A pesar de haber crecido en un barrio… muy barrio, no soy una macarra. Creo. Pero a veces me sale la vena bajuna de pegar un grito o contestar de mala leche a los desconocidos. Y es que yo no soy una persona con mal humor a largo plazo, pero sí tengo un poco instinto de gaseosa, que me agitas y ¡¡puf!! exploto. Así que a veces es mejor no tocarme las narices si no quieres un zarpazo.
Además, estar en Madrid me estresa. Es llegar aquí y como dice la canción, me entra el veneno de la ansiedad. Y todo me pone de los nervios. Sin embargo, cuando voy al sur, mis pulsaciones bajan. Si a eso le añades que el niño chico es una persona calmaaaaada, que vive despaaaaaaaacio, pues yo me relaaaaaaajo y como que todo empieza a importarme menos. Además, ole sus huevos, sabe quitarme los mosqueos. En pocos meses sabe trucos que otros hombres de mi vida han tardado años en comprender. Sabe darme una razón por la que en vez de saltar la como la espuma de una botella agitada, razone y me controle. Así que mis vacaciones han sido, básicamente, un remanso de paz.
Ejemplo uno: viejo loco de enfrente de mi casa que me grita y golpea mi coche cuando trato de aparcar. Mi primer instinto es salir del coche resoplando y echando arena para atrás como un toro de mihura, pero ahí está el niño para tirarme de la mano y decir “nena, está mal de la cabeza, para qué discutir con alguien que no te va a entender… pérdida de tiempo.” Y yo me digo, “pues tiene razón” y dejo que me lleve a casa mientras el viejo suelta improperios.
Ejemplo dos: noche de debate en casa de amiga chica. Su marido, recién salido de la época de cromañón empieza a desquiciarme. Me planteo saltar por encima de la mesa, abrirle la cabeza de un hachazo, sacar el serrín e introducir un cerebro. Pero el niño me da un toque en la mano. Me mira y sacude la cabeza despacio, en una negación suave. Y yo pienso, “tiene razón, para qué calentarme”. Pero el resto de la gente sigue gritando como en un plató de telecinco, sin escucharse unos a otros y cada vez más calientes y mosqueados. Hasta que mi niño abre la boca, suelta unas palabras a la mitad de decibelios de los que se estaban usando y se hace el silencio. Con dos cojones. Ocho persona de más de treinta años sin respuesta a una sola frase de un chaval de 23. Ole.
Lo malo es que ahora he vuelto a Madrid. Y aquí no hay niño que valga. Así que ayer, en apenas dos horas fuera de casa, discutí con dos viejas, le grité a un viejo verde que intentó tocarme el culo, le solté una maldición entre dientes a un moro que me dijo una grosería y odié a más de la mitad de los coches con los que me crucé por el camino.
Esto debe ser lo de la crisis postvacacional.
Jajaja hoy precisamente en el trabajo hablábamos que pese a vivir en un barrio, nunca habíamos visto a gente tan asilvestrada como la del pueblo en el que trabajamos :P
ResponderEliminarJajaja. Te veo mudándote al sur en cualquier momento. Así puedes venir de vacaciones a chillar cuanto te plazca. Jajaja. Besos.
ResponderEliminar"...por respeto. Digo yo, ¿no?"
ResponderEliminarAhí fue cuando supe que ibas a saltar. Menos mal que estuve atento :)
Me quedo con la frase del nieto del viejo:
-¡Abuelo, siempre igual coño!, !pide perdón y cállate!
Y luego el viejo gritando a kilómetros de distancia:
-¡¡¡¡Yo me voy de este pueblo!!!!
Riconudas vacaciones eh, nena.
Un beso!
Riconudas, exacto. esa es la defición exacta. :D
EliminarBueno, pues ya sabes, a aprender del niño chico. Por el bien común...
ResponderEliminarMe alegro de que tus vacaciones hayan sido más tranquilitas. Y cuando quieras, nos tomamos un mojito por Huertas, seguro que descubres que Madrid también te puede ofrecer momentos zen ;)
Besines!
tomar algo por huertas?? cuando quieras!! que madrid tiene buenos rincones y lo sé, disfruto de ellos, pero a veces cuando vuelves notas más el cambio...
Eliminartotal, que ahí está mi mail, me mandas un correo y hace ese mojito cuando te apetezca :)
Ves... la simplicidad de los hombres a veces es eficaz. Para qué cabrearte con alguien que jamás te comprenderá por mil razones que le des. Pues como con eso, con muchas cosas. Sin comeduras de cabeza. No merecen la pena.
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