Llevo tiempo queriendo escribir sobre
este tema, pero me da pereza bárbara porque está ya muy sobado.
Pero bueno, al parecer la idiotez no pasa de moda.
Hace unos meses ya tuve una discusión
por twitter con una tía a raíz de esta foto. Que a ver, el mensaje
final de “todos semos bellos cual camellos” me parece muy bien,
pero el resto no. Que la chica que es delgada al parecer tiene la
vida facilísima, divertidísima y es tontísima porque no sabe lo
que es una talla grande y cree que son osea, así como las obesas y
tal. Oseatelojuro. Y esto es igual de absurdo y de injusto que
ridiculizar a la gorda. A parte de que la culpa, en caso de que la
haya, no es de la chica delgada, si no de las marcas de ropa, que
comercializan cosas estúpidas. Y ahí soy la primera que lo piensa.
Hace poco me compré unos pantalones y los tuve que cambiar porque no
me entraban por los tobillos. Inexplicablemente el diseñador debía
pensar que las mujeres tenemos los pies de la barbie porque era
humanamente imposible meter una pierna por ahí. Y es verdad que hay
tiendas donde lo más grande es la 38 y sin embargo sí comercializan
talla 32, que ninguna mujer adulta y sana puede entrar ahí. Y me
parece fatal, fatal, fatal. Y cualquiera con dos dedos de frente se
lo parecerá también. Pero no es culpa de las que estamos delgadas.
Que también tenemos problemas para encontrar ropa que nos siente
bien por el mero hecho de que se diseña con el ojete. Y que debería
haber al menos hasta la 42 o 44 en tiendas normales y de chicas
jóvenes, pues claro. Pero busquemos a los verdaderos culpables de
eso en lugar de demonizar a la chica flaca que va a comprar y que
también tendrá sus complejos. Digo yo, vamos.
Y la gente me podrá decir, “oye, que
tú estás en el lado privilegiado, que eres delgada, de qué te
quejas”. Porque esa es otra. Parece que si estás delgada no tienes
más problemas en la vida. No tienes derecho a acomplejarte. No
puedes quejarte de que no te gustan tus muslos. Y desde luego, todo
el mundo tiene bula para decirte lo que le salga de las narices.
Porque como estás delgada no te vas a ofender si te dicen que parece
que estás enferma, que tienes unos brazos ridículos o que te faltan
tres cocidos. Eso sí, cuídate mucho de decir algo remotamente
parecido a una chica gorda. Que el universo se te echa encima porque
claro, no tienes en cuenta sus sentimientos y sus complejos y
blablablá. Porque las delgadas no nos ofendemos, obviamente. Que no
seré yo quién diga que hay que meterse con nadie, ojo. Que el
asunto es mirarse cada uno en el espejo y estar en sus cosas y dejar
a los demás que hagan lo que les de la gana con su vida y con su
cuerpo. Y no estar todo el puñetero día pensando si hay una lorza
de más o de menos, que es algo que no importa nada. Porque lo he
dicho más de una vez, pero estoy hasta las narices de darle tanta
importancia a las tallas, a que la gente siempre parezca en la
obligación de decirte si estás más delgada o más gorda que la vez
anterior que os visteis. Son temas que me cansan mucho y que creo que
por muy cuerda y sensata que seas, terminan afectándote.
Y es que todo el mundo parte de la base
de que si estás delgada es que te matas de hambre, que pasas el día
en el gimnasio o trotando por ahí cual potra desbocada y que eres
una obsesa de la imagen. Que por la misma regla de tres se podría
pensar que una gorda es así porque es una zampabollos, ¿no? Pues
no, Dios nos libre. El sobrepeso se debe a las hormonas, el tiroides,
la genética, la ansiedad y mil cosas más. Razones que aparentemente
no sirven en el caso contrario. Y coño, ya basta. A ver si dejamos
la ley del embudo y lo utilizamos para meternos nuestras opiniones
por el culo. Que estar gorda o delgada no es nada crucial y casi
siempre puedes terminar tocando un punto sensible. Que igual es mejor
decir a alguien “oye qué guapa” o “qué bien te queda esto”
o “qué guay lo que te has hecho en el pelo”. Que un poco de
positivismo y de dar ánimo sin entrar en temas escabrosos le hace
bien a todo el mundo.
En fin, perdonadme esta chapa, pero es
que estoy un poco cansada del asunto. Ahora diré que no hay mayor
defensora de los kilos de más que yo. Todos mis ex han sido
gorditos. El Ross no ha pesado nunca menos de 95 kilos y yo le veo
estupendo incluso cuando pasa de los 110. Me gustan las lorcillas, es
lo que hay. Lo que pasa es que yo soy poca cosa. Porque mis padres
son delgados. Y mis abuelos. Y posiblemente en generaciones
anteriores. ¿Qué le voy a hacer? Yo no engordo, no he pesado 50
kilos en mi vida. Y como bien, de todo y sin mirar calorías ni
grasas ni esas cosas, no lo he hecho jamás. Soy muy golosa, me pongo
de azúcar hasta las trancas, hago bollos, galletas y natillas casi
todas las semanas. Paso de la verdura y las movidas integrales. Soy
una chica normal, que come de todo y que lo más parecido a deporte
que hago es pilates dos horas a la semana. Pero no engordo, es lo que
hay. Y estoy cansada de tener que pedir perdón por ello. Estoy harta
de escuchar comentarios ofensivos, de que se dé por hecho que me
mato de hambre, o que soy una obsesa de la imagen. Tengo una talla
34. Y es tan honorable como tener una 44.
Sobra decir lo que de que lo importante
es estar sano porque es tan evidente que me cansa decir obviedades,
pero yo prefiero mil veces un chico gordito que uno delgado por pura
preferencia personal, pero tiene que haber gustos para todo. Porque
en la variedad está la bonito de la vida.
