A veces me acuerdo de ti. Y antes me maldecía por hacerlo. Porque de entre todos los hombres de mi vida, el que más grabado a fuego tengo eres tú. Tú cambiaste mi vida.
Tú, sin saberlo, sin quererlo, sin proponértelo. Tú mandaste mi felicidad al traste sin darte cuenta. Tú arruinaste mis planes. Tú jodiste mi destino. Tú me arrancaste de mi sitio. Tú me sacaste del camino. Tú. Con tus promesas de que todo iría bien. Con tu tentación del lado salvaje. Tú cambiaste mi vida.
Y no creas que lo digo con rencor, ni con resentimiento. Pero es así. De todos los hombres de mi vida, el que más la ha trastocado, la ha zarandeado, la ha arrasado, has sido tú. Tú cambiaste mi vida.
Y es raro. Que después de un desequilibrado, montones de locos y de pirados diversos, de un ángel, un bohemio y hasta un maltratador, que el que más haya cambiado mi vida hayas sido tú. Tú, que nunca pasaste dos días seguidos conmigo. Que no compartimos casa, ni tiempo. Ni vacaciones, familia, amigos y eventos. Tú, con el que no compartí apenas más que besos y mordiscos. Tú, a quien no quise, ni mucho menos amé, cambiaste mi vida.
Y no una vez. Ni dos. La cambiaste montones de veces, aunque muchas de ellas no lo sepas. La última fue este verano, cuando te fuiste al culo del mundo a vivir. Y yo supe que una parte de mi vida, de mi pasado, de mi juventud y de mis años felices se iban contigo. Como si rompiera por fin el cordón que me unía con todo aquello. Como si tu marcha fuera algo simbólico, que marcaba el fin de una era. Desde ese día, que decidí poner de nuevo el contador a cero, he sido más feliz, más fuerte y más libre. Porque de nuevo, tú cambiaste mi vida.
Y por eso, a pesar del dolor, de los agujeros que han quedado en mi corazón, de los pedazos que he perdido por el camino y de haber perdido el rumbo mil veces, tengo que darte las gracias. Porque tú cambiaste mi vida. Tú fuiste el detonante. Fuiste la chispa que encendió la mecha. Fuiste el empujón que te obliga a saltar al vacío. Y nunca hubiera sabido quién era yo de verdad si no llega a ser por ti. Nunca hubiera conocido ciertas partes de mí. Nunca hubiera vivido lo que había más allá de lo conocido. Nunca hubiera cambiado mi vida. Por eso, ahora lo sé, ahora te recuerdo y sonrío. Ahora sé por qué no te olvido. Porque tú, TÚ, cambiaste mi vida.
Hola Naar, tendemos a idealizar a las personas, probablemente de haber convivido con esta persona habrías acabado igual que con el Desequilibrado...
ResponderEliminarEspero que no suene a que le he idealizado porque no es así. Si en el fondo, le doy las gracias por haberse ido y haberme obligado sin saberlo a mirar hacia delante.
ResponderEliminarNo es un ideal. Ni mucho menos. Es un recuerdo y una reflexión, sólo eso.
Me encanta tu escrito, es una manera de dar las gracias cordialmente, jajajajaja, muy buena, elegante incluso para éso.
ResponderEliminarUn besazo!
En la vida se aprende de todas las experiencias. De las buenas y de las malas, siempre se saca algo positivo.
ResponderEliminarPese a todo, te queda un recuerdo bonito con el que puedes seguir adelante. Cada persona que pasa por nuestra vida nos deja una lección o una enseñanza. De todo se aprende.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con el comentario anterior ,el recuerdo es más fácil de idealizar que la cotidianeidad .
ResponderEliminarParece que leyendo tu entrada que la influencia de una persona puede cambiar tu mundo .
No es asi , eres tú la que lo cambias .Incluso cuando piensas, idelaizandolo , que un hombre lo ha hecho .
Completamente de acuerdo con el comentario anterior ,el recuerdo es más fácil de idealizar que la cotidianeidad .
ResponderEliminarParece que leyendo tu entrada que la influencia de una persona puede cambiar tu mundo .
No es asi , eres tú la que lo cambias .Incluso cuando piensas, idelaizandolo , que un hombre lo ha hecho .