Parece que mi último post os ha tocado
la fibra. Supongo que en parte todos nos hemos sentido desplazados en
algún momento, nos han tratado mal o nos han hecho sentir marcianos.
Por si os sirve de algo, como ya he
dicho en los comentarios, en cuanto salí por la puerta del colegio,
dije adiós para siempre a toda la panda de mamarrachos. Recuerdo el
día de la fiesta de despedida que una de las más guays e hijas de
puta de mi clase, que me odiaba desde pequeñas porque le gustaba un
chico al que le gustaba yo, me vino de buenas. Me dijo que ya había
pasado todo y que podíamos ser amigas. Le sonreí, me acerqué a
ella y le dije, muy bajito y con mi mejor sonrisa de psicópata que
si nos encontrábamos por la calle, se cambiara de acera. Obviamente,
no me volvió a saludar.
Con esto quiero deciros que sí, lo
pasé mal, que hubo rachas que lloré y pataleé en mi casa, que hubo
momentos en los que pedí que me cambiaran de clase porque
curiosamente, con las chicas del B y el A me llevaba bien. Que hubo
años enteros que me pasé los recreos sola, leyendo o hablando con
las profesoras. Que sí, que fue chungo. Pero no tengo trauma.
Siempre fui de carácter fuerte y no me afectaba tanto como pudiera
parecer. Y desde que a los nueve años descubrí el Pueblodelsur, me
dio más igual todavía. Además también tuve a esos pocos amigos
con los que pasé buenos ratos. En las excursiones me juntaba con los
de las otras clases. Y nunca tuve miedo. Les plantaba cara y nunca
llegó la cosa a mayores porque al no achantarme, les dejaba sin
armas. De pequeños sí nos cascamos más de una vez, pero nada
serio. Y de más mayorcitos, pues nada, pelotera va, pelotera viene y
santas pascuas. Yo sabía que aquello acabaría más pronto que tarde
y los nuevos proyectos me ilusionan, así que a pesar del miedo
normal, llegué al instituto con ganas de cambiar de vida. Y lo hice.
Allí conocí amigos, lo pasé en grande, me apunté a un bombardeo,
empecé a salir, a divertirme y a ver lo que siempre sospeché, que
no era mi culpa. Que había sido mala suerte por estar rodeada de
imbéciles. Así que, aunque aún me lleven los demonios cuando me
acuerdo de ciertas cosas, es una parte de mi pasado más remoto del
que no me acuerdo apenas.
Y, no nos engañemos, yo era una niña
muy rara. De lo que más se me acusaba siempre en mi colegio era de
ser diferente. Me lo decían como algo ofensivo. ¿Por qué tienes
que hacerlo todo diferente? ¿Por qué te gustan/lees/escuchas
música/haces siempre todo distinto a nosotros? Pues porque no soy
como vosotros. Y recuerdo que me llenaba de una extraña
satisfacción. Porque les veía y me parecían tan vulgares, tan
comunes, tan simples, que me alegraba que no me vieran como una más.
Así que me regodeaba en mi rareza. A ellos les reventaba que encima
estuviera orgullosa. Yo me sentía Galileo diciendo “y sin embargo
se mueve” (sea o no cierta esa anécdota histórica, el caso es el
sentimiento).
Así que, enfados a parte, me enseñó
más de lo que me traumatizó el asunto. Aprendí a ser fuerte, a
crecerme ante la adversidad, a gustarme a pesar de las críticas y a
que me resbalase la opinión ajena. Aprendí que el entorno es sólo
un contexto que se puede cambiar y que no determina lo que eres.
Aprendí que saldría adelante fueran como fueran las circunstancias.
Y sobre todo, aprendí que todo se pasa y que nada está escrito, que
todo puede cambiar, sobre todo a mejor.
Y ya que me he acordado de cosas que
tenía olvidadas, igual un día os cuento mis momentos estelares,
como cuando inmovilicé al chulito de clase contra el suelo, cuando
gané el concurso de relatos o cuando lié un motín en clase y una
monja me apodó como la manipuladora de mentes.
Uy, la manipuladora de mentes... Eso tengo que leerlo yo.
