sábado, 9 de noviembre de 2013

Indignación de revista

Últimamente parezco mi amiga Quejica elevada a la enésima potencia, gruñendo por todo a todas horas. Pero es que esto no es normal. Al final voy a terminar siendo una feminista radical y ya veréis qué bien.
El caso es que la otra noche me aburría y me puse a ojear una revista de esas “femeninas”. A mí me llegan con un retraso temporal interesante añadido al retraso mental que de por sí tienen esas revistas. Y es que las compra una amiga de mi madre, que las lee y las comparte con su pareja, que es una versión rubia y regordeta de Mario Vaquerizo. Como nota al margen, reflexiono sobre que debe ser estupendo eso de estar casado con tu mejor amigo gay, pero yo reconozco que lo que me gusta son los hombres. Los gays me encantan para ser amigüitos y tal, pero para vivir y meterme en la cama, me gustan los hombres. Esos que no se planchan el pelo más que yo, ni hablan de sí mismos en femenino, ni van repartiendo piquitos y llamando “cari” y “chochi” a todo el mundo. En fin, cosas raras que tiene una, que le gustan los hombres que son y parecen hombres.
Decía que las revistas estas guays las compran la amiga de mi madre y su marida, las leen y las comentan y cuando mi madre y su amiga se ven, se las da. Luego las ojea mi madre. Y luego ya me las pasa. Y yo, francamente, las uso para ir al baño. Me gusta leer en el baño, qué pasa. Pero no cosas que realmente me interesen o me quedo encajada en la taza del váter y no salgo en todo el día. Tienen que ser cosas absurdas, que me entretengan un rato, pero el justo.
Sin embargo la otra noche estaba aburrida y me puse a ojear una con un poco más de atención de la habitual. En buena hora. Debería haberme metido palillos bajo las uñas para entretenerme con menos sufrimiento.
A parte de la apología del consumismo y el materialismo más absurdo y ridículo, tienen unos conceptos muy extraños de la belleza. No os voy a hablar demasiado de sus consejos de moda porque como ni entiendo ni me interesa, no sé si tienen razón o se sacan las cosas de la manga. Sé que no me gusta nada de lo que proponen y que desde luego, si alguien hace caso, irá por la calle hecho un fantoche. Luego decimos que si los ochenta fueron el colmo del ridículo con las hombreras y blablablá. Nos vamos a cagar dentro de diez años cuando las siguientes generaciones vean nuestras fotos. Pero vale, lo que sea, que se llevan los cuadros escoceses, los botines raros, los pantalones de pijama y los pelos alborotados. O sea, que si no tenéis dinero para ropa, no pasa nada. Podéis rebuscar en un cubo de basura o en vuestro cajón de la ropa de estar por casa y seguro que encontráis algo que valga. También se llevan cosas que no sé lo que son como los kitten heels o los vestidos boho o los estampados barrocos bizantinos. No os molestéis en explicármelo si acaso sabéis lo que son, de verdad. Me importa un carajo, sólo que es incómodo ojear una revista estúpida y encima enterarte de la mitad porque hablan en su propio idioma para memas obsesionadas con la imagen. Me siento como cuando las niñas guays del cole no me querían hablar en el recreo y se cuchicheaban cosas al oído e inventaban lenguajes para que yo no participara de sus cuchipandas.
En fin, tanto dan ahora mis traumas infantiles. El caso es que había una sección en la que hablaban de trucos para esconder defectos. Contando con que ponen de ejemplo a modelos, actrices y tal, no sé yo qué defectos pueden tener, pero vale. Aquí mi indignación crecía por momentos. Si la chica estaba delgada se leían cosas como, y cito textualmente: “sus contras son que usa una talla 34 y sus piernas son muy delgadas.” ¿Pero no se supone que ese es el canon de belleza que se busca? ¿Ahora hay que adelgazar para luego disimularlo o cómo va esto? Y otras lindezas como “tiene un culo pequeño, cintura imperceptible y poco pecho.” O “tiene una silueta rectilínea y los brazos delgados”. Pues eso es lo que potenciáis no es por nada. En todo caso, podría estar remotamente de acuerdo con estas críticas si no fuera porque una página después dicen de Rihanna “sus generosos muslos son su mayor defecto.” Y de Blanca Suárez que “tiene tripita y unos brazos generosos”. O sea, que si estás muy delgada malo y si estás delgada pero no enferma, malo también. Oiga, me expliquen qué es lo que hay que hacer para estar bien. Porque el colmo de los colmísimos es que dicen de Kate Upton “sus contras es que tiene una talla 95 de sujetador y poca cintura.” Tócate los cojones. Pero a dos manos. Ningún hombre en su sano juicio diría que eso es un contra. Ni siquiera Mario Vaquerizo o la marida de la amiga de mi madre. Nadie, nadie, nunca diría que una mujer con un pecho generoso (que no exagerado) y una cintura fina tiene mala figura. Y si lo dicen me ofenden.
Total, que llegado a este punto, me harté de la revista, escribí un par de tuits de lo más enfadada y me puse a comer chocomentas del lidl, que deben estar hechos con sangre de unicornio rosa, porque si no, no me explico que sean tan jodidamente deliciosos. Y unos bizcochos. Así, para que me expliquen luego qué ropa debo ponerme para disimular mis enorme muslos o mis horribles tobillos o mis tetas gordas o mis cojones en vinagre.