Lo que me cabrea es que se ponga de
moda decir que las gorditas molan más por quedar bien y soltar
frasecitas hechas sobre las curvas y las mujeres de verdad y la
belleza real y las gordibuenas y toda clase de chorradas. Porque
mujeres reales somos todas. Y la belleza no existe, es algo de lo más
subjetivo. Y ya cansa el asunto.
Además seamos honestos, hay gente que
está bien hecha y gente que no. Hay tías que tienen un cuerpo
precioso con una talla 44 y tías horrendas con una 36. Es cuestión
de proporciones. Y si realmente se potenciara la “belleza real”
cuando sacaran modelos de talla grande, no se las pasaría por
photoshop para quitar los pliegues, la celulitis y para poner brillos
aquí y quitar los de allá. Pero claro, queda mejor poner la frase
en cuestión con una foto retocada que decir la verdad que es que
todos tenemos defectos, que si estás muy delgada es difícil tener
un buen culo y que si estás gorda es imposible tener una tripa
plana. Es mejor decir que vivan las gordibuenas mientras te venden
pastillas quemagrasas y gastadineros que aceptar que la vida es como
es y que no pasa nada por tener celulitis o las tetas caídas porque
la persona real es lo que está dentro de ese cuerpo y no por fuera.
Pero claro, eso no interesa al consumo.
Y mira, suficiente por hoy, que me
termino quemando. Me voy a comer la media bolsa de conguitos que me
queda para celebrarlo, coño ya. Y os recomiendo hacer lo mismo.
Peséis lo que peséis. Cojona.
Amén.
ResponderEliminarLo puedes decir más alto pero no más claro. No entiendo esa manía que tiene el ser humano de insultar una cosa para defender la contraria. ¿Tan difícil de entender es que las dos son opciones aceptables?
Aparte, que con estos temas se suele demonizar en exceso a las tiendas de ropa. Que sí, que suelen tener más amplitud de tallas hacia abajo que hacia arriba, pero eso de una tienda en la que sólo se llegue a la 38 jamás lo he visto, de hecho yo uso una 42 desde que comencé la adolescencia y jamás he tenido problemas para encontrar mi talla (y compro en las mismas cadenas que compra todo el mundo).
Saludos!
Ainis94
Es como lo de que las guapas son tontas y las feas profundas e interesantes. Yo soy guapísima e interesantísima de la muerte.
ResponderEliminarBah. Que les den. A los que opinan estas simplezas y a los estereotipos.
Besis de fresi
Yo también estoy cansada de lo de "mujeres reales" y "curvy". Yo tengo la 44, por genética cualquier cosa me engorda y mi culo engorda un poco más cada año. Y el verdadero problema no es si me llaman gorda o me miran mal, porque la verdad es que me molo a mí misma y yo, a mi clon, le daba.
ResponderEliminarEl problema es que cuando voy a comprarme ropa, no hay. No ya que me quede mal, sino que no hay. Esa es la gran diferencia con las mujeres hiper delgadas: que para ellas siempre habrá, les guste o no esa prenda.
El día en que veamos en la televisión a presentadoras delgadas, gordas y rellenitas; cuando en las revistas haya de todo y en las pasarelas desfilen a la vez mujeres de todo tipo de constituciones... entonces se acabará toda la tontería. Porque todas somos mujeres reales, joeres.
Amén
ResponderEliminarSoy del club de la 34, y me miran como si fuera anoréxica cuando pido una talla menos
y también todo el mundo piensa que claro , como eres delgada, todo te queda bien...pues no, con algunas cosas, estoy de pena y además encontrar ropa de la 34 para una persona de 42 años es difícil, para mi talla, sólo hay cosas de adolescente petarda o de Ana Obregón...
No había visto el dibujito pero a mí tanta falta de respeto me parece meterse con alguien por gorda como presuponer que por que una chica esté flaca tiene que ser tonta del bote o una superficial.
ResponderEliminarYo superé los 50 al cumplir los 35. Hasta entonces, lo más que había pesado eran 47 kilos. Sigo llevando una 34 y tiene razón Alicia en que cuando cumples según qué edad cada vez es más difícil encontrar ropa de tu talla que no te haga parecer una ridícula. Jajajaja.
Lo de que me manden a comer cocido lo he escuchado mil veces en mi vida y es cierto que parece que las flacas no se pueden ofender. De adolescente lo pasaba fatal porque no tenía curvas ni nada pero siempre está como mejor visto meterse con una flaca que con una gorda, cuando lo suyo sería no meterse con nadie. Mujeres reales somos todas, las flacas, las gordas, las bajitas, las altas...
En fin, a ver si maduramos de una vez y empezamos a fijarnos en lo que importa. Un besote!!!!
Muy buena reflexión Naar. En los comentarios ya han dicho todo lo que yo diría sobre este tema, pero quería saludarte! Que viva la diversidad!!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. A la gente delgada también le dicen unas cosas que alucinas, y todo el mundo piensa que no come. Y también estoy de acuerdo en que a mí los chicos muy delgados no me gustan.
ResponderEliminarBesos.