jueves, 20 de abril de 2017

Cerca y lejos

Yo soy de la generación de Espinete. Crecí con él, con don Pimpón y con Chema el de la panadería. Crecí con Barrio Sésamo, con el conde Draco que siempre contaba todo mientras los número iban apareciendo. Con Epi y Blas y sus charlas nocturnas. Con Gustavo, el reportero más dicharachero. Y con Coco y sus explicaciones. Me encantaban. Me siguen pareciendo geniales, de hecho.
Sin embargo llevo unos días que me ha dado por pensar. Coco se equivocaba en lo que era “cerca” y “lejos”. Son conceptos más complejos que aquí y allí.

Me he hecho una cuenta de skype. La mayor parte de la gente que quiero está lejos, aunque les sienta cerca. He aquí mi dilema con Coco. La mayor parte de la gente con la que tengo ganas de hablar, con la que comparto cosas, con la que me apetece comunicarme, está a muchos kilómetros de distancia. Mar, Pimiento, Tomate y el Niño Chico, en Granada. Key en Londres. Otros en Sevilla, en Córdoba o en Asturias. Y me jode pasar meses sin verles la cara. Porque el wasap mola, y casi cada día tengo algún mensaje que me alegra, pero no es lo mismo. Así que ando a tortas con la tecnología para poder decirles que hola, que estoy aquí, tan cerca como internet me permite. Y me gusta oír su voz en mi salón, enseñarles a mis gatos y verles gesticular. Y así, no les siento tan lejos.
Mis amigos de aquí están más o menos cerca. Cerca en el espacio. Pero siento que poco a poco nos vamos distanciando y ya no son cinco o seis paradas de metro las que nos separan. Ellos están casados. Tienen hijos o están intentando tenerlos. Y su mundo y el mío se van alejando más y más. No pasa nada, es la vida, es normal. Da pena, pero es normal. Les sigo queriendo, claro. Cómo no les voy a querer. He compartido con ellos los años más felices de mi juventud, mis mejores anécdotas, las noches que cantamos a la vida en borracheras, los partidos de rugby que saltamos de alegría y los días tristes que nos apoyamos unos a otros. Les quiero, pero les echo de menos. Y aunque suene extraño, cuando nos juntamos, cuando más cerca estamos porque compartimos salón o restaurante, más les echo de menos. Porque no son los que yo recuerdo. Son gente que conocí, pero que ya no conozco. El matiz temporal del verbo juega malas pasadas. Y es que Reichel es madre. Tiene un crío de 10 meses y está embarazada del segundo. Austri tiene dos niñas. Bombita está casado. Y Nacho está casado y buscando un niño que se resiste a llegar. El único que se mantiene más o menos como siempre es Flumi, pero trabaja tantas horas que se hace muy difícil verle sin prisa. Y yo me siento ahí, tratando de no convulsionar entre el griterío de los mocosos y me aburro soberanamente. Esa gente, que hace unos años era la más divertida que podías encontrar, ahora me resulta soporífera. Miro al infinito mientras hablan de pañales, papillas o comidas en trozos, de dientes, gateos o tipos de carritos. Y por el amor de Dios, me aburro tanto que creo que me voy a morir. Incluso cuando dejan sus temas aburridos y me preguntan, no sé qué contarles. Porque en realidad, no tengo nada que decir. Apenas saben qué hago con mi vida, no saben mis problemas cotidianos, no les interesan mis apuros para llegar a fin de mes o mis tribulaciones de no saber qué coño hago con mi vida. Porque ellos, todos, ya saben lo que hacen y lo que van a hacer en el futuro. Saben que van a seguir criando a sus hijos, que se van a casar en un año, o dos, que simplemente seguirán pagando su hipoteca y cambiarán su coche por un monovolumen para que les quepan su montón de pequeños llorones. Y yo ni quiera sé si mañana me levantaré a desayunar o me quedaré en la cama con los gatos porque la noche de antes estuve escribiendo hasta las 5 de la madrugada.
Por eso estamos lejos. Muy lejos. A años luz.
Por suerte la tecnología, con la que me une una antipatía mutua, me salva el culo. A veces me lo pone difícil, como para hablar con Key, a la que me deja bloquear pero no aceptar como amiga. Pero aún así, lo conseguimos. Y hablamos y sabe más de cómo me siento que mis amigos de Madrid. Y sabe, con la entonación de un “bien”, que no estoy tan bien y que no puedo hablar libremente del todo porque ya no estoy sola como al principio de la conversación. Y puedo hablar con Mar, y hacer planes para el verano y preguntarle por lo que hizo la semana pasada. Puedo coger el móvil y decir a mis niñas-cabras que estoy pasando una racha de mierda y reírnos de ello. Puedo decirle al Niño Chico que me apetece gritar y llamarle para desahogarme. Puedo, como tantas noches, tener alguien ahí, cerca, para no sentir que el mundo se derrumba y que no le importo a nadie. Y bendita sea la (por otra parte estúpida) tecnología.
Puedo venir aquí y contar lo que siento y saber que la distancia es algo muy relativo.