ResponderEliminarEn mi caso creo que encontré más idiotas en el instituto que en el cole pero, como dices, yo también era un poco de mirarlos por encima del hombro y pensar "en la vida querría ser como tú, australopithecus". Jajajaja. Besotes!!!
vale, jeje, es una anécdota tonta, pero tomo nota y la cuento. :)
EliminarYo también fui la rara del colegio. Un Beso-
ResponderEliminarTodos a veces somos los raros, depende de quién nos rodee.
EliminarDesde niño fui un amante de la lectura en razon de ello no podia congeniar con los de mi edad y eso me obligo a andar con muchachos mayores que yo.
ResponderEliminaryo me refugiaba mucho en los libros, ahora agradezco esa rareza.
EliminarMe habría encantado conocerte en esa época, tenías que ser un personaje bueno Jejejeje. Yo creo que me habrías resultado graciosa, porque la gente con personalidad y gustos propios me gusta.
ResponderEliminarYo en el cole fui muy feliz, siempre fui sociable y tuve buenas amigas. Sólo hubo una vez con una que era más mala que un dolor, que le dio por meterse conmigo y lo solucioné zurrándome con ella. No volvió a meterse conmigo... Lamentablemente a veces no hay otra manera...
Creo que aparte de cómo seamos cada uno también depende muchísimo de la suerte con la gente que nos rodea.
Tú igual en otra clase habrías estado integrada y feliz pero si tienes la mala para de caerle mal a una bruja con influencia sobre el resto la cagas.
A ver si te animas algún día a contar momentos estelares de tu infancia :)
Besos
yo era rara, pero el tiempo me confirmó que ellos eran los memos, con las otras clases me llevaba bien, en el insti, en la universidad... no puede ser casualidad. Y qué pena que a veces tenga que ser a mamporros como te dejan en paz.
EliminarYa contaré alguno :)
jajajjaja cuenta, cuenta!!!!
ResponderEliminarMira... mi manera de empezar el instituto... no era la ideal. Dos meses antes me habían puessto un corsé en la espalda que invadía el cuello... vamos... que se notaba (corsé de Milwaukee por si tienes interés en comprobar lo horrible que era) Tenía que usar una mesa especial en clase y lo llevé por 3 años.
No sé la de veces que mi madre me preguntó si se metían conmigo por ello... si bla bla bla... JAMÁS!!! Es más... diría que los 3 primeros años fueron los mejores... jaja
Ejemplo de ello era que, desconozco por qué, les infundía bastante lástima a los malos malotes (una buena parte de ellos, gitanos, que al resto del mundo les daban muchísimo miedo... pero como yo me los conocía a todos de no ir a religión en el colegio...) y me llevaban la mochila. Conclusión... tenía media faena hecha...
A mí no me dijeron que fuera manipuladora de mentes... jaja Pero para que quedara constancia (y no lo puse yo) en mi mesa, que iban cambiando de clase de año en año... ponía con rotulador permanente: "Irene, la jefa" Fin... jaja
Supongo que siempre he tenido un carácter bastante pasota que hacía qie fuera inmune a los que se metían con todo el mundo...
Lo del corsé hubiera sido una sentencia en mi clase... tuviste suerte de que te tomaran "lástima" jajaja.
EliminarIrenota conocía a los gitanos porque antes de crear la iglesia de Philadelphia iban a la suya, que no sea fulas y no te mienta xDDD Cuando va al mercadillo le hacen unas rebajas que flipa, a ver si lo niega 3:)
ResponderEliminarHoy se ha suicidado un niñín por acoso escolar, dejó una carta que me ha roto el corazón.
Los profes que no te cambiaron de clase sin cuestionarse si lo podías estar pasando mal, eran unos mierdas.
Besos
Oye, los descuentos merecen la pena!! Jajaja.
EliminarLo del niño lo he leído hoy, pensaba comentarlo luego.
Por entonces ya no iban... pava... jaja los conocñia de las clases de no religión del colegio en las que yo era la única paya... :p
EliminarPor desgracia en esta vida, lo diferente, no se acepta. Y no sé por qué. Si no fuera por los colores, por las diferencias, por los distintos gustos, que aburrido sería el mundo.
ResponderEliminarMe alegra que tuvieras ese carácter. Eso hace que nada pueda contigo. Nunca hay que tenerle miedo a los chulitos, eso los crece.
Mil besos bonita
La verdad es que creo que gracias a no achantarme les tuve un poco a raya, a los que lloraban o tal se les daba más caña todavía. Qué asco de gente abusona. Con lo que mola ser raro :)
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