Me imagino que todos hemos visto La lista de Schindler. Si no, la veis y luego venís a seguir leyendo el post. Y si no os apetece, pues me valdría cualquier peli de nazis. Me vale La vida es bella, por ejemplo.
El tema que quiero explicar es que cuando ves esas películas (que son basadas en hechos reales que históricamente ocurrieron antes de ayer, que no se nos olvide esto), siempre piensas que tú estarías del lado de los buenos. Tú serías el que no levantó el brazo en el desfile nazi. Tú serías el que se plantó ante los tanques en Tiananmén. Tú serías el ángel deBudapest. Tú serías las hermanas Touza. Tú serías Schindler. Tú serías el salvador. Serías el héroe, el valiente, el que se enfrenta a todo el mal y el horror del mundo. O eso piensas desde el sofá de tu casa.
Porque las cosas casi nunca son blancas o negras, pero hay momentos en los que hay que posicionarse. Y el lado bueno de la historia, queridos, no es que te llamen fascista, diga lo que diga la tarada de la presidente de esta mi comunidad. Y podríamos meternos en casos particulares, claro. Es que hubo un caso de un nazi que era bueno y trató de ayudar desde dentro del sistema y blablablá. Que sí, que vale, tome su pin de buena persona, señor nazi. Es que los comunistas eran malísimos también y blablablá. Que sí, que lo que sea, que no estoy hablando de eso. Que no me distraigáis coño, que así no avanzo.
El caso es que todos pensamos que haríamos lo correcto. Porque es lo correcto. Porque está claro, porque es evidente. ¿O no tanto?
En La lista de Schindler hay una escena en la que una cría increpa a los judíos cuando los están llevando al tren, no recuerdo si de camino al guetto o al campo de concentración. Y les grita “¡adiós, judíos!” con un odio y una rabia descomunal e incomprensible. Es un personaje de ficción para ilustrar algo, lo sé, pero supongamos que fuera real. Esa niña seguramente no tiene razón alguna para odiar a los judíos. Quizás no conozca ninguno y puede que ni siquiera sepa bien qué es un judío. Pero los odia. Porque es lo que está recibiendo cada día: la idea de que ser judío es malo. Y que estará mejor cuando ellos se vayan. Quizás lo oiga en casa porque sus padres sean unos nazis recalcitrantes. O quizás lo oiga en la calle y en casa no oiga nada. Quizás sus padres no odien a los judíos. Quizás, hasta tuvieran amigos, conocidos, socios, que fueran judíos. Quizás hasta simpaticen con ellos. Pero las cosas se han puesto feas y es mejor callarse. Y aquí entra el enemigo más poderoso: el silencio. El silencio que nos hace cómplices. El silencio que nos hace parte de algo. El silencio que nos hace culpables.
En La vida es bella el protagonista tiene un amigo, cliente del restaurante donde trabaja con el que bromea e intercambia adivinanzas. Piensa que le va a ayudar cuando todo se pone feo. Pero no lo hace. No le acusa directamente, pero de nuevo el silencio. Si te ayudo me van a señalar. Si te ayudo, puedo estar en peligro. Mejor no ayudar, mejor no hacer nada. Mejor el silencio.
También se ve esto en Patria, libro y serie, tanto me da. Cuando ETA amenaza al Txato él dice “no me van a hacer nada, yo soy euskaldun, de aquí de toda la vida, la gente me conoce y el pueblo se pondrá de mi parte”. Spoiler: NO.
Y ya habrá algún iluminado a estas alturas pensando, claro, pero es que el miedo y el instinto de protección y salvar la vida y mimimi. Hacerse bicho bola y refugiarse en el silencio cómplice de los malvados no nos protege de nada. Nos expone más, si cabe, porque les estamos dando poder. Estamos dejando que ganen terreno. Estamos dejando que se hagan fuertes. Y antes o después vendrán a por nosotros. Porque siempre hay un motivo. El racismo, la homofobia, el machismo. Tanto da. Cualquier excusa es buena. Siempre tendrán por donde atacarnos. Y vendrán más fuertes y armados porque no quisimos o pudimos pararlos a tiempo. Porque callamos. Porque, por miedo, callamos. Porque por no señalarnos, callamos. Porque por no tener lío, callamos. Porque no iba con nosotros, callamos. Porque callamos una y mil veces, nos lloverán los palos.
Me da miedo por donde va el mundo. Me da miedo, especialmente porque me toca de cerca, por donde va España. Me dan miedo las agresiones homófobas constantes, los mensajes de odio. Porque lo único que están haciendo el enfrentarnos y crear enemigos donde no los hay. Los inmigrantes, las mujeres, el colectivo LGTBI, los comunistas, tu tía Paca la del pueblo que siempre fue muy rara. Hay un millón de culpables, siempre el que tenemos al lado. Si nos convencen de odiar al vecino, quizás no les odiemos a ellos. Y mientras peleamos con el vecino, ellos se harán con el poder, ellos engordarán sus arcas, ellos impondrán su ley. Y entonces diremos, joder, cómo ha podido pasar. Cuántas veces hemos dicho o escuchado que en qué pensaba toda la sociedad alemana, toda Europa, todo el mundo mientras los nazis campaban a sus anchas. Pues en lo mismo que nosotros ahora. En que la culpa de todos los problemas eran de los judíos o de los inmigrantes o de las mujeres o de los homosexuales. Y aunque no lo pensemos, no haremos nada porque así no te señalas, así no buscas gresca, así no te metes en problemas. Déjalos, si son cuatro exaltados. Si son una minoría. Déjalos que ya se cansarán.
Pero no se cansan. No son una minoría. No son cuatro locos. Son muchos y cada día más. Y hay que plantar cara porque dejando que hagan lo que quieran mientras miras para otro lado, les estás dando la razón aunque sea por omisión.
Estamos yendo para atrás. Empezamos llamando nostálgicos a los fachas y riéndoles las gracias a los nazis de vox y aquí estamos. Con un chaval muerto. Con otro apuñalado y marcado de por vida. Con otros tantos con las caras partidas. Con gente cogiendo miedo. Con discursos de odio constantes en redes y en programas de televisión. Con no sé cuántos diputados dispuestos a devolver a España al blanco y negro. Con gente en contra del feminismo, de la igualdad, de los derechos humanos. Con gente cada vez más ignorante, más garrula y más mala ostentando más poder. Y seguimos callando.
Yo tengo claro de qué lado de la historia voy a estar, y cada día más, cueste lo que cueste. Y una cosa os digo, o lo tenéis claro también, o estáis en el contrario.
hola naar. antes veía 'el intermedio' en diferido, a través de los vídeos del programa que suben a su página de facebook. pero esta temporada que empieza me estoy planteando no verlo, por una razón: cuando sacan a alguno/a de vox diciendo una burrada, por mucho que luego wyoming y dani mateo le ridiculicen, me pongo de muy mala leche.
ResponderEliminarno sé de dónde ha salido toda esta gente, quizá al ver que se están poniendo de moda sus ideas, eso les anima a unirse a la fiesta. pero hay que pararlo de alguna manera, porque va a más...
Te aplaudo Naar. Hasta con las orejas. Me quedé de pasta de boniato cuando el action man de vox dijo que la culpa del aumento de la violencia en la sociedad ERA DE LA ENTRADA DE INMIGRANTES. Es que hay que joderse, tienen un invento para cada cosa y a nadie se les ocurre echarles el alto y decirles SEÑOR, ESTÁ DICIENDO USTED UNA MENTIRA Y UNA BARBARIDAD. En fin.
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