La otra noche estuve un rato hablando
por wasap con mi amigo el poli. Cuando paso un rato así, charlando
de gilipolleces y haciendo bromas, se me olvida que ese tío va de
uniforme y lleva pistola. Casi me parece que es una persona normal.
Ahora en serio, sé que los policías
son personas. O eso dicen ellos. El caso es que mis encuentros con la
pasma siempre son tan surrealistas (aquí, aquí y aquí) que me
hacen dudar. Uno de estos encuentros me ocurrió las pasadas
Navidades.
No recuerdo exactamente qué día era,
pero estaba en pleno meollo de las fiestas porque fui a hacer algo a
casa de mi madre, luego tenía que ir a casa de mi prima Amai a dar
de comer a los gatos y la jerba porque ella estaba de viaje con la
familia y luego tenía cena-compromiso con no sé quién. Total, que
toda mona yo, empecé mi periplo de quehaceres y aparqué en una
calle estrecha de un solo sentido. Hice lo que fuera que tenía que
hacer y al salir, me encuentro un coche de bomberos atravesado un
poco más adelante y dos coches de policía en mitad de la calle
aparcados al lado del mío, por lo que no me dejaban salir. Gruñí
un poco y me asomé al epicentro de aquella molestia.
Al parecer una abuelilla que vive en un
bajo no está muy bien de la cabeza y se había dejado un grifo
abierto o algo parecido, por lo que había montado una piscina en
pleno diciembre. La situación parecía más que controlada, así que
me arriesgué a acercarme y pedir que me dejaran salir. Había un
policía cuarentón con bigote y pinta de pocos amigos y otro
jovencito y con cara de aburrido, que inmediatamente se convirtió en
mi objetivo. Puse mi mejor cara de inocente y le sonreí.
- Hola... Oye, ¿esto va para mucho rato? Es que tengo ahí mi coche y me quiero ir, tengo un poco de prisa.
- Pues no sé.
- Ya, es que vuestro coche está tapando el mío.
El poli joven se fue a preguntar al
poli bigotudo. Hasta aquí bien. No había dicho nada incoherente, no
había preguntado por los pantalones de velcro, no le había pedido
que se sacara la porra. Lo estaba haciendo BIEN. Así que me confié.
- Mira, que dice mi compañero que va aún para rato, que uno de los coches no se puede mover y los bomberos tampoco, pero si quieres saco el otro y damos marcha atrás para que salgas por el otro lado de la calle.
- Vale.
- ¿Te atreves a ir marcha atrás?
- Yo me atrevo con todo.
- ¿No te da miedo?
- La única marcha atrás que me asusta es la que te puede dejar preñada.
Vale, ya la hemos liado. La tercera
frase y ya la había cagado, a pesar de que sigo pensando que fue
culpa suya por provocarme. Por eso no me gusta hablar con la policía.
Por suerte el chaval se echó a reír y me dijo, que venga, que salía
él antes y yo le seguía marcha atrás. Íbamos caminando hacia el
coche y entonces me di cuenta de la trampa:
- Oye, no me vas a multar por ir marcha atrás toda la calle, ¿verdad? Que los policías sois muy... - me di cuenta que por muy majo que fuera igual no era apropiado lo que estaba pensando. - muy... muy ya sabes. Muy como sois.
- ¿Ah sí? ¿Y cómo somos?
Intenté pensar algo, pero el chaval
tenía veintipocos, era guapo, tenía un cuerpazo y me estaba mirando
con media sonrisa cabrona.
- Pues ya sabes... policías.
- Te prometo que no te multo.
Decidí no decir nada más a pesar de
la de cosas que se me estaban ocurriendo porque yo otra cosa no, pero
ocurrente en estas situaciones soy un rato.
Me monté en el coche, puse las luches
porque al ser diciembre ya estaba oscuro, saqué el coche cuando él
hubo echado hacia atrás el suyo, metí la marcha atrás y entonces
me di cuenta. No me iba a multar por ir marcha atrás... me iba a
multar por tener un faro trasero fundido. Valoré la posibilidad de
darme cabezazos contra el volante, pero ya había demostrado mi
desequilibrio mental suficiente por esa noche, así que salí de la
calle rezando para que no se diera cuenta o para que siguiera
pensando que era lo bastante simpática como para pasarlo por alto. Y
en caso de duda, me haría la tonta. Por suerte, fuera por la razón
que fuera, no me dijo nada. Cuando llegamos al principio de la calle,
desde donde podía salir ya, paró, me dijo adiós con la manita y me
guiñó un ojo. Pues bueno, mira, lo que sea. El caso es que me fui
de rositas y por supuesto, aún no he cambiado el faro.
En fin, que sí, lo admito, hay
policías majos. Los menos, pero los hay.
Jajaja, al leer lo de la marcha atrás en el título me estaba temiendo lo peor.
ResponderEliminarA mí nunca me pasan estas cosas, ni polis guapos ni ná, solo lo que ya conté de la foto de mi madre.
Besos.
Jajaja me estoy triscando de la risa con tu frase jajajaja, en tu defensa diré que te lo puso a huevo.
ResponderEliminarUn besito
Jajaja me estoy triscando de la risa con tu frase jajajaja, en tu defensa diré que te lo puso a huevo.
ResponderEliminarUn besito
menos mal que tenía sentido del humor, jeje. dar marcha atrás no lo veo yo de las cosas más problemáticas en la conducción. otro tipo de marcha atrás, ya es otra historia. :P
ResponderEliminarlos diálogos son de novela chick lit (en el buen sentido del término). insisto en que tienes que dedicarte a escribir! ;)
besos
Jajajajajaja las movidas que te pasan con los polis
ResponderEliminar¿En serio le dijiste eso? Jajajaja. Eres mi heroína.
ResponderEliminarQué majo el hombre. Hay algunos que son muy agradables, aún me acuerdo del que nos deseó suerte a mis compis y a mí cuando estuvimos pitando en la puerta de la empresa con nuestras pancartas. Jajajaja. Besotes!!!
jjejejej que majo... si es que en el fondo seguro que son buena gente pero han de marcar las distancias así como los jueces de Masterchef :)
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