Soy una defensora de Twitter. Me gusta
mucho la idea de plasmar pensamientos cortos, inmediatos, chorradas,
chistes, fotos, ideas más o menos profundas. Pero últimamente se
está echando a perder por culpa de la sociedad absurda que estamos
montando.
Uno de los problemas de hoy en día es
que las redes sociales e internet, que en sí mismas pueden ser cosas
maravillosas, han dado pábulo a toda clase de gilipollas. Y todo el
mundo cree que su opinión es súper importante, súper interesante y
que DEBE ser escuchada y respetada. Y bueno, todo el mundo tiene
derecho a una opinión. Lo que pasa es que tu opinión puede ser una
gilipollez, puede no interesar a nadie o puede ser que nadie te la
haya pedido. Y tú la puedes dar, claro. Pero atente a las
consecuencias. Y tu opinión no es más importante que la del resto.
Eso es algo con los que deberíamos contar todos.
No sé si me explico.
El problema de Twitter ahora mismo es
que tú dices “Me estoy comiendo unas cerezas” y habrá mil
comentarios, unos que digan “qué ricas” y otros que digan “no
me gustan las cerezas”. Y vale. Lo feo empieza cuando llegan los
que te exigen que dejes de comer cerezas porque son lo peor y que
comas manzanas. Lo que dicen que no estás pensando en los pobres
agricultores que recogen cerezas por un sueldo mísero. Los que te
dicen que las cerezas vienen de Extremadura y que si has visto el
documental de las Hurdes. Los que te dicen que claro, tú comes
cerezas tan tranquilo mientras en África la gente se muere de
hambre. Los que te dicen que ya que estás comiendo cerezas, les
enseñes las peras. Y los que te llaman nazi de las manzanas porque
prefieres las cerezas. Y a ti se te quitan las ganas de comer cerezas
y de vivir así de golpe.
El otro día se montó polémica porque
una madre dijo que su niño desayunada garbanzos. Que yo ya dije lo
que opino de los pesaos de la nutrición que tanto abundan hoy en
día. Y hoy se ha montado polémica porque hay gente a la que le
gusta operación triunfo y otros a los que no. Y yo no entiendo por
qué hoy en día nos empeñamos en que a todo el mundo le tenga que
gustar lo que a nosotros y además les aleccionemos para que hagan
las cosas como a nosotros nos gustan.
A mí no me gusta operación triunfo. Y
no lo veo. Así de sencillo. Porque hay muchas cosas que no me
gustan. No me gustan los pelos de colores tipo mi pequeño pony que
se llevan ahora. No me gustan los botines con los dedos al aire. No
me gustan los cachopos, ni las espinacas, ni el ajo, ni la quinoa. No
me gustan los pantalones hasta los sobacos, ni las deportivas
fluorescentes, ni los abrigos de pelocho. No me gustan los iphone, ni
las tablet, ni las consolas de videojuegos. No me gusta el rap, ni el
reguetón, ni la música electrónica. No me gustan muchas cosas.
Pero no las hago, no las compro, no las veo, no las como. PUNTO. A
quien le guste, que lo haga. Y que me deje en paz con lo mío como yo
les dejo en paz con lo suyo. De verdad que no veo el puto problema.
No veo qué parte no se entiende del “vive y deja vivir”.
Pero no, hoy en día te comes una
galleta y vienen venticinco personas a decirte que no son sanas y que
tienen azúcar. Porque al parecer tú eres imbécil y crees que las
galletas son sanas y frescas, recién recogidas del venerable árbol
galletero. Que ya sé que tienen azúcar, pero a lo mejor, a lo mejor
eh, me quiero comer una galleta sin que me la amargue nadie. Y
además, mira, que me dejes, pesao, que te vayas a pastar ya que la
hierba es sana. Que luego los mismos que se te echan encima por una
galleta se toman tres copas de vino, o un gintonic, o comen fritos
cuatro días en semana. Déjame comerme mi puta galleta, cojones,
déjame en paz. Que no he pedido tu opinión, ni me interesa, ni
quiero escucharla, ni nada de nada. Déjame vivir. Vete a darle tu
discursito a quien te quiera escuchar, que por cierto, no soy yo.