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9 comentarios:

  1. Lo peor es que esto lo escriben tías... ¡qué galletón tienen!

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  2. La definición para envidia en el diccionario de la RAE es: "Lo que sienten las redactoras de las revistas cuando ven a otra mujer", Con la de gente que hay que se podría criticar por cientos de cosas, hacerlo con el físico de Kate Upton es como si yo dijera que Einstein de matemáticas iba cortito.
    Por cierto, ¿hay alguien a quien no le guste leer en el baño? Yo pensaba que era una costumbre universal totalmente aceptada.
    Besos!!

    PD: Las tetas gordas no se disimulan. ¡JAMÁS!

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  3. No existe la mujer perfecta para una redactora de revistas, porque a todas hay que despellejarlas incluso por los motivos más absurdos.

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  4. Ignoración máxima a estas revistas. Boicot por el bien de todas; nos hacen mucho más mal que bien. Conciencia de lo que esconden entre líneas y a consumir revistas que nos aporten infinitamente más.

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  5. Son muy destructivas, y lo peor es que casi todas las adolescentes las leen y en esa atapa casi todos somos más influenciables. En vez de inventarle defectos a la gente podrían ser más positivos y escribir sobre cortes de pelo molones, o lo bien vestida que iba Fulanita en la alfombra roja, o la espalda tan bonitísima que tiene Menganita, pero no, es mejor criticar delgadez y redondez. Criticarlo todo y contagiar la amargura.

    Ay, son un asco. Yo las veo a veces y la mayoría acabo con un rictus de asquito en la cara.

    A mí me gusta cuando te mosqueas :) eres directa e ingeniosa, pero oye, que tampoco quiero que te salga una úlcera ni nada.

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  6. Estas revistas solo sirven para lo que tú les das uso, o como mucho enrollarlas y espantar moscas. Fomentan la delgadez como belleza, llaman moda a unos trapitos que solo un simple pantalón con menos tela que un tanga vale el sueldo de un mes entero, y para qué negarlo, normalmente esos “trapitos” no vas a verlos por tu barrio en la vida.

    Yo además soy de las que no se guía por modas, básicamente porque eso de ir toda la población vestida igual no me parece interesante :)

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  7. Ya no saben que hacer por buscarle defecto a las chicas! El caso es no decir que estan bien como estan.

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  8. Jajaja. A mí me haces mucha gracia cabreada... Me recuerdas a una de mis mejores amigas. Esas revistas las leía yo hace mucho pero luego las fui dejando porque ya cansan. No sólo por artículos como el que comentas donde te hacen sentir un trapo sino porque, seguro que si rebuscas en algún otro número de la misma revista, tendrán algún otro artículo completamente contradictorio donde te digan que tienes que quererte como eres y que le den a las opiniones ajenas. Son todo coherencia. Un besote!!!

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  9. Como siempre, llego con un atraso de los grandes, pero aquí estoy :)

    No puedo estar más de acuerdo con lo que has escrito. ¿Pero qué se han creído que somos las mujeres, muñecas de plastilina que tienen que moldear a su gusto? Pues no, somos personas, y cada una tiene el cuerpo que le ha tocado, y que se merece (en muchos casos). Estamos obsesionadas con borrar todo lo que consideramos imperfecto: celulitis, estrías, arrugas... ¡incluso pequeños lunares! Ya basta...

    Prontito te escribiré un correo. Un beso enorme.

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