Seré un poco rara (vaya novedad) pero las rachas buenas me
asustan. Son la calma que precede a la tempestad. La risa que precede al
llanto. Son el jodido ojo del huracán. No me gustan en exceso, qué queréis que
os diga. Y todo el mundo dirá, mujer, estás loca, ¿acaso prefieres una mala
racha? Pues a ver, en teoría no. No me gusta pasarlo mal, es de Perogrullo. Pero
en esos momentos sé que todo pasará, que ya lo que queda es mejorar. Sin embargo
cuando va todo “demasiado” bien lo único que puede pasar es que las cosas
empeoren.
Además, estoy acostumbrada a que mi vida sea un auténtico
caos, una montaña rusa, un sube y baja de emociones. Cuando está todo tan
tranquilo me aburro y dedico las neuronas que suelo usar para salir de mis líos
para cosas mucho más absurdas y autodestructivas.
Por ejemplo, cuando mi vida está bien, cuando todo parece
rodar sobre la marcha, yo me altero muchísimo porque creo que cada pequeña cosa
va a ser eso que me saque de nuevo de mi estado de paz y desate de nuevo la
locura. Así que estoy a la que salta, con las alarmas desatadas, viendo
fantasmas en todas partes.
Que Ron estornuda dos veces seguidas. Ay dios mío, seguro
que ha cogido una gripe gatuna incurable y muere irremediablemente. Así que le
observo fijamente con el corazón en un puño mientras él se lame tan tranquilo y
me trae su pelotita hecha con una media vieja para jugar. Ah, pues no, oye. Muy
moribundo no parece.
Que me llama mi abuela, como casi todos los días. Ay dios mío,
seguro que ha pasado una tragedia, que mi yayo se ha caído mientras miraba por
la ventana y mi yaya se ha tirado detrás y me llama la policía desde su casa
para darme la noticia. Contesto totalmente fuera de mí y mi abuela me pregunta
a cuánto he comprado yo los tomates, porque en su hiper están de oferta a 0,89
y si quiero me coge un kilo para cuando vaya a verla tenerlos preparados. Ah,
pues no. Parece que nadie ha caído por la ventana.
Que llamo a mi madre y no me contesta. Ay dios mío, seguro
que ha entrado alguien en casa y está secuestrada, maniatada y amordazada
mientras una banda organizada de albanokosovares de esos con pasamontañas
negros rebuscan joyas por la casa, pero claro, como no hay seguro que se
enfadan. Me planteo llamar a la policía, pero antes de que me de tiempo de
marcar, me suena el teléfono. Seguro que es el albanokosovar del pasamontañas
para preguntarme dónde guardamos las joyas. Mi madre me dice al otro lado que la
he pillado haciendo pis, que ya está lista y que puedo ir a recogerla cuando
quiera. Ah, pues no. Parece que no hay ninguna banda organizada tratando de
robar las joyas inexistentes. Que por otro lado no es de extrañar, porque en
casa de mis padres no cabe una banda de nada, ni organizada ni sin organizar.
Y así todo el día, esperando el susto que vuelva a ponerlo
todo patas arriba. Cierto es que de momento no ha llegado. Y que ojalá me
equivoque como casi siempre y no pase nada raro. O como mucho, cosas de esas mías,
de exnovios que atacan de nuevo o locas
de coño que me quieren culpar de algo o chorradas semejantes. Eso me da igual y
le echa un poquillo de sal a la vida y al blog.
Además, me lo tomo a coña y exagero mucho, pero de verdad
que me alegro de que las cosas estén bien. Ron está como una rosa, juega mucho,
come mucho y duerme mucho. O sea, lo normal. Mis padres y mis yayos están
estupendos y que así me duren cien años más. El niño chico y yo estamos muy
bien y nos reímos mucho juntos de chorradas. Y rezo cada día para que eso se
mantenga así. Que las buenas rachas hay que aprovecharlas. Mientras duren. Y
cuando no, esperaremos a que vuelvan.
Jajajaja. Mira que eres paranoica... Disfruta, mujer, que te lo mereces, y no te comas el tarro. Un besote!!!
ResponderEliminarYo soy igual que tú, estamos tan acostumbradas a vivir en la tormenta que no sabemos disfrutar de la calma. Cuando aprendas a disfrutar sin emparanoiarte dime como se hace porfi. Muchos biquiños para los dos!
ResponderEliminarComo te entiendo! A mi me pasa lo mismo , estos momentos de paz me crean mas tensión de alarma que otra cosa! Ohm....
ResponderEliminarEntiendo a qué te refieres pero te pasas!!! vaya tela!!. Yo siempre he pensado que hay que pagar los buenos momentos, y cuando estoy pasando uno, una parte de mí piensa inconscientemente cuál será el precio. Cuando tengo cosas buenas y malas estoy más tranqui porque se que con pequeñas mierdas como el madrugón diario, voy pagando mi deuda de felicidad. Ahora que lo escribo veo que es muy paranoico también...
ResponderEliminarUn beso
lo mejor de todo las risas y el optimismo del final!! estoy contigo en el que en algun momento habrá algo que desequilibre la balanza hacia lo malo.. pero hijamíademivida... que nos quiten lo bailao!!!!!!!! o no?? que dure muchoooo!! brindemos!
ResponderEliminarQue te dure mucho muchísimo esta felicidad que tienes ahora. Y con lo demás "no te rayes, tía". Cuando llegue ya lo enfrentarás, mientras tanto disfruta, que te lo mereces.
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