sábado, 5 de febrero de 2011

la odisea de comprar condones

Soy una persona oportuna. Siempre hago las cosas en el momento más… más interesante. No en el mejor, ni en el más adecuado. Si no en el que más gente haya mirando, en el que más ridículo y extraño pueda parecer lo más sencillo.
Ejemplo: en mi mundo comprar condones es una odisea. Lo había olvidado, porque llevaba muchos años hormonada y con pareja estable, pero ahora el asunto ha cambiado. Sigo con el anillo mágico, pero aunque mola más andar descalzo por la hierba, no es cuestión de que cualquiera pisotee el césped.
El tema ya se ha dado el caso varias veces a lo largo de mi vida de que me faltaran preservativos en los momentos más inoportunos. Incluso hace poco, cuando secuestré a hermanodeG, tuve que rebuscar entre las cosas que sorprendentemente han sobrevivido a las mudanzas y encontré dos condones a punto de caducar. Obviamente, había llegado de nuevo el momento de enfrentarme al trauma e ir a comprarlos. Lo chungo es que por las mañanas voy siempre con mi madre y por las tardes me suelo quedar en casa estudiando, limpiando, cocinando o tocando la viola, pero no suelo salir. Y con mi madre tengo confianza, pero no tanta. Y paso del momento tenso, como cuando sale una imagen porno en la tele y estás con tus padres, que de pronto no sabes dónde meterte. Ayer  sin embargo tenía que hacer de recadera y pasar por el mercamoñas yo sola. Así que era mi momento. Cogí la caja de Follex-confort que quería y las demás cosas y me fui a la caja, pensando que al fin y al cabo, no estaba haciendo nada malo. Cuando puse las cosas en la cinta trasportadora, el tipo que canturreaba detrás mía me miró con ojos de pervertido, pero me dije que eran sólo imaginaciones mías. Que soy muy susceptible. Y sé que no debo, que comprar preservativos no tiene nada de escandaloso en los tiempos que corren, pero es que siempre que lo he hecho han pasado cosas ridículas.
La cajera se pone a pasar mis artículos, piiii, piiii, piiii… hasta que llega a la consabida cajita roja. Y no pasa. Bien, empezamos el momento chungo. Discreta, como todas las cajeras, levanta la caja en alto y grita, alzándose entre la marabunta que hay comprando:

-          ¡¡Mari!! ¡¡Mariiiiii!!
-          Dimeeeee
-          Oye, dime el código de “esto” que no pasa…

La Mari, que debía ser más cegata que un topillo de campo, entorna los ojos a cierta distancia y siguen ambas en su tono más elevado de lo normal:

-          ¿Qué es eso?
-          Una caja de Follex-confort de esta chica.

Me pregunté si debía levantar a mano y decir “presente”.

-          ¿Y qué, quieres el código?
-          Sí, que no pasa.
-          Es el noséqué-nosécuántos.
-          Vale.

Teclea y vuelve a levantar la caja bien alto, por si la señora del fondo aún no sabe que pretendo volver a echar un kiki algún día.

-          ¡Mari! ¡¡Mariiii!!
-          ¿No pasa?
-          No, esos son los Follex normales, yo digo los Follex-confort, que son lo que lleva esta chica…

Hola, soy la chica de los Follex-confort. Y no sé si después de esto me quedarán ganas de usarlos.

-          Ahhh, pues espera que voy a mirar.

El caturreador de detrás se quedó mudo y me miraba con más lástima que lascivia. Yo debía estar más roja que la caja de preservativos, e intenté guardar los tomates y el jamón de york en  las bolsas como si tal cosa, recordándome a mí misma no meter el ticket en las bolsas que tenía que llevar a casa de mi madre o me suicidaré antes de usar ni un solo condón más y será un gasto inútil y una vergüenza absurda.

-          Juani,- de nuevo a voces - ya tengo el código del artículo de la chica.

Ya que lo gritas desde el pasillo y no te acercas, gracias por usar la palabra “artículo”.

-          Dime.
-          Follex-confort: código tropecientosnosecuantos.

Retiro lo dicho. Para qué ser discreto pudiendo gritar que compro condones.

Pagué, recogí mi compra de mala leche, comprobé mil veces que el ticket estaba en mis bolsas y no en las de mi madre, llevé la compra a su casa y me vine a la mía, con los malditos preservativos entre la verdura y las latas de coca-cola.
La próxima vez voy a una farmacia muy, muy lejana, como la galaxia esa de las pelis.

11 comentarios:

  1. jajajajajaja!!!!
    Chica, yo es que no he comprado en la vida, siempre me han venido los acompañantes "surtiditos", pero es tan fácil como pensar: "pues si, señores, YO FOLLO, y me lo paso en grande!!"
    Me ha encantado. Y ya he vuelto... creo.
    Miles de besos, preciosa.

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  2. Joer, yo también compro en Mercamoñas y lo hago de la forma más natural del mundo, pero si me pasara eso creo que saldría corriendo y no volvería nunca más.

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  3. Jajaja, pobrecilla, que rato tuviste que pasar!! Yo no sé que es lo que pasa con esos "artículos" pero es como si tuvieran una especie de imán para crear ese tipo de situaciones.
    A mí no me ha pasado lo que a ti, pero sí que me ha pasado que los he comprado en un centro comercial y no le han quitado la alarma. Joer, lo primero que suena nada más salir de la caja. Le dices a la cajera que te quite la alarma y ella con toda la tranquilidad (y todo el mundo mirando): "tranquila, no pasa nada". Sí, claro, muy tranquila, ya no puedes ir a más comercios porque el dichoso paquetito seguirá pitando cada vez que entres o salgas... ainsss... jajajajaja. Luego lo piensas y pasan de ser momentos vergonzosos a ser muy cómicos.
    Saludos!!!!

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  4. Querida Naar, eres la "tía"mas simpática y mas cachonda que he conocido en mi vida,sigue así y no cambies nunca,yo tengo suerte de no necesitarlos desde hace muchos años,así que no tengo esos problemas,(no iba a ser todo malo en la vida).Un saludo luz.

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  5. Jjejejejejejeje, a mí me pasó eso hace unos años. Iba con un amigo y nos empezamos a descojonar por lo que el trauma no fue tan severo. De todos modos, Naar, últimamente la odisea no es ir a comprarlos, la odisea es utilizarlos con la persona que merece la pena.

    Un beso y genial entrada, como siempre.

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  6. Jjejejejejejeje, a mí me pasó eso hace unos años. Iba con un amigo y nos empezamos a descojonar por lo que el trauma no fue tan severo. De todos modos, Naar, últimamente la odisea no es ir a comprarlos, la odisea es utilizarlos con la persona que merece la pena.

    Un beso y genial entrada, como siempre.

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  7. jajajja...
    bueno.. todo sea por tu proteccion( tema muy importante1)

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  8. ¡Qué mal rato! Pero lo que me he llegado a reír leyéndote no tiene precio.

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  9. Jajajajajajajjjajajajaja

    Yo recuerdo al primera vez que compré una caja; fue en Alcampo, y a la hora de pagar, tartamudeé y se me cayeron al suelo.

    Criatura...

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  10. Jajajaja! Fantástico. Felicitaciones. Adorable redacción. Voy a husmear ahora mismo los pasos de este caminante blog...

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