Sólo tengo un abuelo vivo.
El otro murió antes de que yo naciera. No le conocí, pero su
hoyuelo en la barbilla sigue vivo en mí y creo que por eso lo primero que dijo
mi padre de mí fue eso, que era una princesita y que tenía un hoyito en la
barbilla.
Luego tuve un abuelo adoptivo en el sur. Uno con bigote y
con un acento andaluz cerrado, con el pelo blanco peinado hacia atrás y que
llevaba siempre camisas blancas muy bien planchadas. Un abuelo adoptivo con el que
merendaba en verano y que me enseñó a acercarme a los ciervos en silencio y a
coger níscalos cortando la base para que quede la raíz dentro y salgan más al
año siguiente. Un abuelo adoptivo que sonreía ante la chimenea y que me entendía
cuando no quería comer más. Pero también se me fue. Debe estar sentado en las
puertas del cielo, fumando con sus dedos largos y huesudos y charlando con su
voz ronca.
Ahora me queda uno. Me queda mi yayo. Mi yayo es limpio,
ordenado, meticuloso y paciente. Le gustan los gatos y los pajaritos, cuando
era pequeña tenía un canario al que cuidaba con esmero. Mi yayo era joyero, uno
de los mejores de España. Aún le recuerdo encorvado sobre su mesa de trabajo de
la cocina, con sus herramientas que me resultaban fascinantes y sus piedras
brillantes. Con la radio puesta al lado y sus manos precisas manipulando con
cuidado. Quizás de tanto trabajar con cosas diminutas se le han quedado los
ojos velados como ahora.
Por eso el lunes le operan de los ojos verdes que heredó mi
madre antes que yo.
Sé que no es grave, que no le va a pasar nada. Pero le veo
tan mayor, que me da una angustia muy rara.
Yo recuerdo a mi abuelo muy joven. Tuve la suerte de tener
unos padres jovencísimos y unos abuelos que apenas pasaban de los cincuenta. Por
eso recuerdo a mi abuelo trabajando. En verano iba a su casa y comía con mi
abuela y mi bisabuela antes. Luego le dejábamos su lado de la mesa preparado
para cuando llegara. Comía y empezaba a cabecear viendo el tour de Francia. Y luego
se echaba la siesta. Cuando tenía vacaciones me llevaba a montones de sitios mientras
mis padres trabajaban. Íbamos a El Escorial, al Pardo, a Boadilla, a Aranjuez. A
veces me llevaba a dar de comer a los patos en el Campo del Moro o a los peces
en el lago de la Casa
de Campo. Y al Retiro a ver las ardillas. Y a la piscina, aunque odiaba bañarse
y me perseguía con el gorrito para que no me diera el sol. Mi abuelo era joven
y vital, estaba estupendo. Me cogía en brazos, conducía y salía a pasear
conmigo y con mi perro. Hacía las chapuzas en casa de mis padres porque era un
manitas.
Ahora es un señor mayor. Muy mayor. Le flaquean las fuerzas
y llora con facilidad. Mi abuelo ya no ve con claridad y ha dejado de trabajar
incluso en casa. Ya no conduce porque además de no ver, tiene una rodilla
pocha. Ya no tiene ganas de ir a muchos sitios y se desorienta si le sacas de
su círculo de seguridad. Y no hace chapuzas porque no puede con el taladro.
Pero sigue riéndose por todo. Sigue siendo capaz de ponerse
una chaqueta hortera sólo para que me cachodee de él. Sigue escuchando la radio
mientras se ducha y mientras ojea el periódico. Sigue queriendo a mi yaya y
bailando con ella cuando la ocasión lo requiere. Sigue confundiendo los nombres
de la gente de la familia y tomándose a broma a sí mismo. Sigue siendo mi yayo.
Viejito y mermado, pero es mi yayo. Es el único abuelo que me queda.
Por eso, aunque nunca pueda leer esto, aunque a veces me
desespere con él, aunque a veces me canse y aunque me ría de que siempre me da
los mismos consejos, le quiero con locura. Junto con mi padre, es el hombre más
importante de mi vida. Y yo no sería la misma si él no hubiera puesto tanto
empeño en estar a mi lado toda la vida. Si no hubiera sido mi padrino en la
confirmación. Si no me hubiera llevado a tantos sitios cuando era pequeña. Si no
amenazara a mis novios. Si no me diera consejos absurdos y mil veces repetidos.
Si no estuviera ahí.
Por eso y por muchas cosas más, pero sobre todo por todo el
grandísimo amor que le tengo, os pido un poquito de buena energía para mi yayo
y su operación. Con mi yaya nos salió redondo y todo vuestro apoyo me ayudó
mucho mantenerme fuerte y a que todo saliera tan bien. Seguro que esta vez no
es menos.
Yo me fío de tu yayo porque le gustan los gatos, porque es un gentleman y un buen hombre que renueva sus votos matrimoniales mil años después con la misma mujer. Por eso todo le saldrá genial!!!
ResponderEliminarNo lo dudes ;-)
ResponderEliminarSeguro que todo saldrá mb, un abuelo genial ! Besos guapa.
ResponderEliminarQue bonito...te mando mucha energía positiva.
ResponderEliminarTodo ira bien!
Que entrada más bonita, seguro que sale bien la operación! mucho ánimo para él y para tí.
ResponderEliminarflu flu! energia marchando!!!
Besos guapísima!
Tomate
Pues ahí te envío energía de la buena buena! Una entrada muy bonita :-)
ResponderEliminarBesos
A veces el miedo nos paraliza, pero la lógica aplastante está ahí, y sabes que es una operación sencilla y que todo saldrá maravillosamente. Pero también sabes que yo estoy contigo, y que pensaré mucho en vosotros deseando que todo vaya fenomenal. Además, después de ver esa pajarita me he enamorado de tu yayo, me encanta esa gente mayor que hace lo que le da la gana. Mantennos informados vale? Biquiños!
ResponderEliminar¿Un poquito sólo? Toda la del mundo, guapa!!! Cuenta con ella... Un besote y todo lo mejor para vosotros, que los amores de verdad hay que cuidarlos.
ResponderEliminarUfff... se me ha metido algo en el ojo, así de pronto...
ResponderEliminarNena, aquí estamos para lo que necesites. Lo sabes. Sé que da miedo, y que siendo hija única el ver que tus padres y abuelos se van haciendo mayores es muuuy duro. Te entiendo muy bien.
Pero, ¿sabes? Seguro que todo va a salir muy bien. Y que no te apenen demasiado la nostalgia y los miedos, porque aunque es inevitable sentirlo en ciertas ocasiones, merece más la pena vivir y disfrutar.
Un beso enorme... sabes que aquí estamos para todo lo que necesites. Y arriba, que eres muy grande, "hermana mayor"!!
Pero míralo que hermosote se ve en la foto... estoy segura de que sale de la operación mejor de lo que lo haríamos tú y yo. Un besote y una tonelada de energía positiva.
ResponderEliminarEstoy aquí pegada a un enchufe, a ver si pillo energía y te la mando, pero no se muy bien si se guardará en una caja, bueno, telepáticamente va para tu abuelo ^^
ResponderEliminarUn beso muy grande!!
Pimiento
Todo va a salir requetebien, ya verás, :). Mi trocito de enregía positiva va hacia allí.
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