Al final el jueves me decidí a quedar con chicososo, al que estoy pensando seriamente ponerle otro apodo. Y no porque no sea soso (que lo es), si no porque… no sé, porque me da cosa llamar así a un chico, que por lo demás, es estupendo.
El caso es que quedamos. Y el sigue reuniendo suficientes cualidades para ser candidato a novio casi perfecto: sigue siendo guapo, alto, delgado, tranquilo, sonriente, educado y blablablá. Todo sería perfecto si no fuera porque no siento… “eso”. Por eso todo se queda en el casi. Así que es “casi” perfecto. Y eso, lamentablemente, no es suficiente. No porque las cosas tengan que ser perfectas, que no lo son. Si no porque hay que ver lo bueno y lo malo, sin casis. Y este pobre hombre es así, siempre hay un casi que lo estropea. Y yo sólo puedo fijarme en ese casi.
En cualquier caso, cuando uno tiene una cita con alguien que le gusta, vuelve a casa como flotando, rememorando la conversación, las miradas, las sonrisas… y si tienes la suerte de que te besen en el portal, subes a casa levitando, a un palmo por encima del suelo, sintiendo el corazón en la garganta y un dulce calorcillo en los labios. Bien, pues nada. No sentí nada. Ni frío ni calor. Nada.
Así que, pasamos una tarde “casi” perfecta. Tomamos algo y charlamos. Me acompañó a casa. Me besó en el portal. Subí en el ascensor, pensando una vez más porqué los zapatos más bonitos son los que más duelen. Y me dejé caer en el sofá, totalmente rendida. ¿Por qué soy así? ¿Qué es lo que falla? ¿Por qué no siento nada? Me pregunté si aún me latía el corazón. Y tras comprobar que sí, que el corazón físicamente me late, encendí el ordenador, me desmaquillé, me quité la ropa mona y me preparé un té de naranja.
Estaba un poco depre, la verdad. Jo, sabía que estaba acorchada en cuanto a sentimientos, pero tanto, tanto…
Y en esto que alguien me habla por feisbuc. Supuse que sería Pa, o Jimmy, que trabaja de noches y se aburre. Pero no. Es el dueño de mis sábanas. Y sólo ver que es él y que me dice “hola guapa” me acelera el pulso. Maldita sea mi estampa, me digo, pero mi parte depresiva y calimera me puede, así que al principio la conversación es de lo más anodina. Hasta que, no sé por qué, me dice, “eso es como el sueño de los elefantes ¿sabes lo que es?” y yo digo que no, que no suelo dormir con elefantes. Suelo dormir con un gato. Y a veces he tenido la sensación de dormir con un cerdo, con un oso, o con una marmota, pero de elefantes no sé nada. Y me dice, que cuando un elefante duerme, puedes hacer casi de todo, que sigue durmiendo, pero que si le despiertas, es mejor que huyas. Y yo pienso, “vaya, tienen buena memoria, pero mal despertar… como yo” y sonrío. Generalmente, la sonrisa ahuyenta mi lado calimero, pero esta vez no se va del todo. Queda, como un residuo hasta que pienso de nuevo, “igual sí que es buena comparación y yo estoy como un elefante dormido. Lo mismo estoy agilipollada sentimentalmente, y por mucho que haga la gente a mi alrededor no despierto, pero el día que salte la chispa, arderá Troya.” Y ese pensamiento me hace sonreír otra vez y echa definitivamente a mi pequeño calimero interior.
Así que sigo hablando con él, olvidando mi cita desaborida y mi beso más desaborido aún. Me dejo llevar, porque es lo que he hecho siempre con el dueño de mis sábanas. Se me despierta el elefante. Se me desacorcha el corazón. Dejo que la noche de verano, una vez más nos haga al uno del otro sin que importe nada de lo que hay fuera de nuestro pequeño mundo. Dejo, simplemente, que pase otra vez, que mi mundo desparezca y sólo esté él, por un ratito, sólo él, sólo yo.
