Trabajar todo el día con gente que
está enferma, que es muy mayor o que es joven pero está fatal te
abre mucho los ojos. Porque algunos somos afortunados y nos creemos
que eso es lo normal. Que levantarse y estar sano y vivo y que los
tuyos estén ahí, sanos y vivos es lo normal. Y no. Es lo esperable,
lo deseable, lo ideal. Pero no algo que dar por supuesto, que dar por
seguro. Es una suerte y hay que agradecerlo todos los días.
El otro día estuvo el hijo de un
usuario hablando conmigo en el trabajo. El hombre ha entrado hace
poco, es bastante joven (se acaba de jubilar) y está bastante
malito. No voy a dar explicaciones, obviamente, pero unas cosas se
han complicado con otras y tiene un tumor en el cerebro. El hijo me
decía entre lágrimas que sólo quería que su padre volviera a ser
el mismo, el hombre inteligente, conversador, cariñoso y alegre que
era hace unos meses. Las otras dos compañeras que estaban en el
despacho y yo intercambiamos una mirada fugaz. Porque sabemos que eso
seguramente no ocurra.
Anoche cuando vi a mi padre le abracé
un poco más de lo normal. Le abrazo mucho y le intento ver casi
todos los días y hablamos mucho y todo eso. Pero ay. Anoche le
miraba y pensaba “qué joven y qué guapo está todavía mi papá.”
Además a mi padre la noche de Reyes le gusta mucho, así que estaba
especialmente contento. No es por los regalos, ni por que por fin se
termine la locura navideña. A mi padre le gusta porque él cree en
los Reyes Magos. Siempre cuenta que cuando era pequeño iba al banco
donde trabajaba mi abuelo y los veía en sus tronos, le daban
caramelos y un juguete. Luego en casa le dejaban más cosas, sobre
todo calcetines, que mi padre siempre los rompe, un pijama, algún
chocolate... Y aunque los otros niños de su barrio le decían que
los reyes no existían, él no hacía caso ¿Cómo no iban a existir
si él iba a la sede del banco y los veía en sus tronos, con sus
capas de colores, sus coronas y le daban caramelos y juguetes? Y creo
que aún, a los sesentaypocos, lo sigue pensando.
Muchos años más tarde, mi padre fue
Rey Baltasar en la cabalgata de Pueblodelsur. Fue raro, porque mi
padre era rubio (ahora tiene el pelo blanco) y tiene los ojos verdes
muy claros, pero pocas veces le he visto más feliz y con una sonrisa
más grande que aquella en la cara tiznada de negro. Iba subido a su
pequeña y humilde carroza de pueblo, tirando caramelos y dando
juguetes, pasando por las casas de los niños más pequeños del
pueblo y devolviendo un poco de toda aquella ilusión que le dieron a
él aquellos reyes que le cogían sobre las rodillas en la sede del
banco.
Aquél día que mi padre fue Rey
Baltasar yo recuperé la fe en ellos Reyes Magos. Era adolescente,
había pasado la crisis de “me han mentido porque los reyes no
existen” y mantenía que si alguna vez llegaba a tener hijos no les
haría creer en esas cosas. Creía que lo sabía todo. Creía que
siempre se es joven y guapo y sano. Tenía abuelos jóvenes,
bisabuela en estupendo estado y padres de la edad que tengo yo ahora.
Y pensaba que eso era lo normal y que sería así siempre. Ahora sé
que no. ahora mi bisabuela no está, mis abuelos son muy mayores y la
yaya ha pasado las navidades malita con un catarro fuerte. Yo no soy
tan joven ni tan guapa ni creo que sepa nada. Y cada día voy a mi
trabajo, que me encanta, pero en el que veo cosas muy duras. Veo
gente con la cabeza totalmente perdida que no reconoce a sus propios
hijos. Veo familias tristes porque su madre huye de ellos porque son
desconocidos y la asustan. Veo hijos que lloran en mi despacho porque
su padre no es el mismo y de repente está enfadado y no habla y se
queja porque sufre dolores y no saben cómo ayudarle. Veo cosas que
rompen el corazón. Así que vuelvo a casa y veo a mi padre y a mi
madre aún jóvenes, sanos y guapos y quiero abrazarles y parar el
tiempo, no dejar que envejezcan ni que enfermen ni que dejen de ser
nunca mis papás.
Cada año en la noche de Reyes busco en
mi memoria para acordarme de aquellos años en los que yo era pequeña
y mi padre me supo trasmitir toda la ilusión que él tuvo de niño a
pesar de mi escepticismo natural desde que era una mocosa. Sigo
rebuscando y me acuerdo de mi padre vestido de Baltasar repartiendo
caramelos y juguetes por Pueblodelsur tan feliz, tan lleno de
ilusión, con sus ojos claros en la cara pintada de negro. Y entonces
me doy cuenta de que los Reyes sí existen. Y son los padres. Y eso
es maravilloso.
Qué bonito Naar!! Tienes toda la razón hay que valorar la salud... con el susto que pasamos con mi padre el año pasado lo valoramos un montón porque este año está fenomenal gracias a Dios.
ResponderEliminarEn mi casa también hay mucha tradición e ilusión por los Reyes, indepedientemente de que estén mis sobrinos, mi padre siempre ha buscado sorprender, esconder y ser original.
Un besote! Me has traído mucha nostalgia a la memoria
qué bonitos recuerdos, naar. es bueno tener padres jóvenes, porque cuando son mayores siempre hay un salto generacional, que además con el tiempo se hace más grande aún, yo me entiendo.
ResponderEliminarpara tu trabajo, sin duda hay que valer. a mí se me contagia muy fácilmente la tristeza, yo no podría.
besos y espero que hayas disfrutado del día!
Que bonita entrada, has hecho que se me salten las lágrimas y que bonito corazón tienes con todas las ganas que le pones a tu trabajo y con el cariño que hablas de los tuyos. Un abrazo.
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