Siempre estuve de acuerdo con que el
mejor pecado es la pereza porque te impide cometer ninguno más. Por
eso tengo menos reparos en entregarme a la pereza que a ningún otro
pecaminoso acto.
La verdad es que durante mis años
mozos la lujuria sacudió mi vida en varios momentos. Y doy gracias
por ello. También es verdad que tengo tendencias iracundas, pero se
van igual que vinieron. Con la gula y el orgullo me pasa lo mismo,
que no suelo cometerlos mucho, pero cuando me da, me da fuerte. Es
decir, no soy de mucho comer ni le doy demasiada importancia a la
comida, pero una noche igual se me cruza el cable y estoy lamiendo
nocilla directamente del cuchillo hasta que veo el fondo del bote. Y
no suelo ser orgullosa, no me cuesta pedir perdón, no me cuesta
admitir mis errores, me gusta hacer autocrítica y soy consciente de
mis muchos fallos, pero el día que digo “por ahí no paso”, no
me apea del burro nadie.
Sin embargo, para mi gusto, uno de los
peores pecados capitales es la envidia. Y yo, por suerte, no lo
tengo. A mí me da igual la vida de todo el mundo, lo que cada uno
tenga o gane o haga. Me importa un rábano que fulana sea más guapa,
más alta, más delgada o más lista. Yo estoy muy ocupada con mi
vida como para pensar en la de nadie ni compararme con la vecina. Y
no soporto a la gente ostentosa, que le gusta mucho aparentar, que se
regodea en lo bien que le va o en lo que tiene sólo para darte en
las narices y para que todo el mundo le tenga envidia. Más que nada
porque suele ser gente que lo hace porque ellos mismos son envidiosos
y se crea una especie de carrera a ver quién gana a más imbécil. Y
no lo soporto.
Total, que me ha dado por pensar en
todo este rollo de los pecados porque últimamente me ha atrapado la
pereza. Estoy muy vaga. No tengo ganas de nada. Todo lo dejo para la
semana que viene que igual tengo más tiempo. Y es mentira, mentira
podrida. Porque cuando pasa la semana, vuelvo a decir que para la
siguiente y así estamos ya a mediados de abril y yo con cosas
pendientes desde febrero. Diría que es la astenia primaveral, que me
tiene baja de ánimos, pero tampoco es del todo cierto ya que estoy
empezando ahora con alergia y a dormir mal, pero llevo haciendo lo
mínimo desde hace dos meses.
Que no tengo excusa, que soy una
pecadora de la pradera.
Y bueno, admito que lo mismo me pasa
con el blog. Que no es que no tenga cosas que contar. Que no es que
no tenga tiempo por las noches como siempre para sentarme a
actualizar un rato. Que no es que me haya dejado de gustar escribir.
Es sólo, pura y llanamente, que me da pereza. Y que digo “ya lo
haré mañana” y el mañana nunca llega. He pensado incluso en
cerrar una temporada, en tomarme vacaciones blogueriles, pero luego
sé que si lo hago, al día siguiente de cerrar, me van a dar unas
ganas inmensas de escribir, un deseo irrefrenable de contar chorradas
y voy a escribir tres post en una noche y me voy a sentir
profundamente estúpida. Así que de momento, sólo vamos a esperar a
ver si me sacudo la pereza o me fundo definitivamente con el sofá y
así no tengo que levantarme nunca más.
Y por cierto, el tema de los pecados es
un recursos literario para contar algo. Los comentarios religiosos,
metafísicos, profundos o serios se pueden ir a un sitio donde vayan
a ser mejor apreciados que aquí.
me ha encantado el último párrafo, eres mi ídolo. :D
ResponderEliminara los envidiosos se les ve el plumero rápidamente.
espero que no cierres el blog, aunque por lo que cuentas ya veo que no lo harás. ;)
en cuanto a la lujuria, cuando éramos adolescentes y estábamos con las hormonas revolucionadas, los que estudiamos en según qué tipo de colegios, teníamos que estar confesándonos todos los días. 3:)
besos!!
Qué buena eres Naar, da gusto leerte, tanto por el fondo como por la forma.
ResponderEliminarYo tampoco le doy a la envidia, somos afortunadas porque los envidiosos sufren lo más grande. Al resto de pecados le doy con alevosía, en el top: orgullo y gula. Soy lo peor.
Un beso hermosa
Totalmente de acuerdo... De todos los pecados, la envidia es el peor de todos. Es el que saca lo peor que hay en nosotros, nuestro insano afán por competir, por demostrar que somos mejores que otros. Y, al final, ¿para qué? Bah.
ResponderEliminarY por la pereza no te preocupes, porque siempre estaremos esperando un post tuyo en el momento en el que la inspiración te visite.
Besazos.
Lo de la carrera a ver quien a ser más imbécil me encanta XDDDD
ResponderEliminarMmmm, o sea, ¿que no me puedo poner intenso-metaforo-filosófica con el tema, so pecadorrrrra?
Jajajaja mancantao!! La envidia nunca me ha atacado en demasía pero la gula y la pereza... madre mía, ay días que si lo pensase diría: me muero ahora mismo y voy al infierno por pereza... o gula... y me da por reírme la verdad.
ResponderEliminarUn besito y espero que si veces la pereza, avisar;)
Jajaja, yo creo que los tengo todos menos la envidia, es más, es que me cuesta entenderla. A ver, una cosa es que uno esté enfermo, sin casa, con hambre y todos los males y tenga envidia a una persona sana, con dinero y feliz. Pero en circunstancias normales no la entiendo. Si una es más lista y guapa que yo yo a lo mejor soy más feliz, he tenido una infancia mejor o simplemente me dedico a mis cosas sin competir, y no me importa que alguien viaje más, o tenga más cosas o su marido sea un clon de Brad Pitt. Ayyyy ya tengo yo bastante con lo mío como para preocuparme de los demás.
ResponderEliminarLa de la gula es mi perdición, menos mal que no suelo engordar pero aún así sé que no es bueno, mismamente este puente me he pasado que no veas, dulce, salado, frío, caliente... y era por gula. La lujuria...pues eso que nos hemos llevado.
Y la pereza me está atacando últimamente, no me apetece hacer muchas cosas, especialmente cosas de casa, creo que si no tuviera animales limpiaría cada mil años, ellos me obligan, jejeje.
Besos, me ha encantado el post.
Naar dejate de hostias de vagerias y perezas varias y ponte a escribir que molan mazo tus movidas, y yo soy muy cotilla, ya sabes. un besazo
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