Y cuando, a las tantas de la mañana, nos despedimos y sólo me queda un cenicero lleno y los posos del té de naranja, maldigo mi estampa de nuevo. “Cagüenlaleche, tía, ya te vale”, me digo. “Por qué, joder, por qué. Por qué eres taaaaan idiota que no puedes sentir ni un poquito por un chico casi perfecto que tienes al lado y sin embargo dejas que este otro, sólo a través de la red, despierte tu elefante. Anda, y vete a dormir. Ir a dormir los dos, el elefante y tú.” Por suerte, a la mañana siguiente, sólo me desperté yo, el elefante duerme de nuevo… por ahora.
Oeee, oé, oé, oeeeeeeeeee que se ha actualizado solito!!!
ResponderEliminarDicho esto, yo tengo una pregunta: ¿por qué no quedas con el dueño de tus sábanas, despertáis al elefante y que arda Troya, todo de golpe? Y si eso se le deja dormir de nuevo después...
Es que me gusta vuestra historia... :)
Un beso enorme.
jajaja, de él solito nada, ayer toda la tarde investigando hasta que lo he conseguido. se vé que se había ido un poco la pinza a blogger.
ResponderEliminary nada, de despertar elefantes nada. no es el momento ni el plan. pero la historia tiene su miga, sí.
un besazo!!
Te iba a decir lo mismo, por fin se actualiza. Ya veo que tu trabajo te ha costado. Sobre tu historia, qué quieres que te diga. Que es verano, que hay que aprovecharlo... y que te quiten lo bailao.
ResponderEliminarEn parte me identifico con lo que nos explicas. Y me duele. Porque entiendo, siento y vivo parecido.
ResponderEliminarPor otra parte, descórchate de una vez, despierta al elefante y VIVE, DISFRUTA, AMA, SIENTE, da rienda suelta a todo y por todo. Al soso-casiperfecto, al de tus sábanas, o quien haya de ser. Deja de una puñetera vez el pasado en el pasado. Esto va por mi, pero creo que a ti te vendría bien. Deja de hablar del desequilirado. Supéralo!! Que se vaya a la mierda de una vez.
Podría aplicarme yo lo mismo, alquien lo agradecería (aparte de mi).
Qué fácil es dar consejos, cachis.
Muchos besos!!
ARIADNA: agradezco los consejos, a mí me pasa algo parecido, a veces leo cosas en otros blog y me desahogo con los consejos, jejeje. pero tengo una pregunta... ¿hablo mucho del desequilibrado? porque yo pensaba que no. que tampoco lo oculto, es parte de mi vida, pero no creo que esté dando muchas vueltas al tema. y esque creo que lo tengo bastante superado... ¿no es así? a veces las cosas se ven mejor desde fuera, por eso me interesa lo que dices.
ResponderEliminarbueno, gracias por tus comentarios y ánimo tú también. un beso.
Vaya por delante que estoy de acuerdo con los consejos que te han dado CMQ, Goyo y Ariadna, pero... y si resulta que besas al elefante y en principe no es azul?
ResponderEliminarQue putada, no? Casi tanto como si al final te conformas con el hombre casi perfecto... con el que puedes tener la seguridad de que ese "casi" que le falta es lo que más vas a echar de menos en tu vida cotidiana con él.
Lo siento, nadie dijo que la vida fuera sencilla. Y si lo fuera, sería un coñazo.
Muchos besos.
Naar, no es que hables 'demasiado' de él, simplemente hablas de él. Rompiste con él. Déjalo atrás. Sé que forma parte de tu vida, pero de tu vida anterior, de tu pasado, no de tu presente. Sólo quería decir que vivas tu presente, que lo disfrutaras sea cual sea y al lado de quien sea.
ResponderEliminarBesos!
Voy a tener q ponerme al día con esta historia :D , q voy algo perdida ultimanente.
ResponderEliminaryo no creo q hables mucho del "otro"... es sólo q has vivido y compartido mucho con esta persona y ha formado una parte importante de tu vida, es normal q aparezca en tus escritos.
besotes
alma