11 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que la distancia es algo muy relativo.
    Pero hay que hacer algo con los amigos de siempre: por una parte, te preguntan y no sabes qué decirles, asumes que no les interesa. No tiene por qué ser así. Yo tengo 3 hijos y mi mejor amiga cero. Ella lleva una vida similar a la que teníamos hace 20 años, quitando q por trabajo viaje, acaba de volver de pasar 2 años en Londres. Y me interesa su vida, y me sigue metiendo chapas telefónicas o presenciales, según nos pille, de dos horas sobre lo que piensa o lo que siente. Es la madrina de mi hija pequeña y yo agradezco infinito que ninguna de las dos tuviera prejuicios a la hora de seguir relacionandonos aunque nuestras vidas no tengan nada que ver.
    Por otra parte, también veo importante que con los amigos de siempre se haga alguna quedada sin hijos. No siempre se puede y muchas veces, la mayoría, nos juntamos con toda la patrulla. Pero alguna vez tiene que ser sólo adultos, para poder hablar, beber y tocar otros temas imposibles con la tribu de los Brady correteando por el medio.

    No se si con tus amigos es factible o no, las dos cosas que propongo. Pero intentarlo mujer, cuenta tus cosas y organiza alguna quedada sin churumbeles. Igual te sorprendes y no han cambiado tanto. Criar hijos no bloquea toda la mente no cambia la personalidad, aunque ocupa tanto espacio que desde fuera pueda parecerlo ;)

    Un beso, Naar

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    1. sé que tienes razón y que hay que cuidar y tratar de no perder las amistades antiguas, y yo lo intento, pero hay veces que se hace complicado porque es una cuestión de comunicación y nosotros la hemos perdido un poco. No es cuestión de que asuma que no les interesan mis problemas, es que como cada vez nos vemos menos, no sé qué decirles, porque ¿qué les cuento? ¿hasta donde me remonto para explicar algo? Y hago el esfuerzo, pero me cuesta mucho y hay cosas que no me apetece contar para una vez que nos vemos de pascuas a peras.
      De todas formas la vida da muchsa vueltas, igual ahora estamos más distanciados pero en unos años nos volvemos a encontrar, quién sabe...
      Respecto a los niños es complicado, ellos ahora están siempre muy liados, muy ocupados con ellos porque son pequeños y se hace muy difícil verles a solas, por lo que comportarse como adultos es casi imposible. Pero repito, ya veremos en unos años :)
      Un beso!

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  2. ¡¡¡Hola!!! Yo también crecí con Barrio Sésamo.
    Es que hay gente que cuando tiene hijos solo habla de eso, en mi caso, como fui mami muy joven y los demás no tenían hijos, cuando nos veíamos las conversaciones eran "más adultas". Además ya se da por hecho que mis hijos son los más listos, los más guapos y los más de todo, como los de los demás, para qué hablarlo lo poco que nos vemos si salta a la vista, jejeje. Ahora en serio, prefiero hablar de otras cosas, las anécdotas de pañales ya se las contaba a mi madre y a mi suegra, con el resto hay más conversaciones.
    Besos y el skype es lo mejor del mundo, yo hablo con gente que está lejos y que de otra forma seguramente habría perdido el contacto.

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    1. Yo tengo amigas de todo tipo, que las hay que no son nada pesadas, al contrario... pero hay algunas que son un coñazo maternal andante, la verdad. No sé cómo no se aburren de sí mismas porque a veces creo que se han olvidado de toda la vida que tuvieron antes.
      Me alegro mucho de que tú no fueras así :)
      Un beso!

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  3. bueno, también forma parte de las habilidades sociales el saber hablar de temas comunes que -en la medida de lo posible- interesen a todos los que están reunidos y que no hagan sentir excluido a nadie.
    algunos compañeros de la universidad que acabaron la carrera unos pocos meses antes que yo, cuando les hablaba de las asignaturas que me quedaban y del proyecto, mostraban un desinterés y un desdén absolutos, como si fuera algo ajeno a ellos, cuando ellos estaban pasando por lo mismo hacía nada. qué gente más estúpida, por dios.

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    1. Bueno, es que hay gente que directamente es maleducada. Mis amigos no llegan a ese punto, sólo son pesados :D
      Un beso!

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  4. Yo también crecí con Barrio Sésamo y creo que son únicos e irrepetibles. La distancia es una putada pero gracias a la tecnología se consigue combatir bastante bien. Yo también he tenido etapas en que me sentía perdida y sola en mi ciudad y quería estar en el punto X del mapa. Ahora me siento mejor, es como que de un tiempo a esta parte me he reconciliado con mi ciudad.

    Es normal que si no estás en el mismo punto que tus amigos te sientas así, aunque tampoco hace falta ser monotemático y hablar sólo de hijos, bebés y pañales.

    Un besito

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    1. Bah, es que estoy en una etapa un poco así en general, pero tampoco tengo claro que estaria mejor en otro sitio, yo estoy muy, muy arraigada a Madrid y me gusta a pesar de sus cosas malas.
      Mis amigos han empezado a casarse y tener hijos desde hace muy poco y están con la ilusión del momento y eso les hace estar muy monotemáticos, espero que les pase un poco, porque los que tienen las dos niñas están bastante más calmados con el asunto...
      Un beso

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  5. Estar lejos nunca fue una opción para este singular grupo que hemos creado. Hemos estado cerca estando muy lejos; siempre lo estaremos. Te quiero.

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    1. Cerca es bien. Y estemos donde estemos, será cerca. Yo también te quiero :)

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  6. La verdad es que la gente tiene hijos y yo se que absorben mucho pero toda su vida pasa a girar entorno a ellos, yo siempre he intentado luchar por no monopolizar una conversación con eso y es muy importante, por que a pesar de que tu vida cambia radicalmente cuando eso ocurre hay que empatizar con quien tienes al lado; lo importante es que a pesar de todo tienes gente que lejos o cerca te quiere y se preocupa por ti. Un beso.

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