Un día me levanté y me di cuenta de
que 17 años eran suficientes. Ya me había vengado de todas las
peluqueras del mundo. Y me corté el pelo. Así de fácil, así de
complicado, así de estúpido y así de profundo.
Mil veces he contado que me
traumatizaron a los 15 con un corte infame. Y para arreglar el
despropósito, tuve que cortar más y aquello terminó siendo el
verano de calimero porque yo iba por ahí con un pelo tipo casco en
la cabeza. Y fue peor cuando llegó el invierno y con la humedad eso
se encrespaba y crecía a lo ancho y yo parecía una seta. Horrible.
Y aunque pareció una puta eternidad,
pasó. Y el pelo me creció. Volvió a ser suficiente para hacerme
coleta y poco después me llegaba a media espalda. Y cuando cumplí
los 18 tenía mi hermosa melena rubia por la cintura otra vez.
Gracias a Dios.
El problema es que desde entonces,
apenas había cambiado de peinado. Flequillo sí, flequillo no,
capas, blablá. El pelo a la cintura siempre. Por debajo de media
espalda como muy corto. No soportaba la idea de tenerlo más corto
que eso. El pelo me daba una extraña seguridad en mí misma, me
hacía creerme más guapa, más fuerte, más femenina, más yo qué
sé.
Recuerdo que una vez, cuando aún
estaba con el desequilibrado, la hija de satanás de su madre (que
era peluquera) me cortó más de la cuenta justo antes de la boda de
Amigachica. Casi la mato. Recuerdo su tonito burlón cuando me dijo
“puedes llorar si quieres”. Y le respondí que no estaba triste,
estaba cabreada. Y mucho. Porque la hija de puta me lo había cortado
más, mucho más de lo yo había dicho porque me tenía rabia. Allá
y se pudra, por cerda.
Después, como efecto rebote, me lo
dejé aún más largo. Hasta la cadera. Tipo Pantoja en su juventud.
Todo el pelo del mundo me parecía poco. Lo necesitaba.
Ahora ya no. Llevaba tiempo rumiando la
idea, estaba harta de verme igual, harta de tanto pelo, harta de ser
sólo pelo. Y durante el verano cada día he estado harta de la
melena tan larga, harta del calor que me daba, harta de peinarlo,
harta de recogerlo, harta de estar harta. Esperé a la boda de
Primamediana porque bastante tenía con lo mío como para añadir más
estrés, pero a los dos días de volver, fui a la peluquería y le
dije a la chica que me cortara. Le tuve que insistir por tres veces
porque me había cortado muy poco, se ve que me tiene miedo. Pero yo
no lo tenía. Más, corta más, no te preocupes. Por fin estaba
segura, por fin no necesitaba el pelo, por fin era libre de él.
Reconozco que me gusta el pelo largo,
sí. Y reconozco que siempre encontraba motivos para no cortarlo. No
sé qué evento, la boda de fulano, ahora no que estoy triste, ahora
no que estoy contenta. Los últimos dos o tres años no me lo cortaba
porque se me metió en la cabeza la sumamente estúpida idea de que
quizás, si me casara, me gustaría llevarlo largo. Pero este verano,
por un par de razones que no vienen al caso, me miré en el espejo y
me planté cara. A ver, mongola, ¿pero tú realmente vas a casarte?
Y me tuve que responder que no. No, rotundo y definitivo. No. Y la
última excusa estúpida para no meterme la tijera cayó al suelo y
se rompió en mil pedazos.
Ahora llevo una melenita por debajo de
las clavículas que me gusta bastante. Es manejable, es cómoda, no
es lo bastante corta como para sentirme calva, y creo que hasta me
favorece. El pelo me lo ha agradecido, lo tengo más sano. Y yo misma
estoy contenta porque ya no dependo tanto de él. Ya no soy ni creo
ser sólo pelo. Ahora puedo ir mona o ir hecha un desastre sin que
ello dependa al 100% de mi melena. O al menos sin que yo lo piense
dentro de mi locura.
Y diréis, qué importancias más
tontas se da esta pava por haberse cortado el puñetero pelo, que lo
hace todo el mundo. Ya, ya lo sé. Es que no es eso. Es que es
cuestión de que he superado algo, de que me he hecho más fuerte y
más madura y más adulta. He dejado de necesitar algo externo y
absurdo para sentirme segura. Y he dejado de ser sólo pelo. Ahora
soy yo. Y me siento extrañamente más fuerte y más libre por
haberme deshecho de eso que supuestamente me infundía seguridad.
Porque no soy Sansón. Mi fuerza no viene de lo mucho que cuelga mi
trenza. No necesito llevarla tan larga que un príncipe trepe por
ella.
Ya no soy sólo pelo. Ahora el pelo es
sólo pelo.
no sé por qué las peluqueras tienen la manía de cortar más de lo que les pides. mi madre a veces se ha cogido unos rebotes por ese motivo...
ResponderEliminarseguro que estás guapa tanto con el pelo largo como no tan largo. y todos tenemos nuestras barreras psicológicas particulares.
La mayoría de las peluqueras son esbirros de satanás. Menos mal que encontré una que es un primor.
EliminarY las barreras están para saltarlas o al menos intentarlo :)
El pelo es sólo pelo... me gusta tu reflexión. Yo con lo finito que lo tengo no me imagino tenerlo por la cintura y menos aún por la cadera... Creo que has hecho muy bien, te habrás quedado en la gloria.
ResponderEliminarUn beso
Gracias! Es toda una reflexión sobre el pelo, jajaja.
EliminarYo es que tengo un montón y encima bastante fuerte, lo que no puedo es llevarlo muy corto porque se pone indomable! :)
Pues felicidades, lo que para unos es proeza para otros es cotidiano y viceversa. Yo me lo corto una vez al mes y tan contenta.
ResponderEliminarMe ha sorprendido que seas rubia!!! Siempre te imagino morena.
Un beso
Cada uno tenemos nuestras taras, jeje, la mía es el pelo.
EliminarHombre, no soy rubia platino tipo sueca, pero sí entro en la categoría de rubia. Y con los ojos azules. Creo que lo había dicho más veces :)
Lo de los ojos sí, pero el pelo le había pasado desapercibido porque para mi eras morena, je.
EliminarUn beso
Yo, ahora que te he puesto cara, te digo que eres preciosa, super guapa y tengas el pelo como tengas (y por mucho que le joda a gente como tu ex suegra) serás preciosa siempre. Sube foto y así te veo.
ResponderEliminarYo también me lo voy a cortar en un par de meses, llevo tiempo sin cambiar. Estoy esperando porque quiero donarlo, y necesito que llegue a 20 cm para ello, creo que ya he llegado de sobra, pero prefiero asegurarme, ya que corto, que sirva de algo.
Besotes guapisisísima
Yo intenté donarlo, pero como lo llevaba muy capeado no pude, sólo la capa de abajo era más largo (30 y tantos) pero era muy poca cantidad. Me dio mucha pena, pero bueno.
EliminarY mil gracias por los piropos :)
Jo, a mí me pasa al revés, siempre he tenido el pelo champiñón y me pregunto cómo sería eso de llevarlo a lo Pantoja por la cintura. A tí te quedaría bien hasta una bolsa del súper a modo de tocado, meg.
ResponderEliminarBesazos!
Jo, a mí me pasa al revés, siempre he tenido el pelo champiñón y me pregunto cómo sería eso de llevarlo a lo Pantoja por la cintura. A tí te quedaría bien hasta una bolsa del súper a modo de tocado, meg.
ResponderEliminarBesazos!