Pero no, hoy en día es imposible hacer
nada sin que aparezca un opinólogo de debajo de una piedra para
decirte que lo estás haciendo todo mal. Y esos opinólogos
profesionales, que yo creo que invierten todo su tiempo en buscar
cosas con las que no están de acuerdo para criticarlas, se
vanaglorian de decir que “sólo están dando su opinión” como si
eso fuera bulo para abrir su bocaza y escupirte toda su mierda. Eso
sí, ya te cuidarás mucho de responder, de opinar distinto o de
contradecirles, que se te cae el pelo. Porque ellos tienen derecho a
dar su opinión siempre, por y para todo, pero no escuchan jamás, no
quieren saber nada que no les baile el agua y no aceptan el más
mínimo atisbo de flexibilidad. Porque poseen la verdad absoluta. No se dan cuenta de que las opiniones son como los culos, que todos tenemos uno, pero los que nos dan asco son los de los demás. Que creemos que l nuestro está bien, pero los demás apestan. Y que por mucho que lo blanquees, seguirá siendo un culo. Y a
mí esa gente que cree que su culo importa más que el resto de los culos no me gusta. Me gusta menos que los pelos de pony, los
pantalones ochenteros y el reguetón juntos. Y con eso os hacéis una
idea.
totalmente de acuerdo, hoy día todo el mundo opina sobre cualquier cosa, como si fueran verdades absolutas.
ResponderEliminaryo duermo con una luz de noche como los niños porque me incomoda mucho la oscuridad. una vez alguien me sermoneó con el gasto eléctrico y me dijo "espero que tu luz sea de bajo consumo".
y cuando dices que te has comprado un libro y te hacen sentir un derrochador diciéndote que ellos no compran libros, sino que los descargan o los sacan de la biblioteca o lo que sea... pero luego se gastan mucho más dinero que tú en otras cosas.
besos!!
Hola!
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo contigo.
Lo de vive y deja vivir no está de moda y es una pena.
Gracias por compartirlo
no hay un día en que no me incendie por alguna "opinión" que leo por allí, lo que me digan no me importa, pero cuando veo que la gente con ideas que creíamos desterradas se encuentra, se valida y se envalentona me da pánico.
ResponderEliminarSiguiendo con tu símil... es como cuando ves que es moda pintarse de colores de pequeño pony los pelos del culo xD
Yo estoy de opinólogos ya hasta las narices. Sobre todo porque estas discusiones en Twitter suelen terminar en un intercambio de insultos en plan "tú eres tonto" "pues tú más" dignos de patio de colegio.
ResponderEliminarDicho esto, tengo que admitir que adoro los pelos de pequeño pony y que si pudiera dejarme el pelo largo y tuviera dinero y tiempo para andar manteniendo eso, me lo haría sin dudarlo. Pero no dejes de hablarme por esto. Jajajaja. Besotes!!!
Desde luego que por qué no hará la gente lo que le salga de las narices y dejará al resto en paz??
ResponderEliminarBesitos
Opino (con perdón) que has escrito un artículo estupendo que ya le gustaría firmar al Marías.
ResponderEliminarUn saludo
Recuerdo ese post sobre la señora que le daba garbanzos a su hijo de verlo en Facebook (no tengo Twiter). A mi lo que me chirrió fue la frase "Mi hijo no sabe lo que es una galleta" o algo así.
ResponderEliminarPero como tú dices, quién soy yo para decirle nada a nadie... así que pasé olímpicamente y seguí a lo mío.
Un saludo.
Iba a comentar que me encanta este post y me he reido mazo, y como mi opinión como mi culo es muy importante para la sociedad lo dejo aquí escrito. Un beso Naar
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