miércoles, 9 de febrero de 2011

las profesiones que nunca seré, aunque molaría

Estoy haciendo un curso de posgrado sobre recursos humanos y psicología de empresa. Por aquello de que no se me oxiden la neuronas que me quedan en pie. Y para ver si eso mejora mi vida laboral. O al menos hace que tenga alguna.
El caso es que como proyecto de fin del primer módulo nos han mandado montar una empresa. Y claro, lo que tengo que hacer es la parte aburrida de ver las oportunidades de esa empresa, el organigrama, la administración y los impuestos que tendría que pagar. Un rollo, vaya. Yo soy más de enrollarme a contar movidas que de hacer un gráfico viendo las oportunidades de éxito y de fracaso.
El caso es que como la canción de Sabina, había pensado  “meterme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré” y montar todas las empresas que nunca montaré, explicando porqué me resulta atractiva esa actividad. Pero temo que me suspendan y el curso cuesta una pasta como para ponerme yo a divagar sobre mis chorradas. Para eso ya tengo este blog.
Así que propongo un meme o algo parecido, voy a contar las cosas que me gustaría ser en otra vida imaginaria y os animo a que me contéis vuestros sueños imposibles y puede que incluso absurdos. Porque sean alcanzables o no, son vida imaginarias. Ya tenemos la que tenemos y nos toca vivirla.

  1. Madame de una casa de putas. Me encantaría. Pero claro, muy idílico todo. Nada de chicas explotadas, nada de inmigrantes que no tienen otra opción. Nada de chulos y mafias. No. Una casa de mujeres que se dedican a “hacer señores” como dice esta catalana tan simpática, que se denomina “de moral distraída”. Me encanta esa expresión. Yo quiero ser así, de moral distraída, pero con señores de alta alcurnia, claro. No con el panadero de la esquina.  Dentro de esta vida de madame, se encuadraría mi sueño por excelencia, que es imposible hasta que alguien invente la máquina del tiempo. Mi sueño entre los sueños es ser cabaretera de un saloon del lejano oeste. De esas que llevaban vestidos preciosos y bailaban enseñando las piernas. De esas que alternaban en el saloon, a la música del piano, entre paredes enteladas de rojo y grandes espejos. O cortesana en la Venecia del siglo XVI. O en la Francia prerrevolucionaria. Sí, tengo espíritu de putilla, qué le voy a hacer. Pero hacían y decían todo lo que las demás mujeres de antaño no se atrevían ni a pensar. Y vestían de rojo. Y se maquillaban. Vivan los burdeles de otros siglos.
  2. Ermitaña. Yo soy así de extremista. Paso de puta a recluida. Me imagino a lo Heidi, pero sin el pesado del abuelo ni la cursi de Clara. Yo ahí, con mi cabaña, mis zuecos de madera, mis gallinas, mis cabras… todo el día cuidando el huerto y haciendo queso. Importante para esta vida no ser alérgica a la lactosa, por cierto. Y cepillarse ocasionalmente a Pedro.
  3. Maestra de pueblo. De pueblo del siglo pasado, o del anterior, claro. Los pueblos ya no son lo que eran. Me imagino siendo la señorita Naar, estirada y solterona, enseñando a las niñas a coser, a escribir en sus pizarrines y a leer novelas. Enseñándoles a cantar y a recitar poesías, a llevar flores a la Virgen en Mayo y a comportarse como damas y no como aldeanas. Y si ya pudiera tener una aventura secreta y súper prohibida con el cura sería lo más. Un cura joven y atractivo, a lo pájaro espino, con su sotana negra y su alzacuellos. Total.
  4. Barriobajera aficionada a los bares. Para ser una de estas no tengo ni que viajar al pasado. Me bastaría con mimetizarme con muchas señoras de mi barrio. De esas teñidas de rubio estropajoso, que bajan al bar sin lavarse la cara y con el cigarro colgando de la boca. De esas que trincan botellines como si no hubiera mañana y huelen siempre a fritanga. De esas, que por la noche esperan al marido que llega con el mono de la obra y bajan al bar de la esquina a tomar unas cervezas y ya que están, comen unas raciones de torreznos y de croquetas. Sería súper feliz, con menos aspiraciones que una patata, con mi marido y su mono manchado de pintura, con los niños llenos de lamparones correteando por el bar sin que me importe un pepino que sea la hora de que se vayan a la cama. Sería guay fregotear la casa con desgana, cigarro en mano y hablando con la vecina desde la ventana. Ver todos los programas de cotilleo y estar al tanto de la vida de la Esteban. No leer, no inquietarme por el futuro, no llorar con el telediario.

Yo ya no puedo ser ninguna de estas cosas que digo aquí. Ya sólo puedo ser yo. Y no es tan horrible como pensaba. Cumplo poco a poco mis sueños para esta vida, este carácter y esta cabeza caótica mía. De momento cumplo vivir sola, estar soltera, quedar con quien quiero y cuando quiero, ponerme las pelis que me apetecen y escuchar música todo el día. No está tan mal, en un futuro cumpliré mi objetivo de ser la vieja loca y despelujada de los gatos.
¿Y vosotros? ¿Qué otras vidas viviríais? Y no vale decir, yo entra vida quiero ser muchimillonario. Eso no mola. O sí mola, pero no tiene gracia, todo el mundo queremos serlo.

3 comentarios:

  1. Esta entrada es para meditarla, eh? no te creas que en un comentario es fácil responderte... mmm... porque lo que hubiera querido ser lo tengo muy claro, pero hay que explicarse.. ¿hago un post o qué? jajajaja
    De tus cuatro opciones, me quedo con la primera (no sabes la de veces que lo he hablado con mi hermana, nos haremos madames de lujo en L.A. el día menos pensado, jajaja), o en su defecto con la segunda. Síii, lo se, yo también soy un poco "blanco o negro", si, jajaja.
    Un montón de besos. A ver si me pongo al día, en blogs y en mails... que te debo uno!

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  2. A mí siempre me hubiera gustado ser agente doble en el París ocupado de la Segunda Guerra Mundial o en el Londres bombardeado del mismo periodo. De las que propones, maestro de pueblo estaría bien. Un beso.

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  3. ¿Tus opciones son puta en una época de machismo y dudosa higiene, ermitaña, maestra de pueblo aburrido o maruja gentucera? XD

    Pues qué quieres que te diga, me inclino más por otros derroteros; algo relacionado con el arte y lo creativo, llámame raro XD

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