)
EliminarPrecioso. Un beso
ResponderEliminarGracias! :)
Eliminarqué bien que os deis tanta paz mutuamente. quizá estabais destinados a encontraros. eso se valora sobre todo después de haber pasado por etapas de la vida más frías afectivamente...
ResponderEliminaren mi universidad la gente era muy fría, cada uno iba a su bola. mi madre me dice que habría sido peor que fueran gente conflictiva, de los que montan huelgas y te señalan si no te unes a ellos y cosas de esas... pero como yo eso no lo he vivido, pues se queda en una mera hipótesis. yo me quejo de lo que he conocido y de lo que puedo hablar. :D
besos, naar, preciosa entrada!!
Estábamos destinados a reencontrarnos más bien, jeje.
EliminarMi facultad sí era de las de huelga y tal, pero no era tan conflictivo como lo pintas y desde luego para mí fue bastante más divertido que en las que era el rollo que tú cuentas. Cada uno lo vive de una manera :)
El mundo es ancho y ajeno, es un hermoso libro y el autor es Ciro Alegria.
ResponderEliminarLo apunto, igual Sabina cogió la idea de ahí.
EliminarAyssssss, qué cosa más preciosa.
ResponderEliminarPienso igual... es ahí... el punto donde está la paz...
Yo soy muy de "cuéntame algo hasta que me quede dormida..." A veces no hace falta ni la voz, ni las caricias... es solo eso... La presencia.
Yo necesito en general que me den paz porque yo soy un caos y si no me calman, es horrible. Pero no es tan fácil de encontrar.
EliminarTenía un montón de posts tuyos por leer pero por fin ya me he puesto al día y aquí estoy para decir que qué bonito lo que escribes y que sí, que debe ser eso y que me identifico un montón con lo que dijo el Ross. Te confesaré una cosa mú tonta... a mí no me cae bien el Ross. Es asín. Desde que empecé a leerte hace años lo que sabía de él era que era alguien a quien tú querías mucho y por el que habías sufrido. Y nada, que eso me era suficiente para crucificarle. Cómo se atreve, haberte hecho daño a ti (no soy imparcial, no, soy proNaar). Y ahora claro, leo los posts y me digo que igual es majo el chaval si se te ve/lee tan bien :)
ResponderEliminarSé que el Ross no es santo de tu devoción, jaja y además me alegro, claro que tienes que ser pronaar, sólo faltaría!! Lo que pasa es que a veces yo me he desahogado contando mi versión, obviamente. Que él ha hecho cosas mal, claro. Y yo también. Lo importante es dejar el pasado atrás. Y Te garantizo que si vieras cómo le quiere Ron, cómo duerme en sus brazos y supieras lo mucho que le gustan los gatos y cómo cuida a los callejeros que hay en su trabajo, te caería mejor :)
EliminarEstáis encantados xDDD
ResponderEliminarSeeeeeh :D
EliminarQue bonito!!! Y sí mi niña, no te quepa duda que eso, es el amor. Sentir, como bien has dicho, que él es tu hogar. Me encanta!
ResponderEliminarAy, qué bonito. Y qué suerte tienes. Y cómo me alegro :)
ResponderEliminarMil gracias :)
Eliminarohhh que bonito, has encontrado tu otro yo! Pocas veces ocurre asi que aprovechalo a tope.
ResponderEliminarlo sé, tengo suerte :)
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