Me quiero cambiar de edificio. No lo pensé detenidamente
cuando compré esta casa. No hice un estudio exhaustivo sobre mis vecinos. Eso
sí, ya he aprendido. Cuando me mude de nuevo será a:
a) una
casa con terreno alrededor para no tener vecinos.
b) Una
isla desierta.
c) Una
cueva en mitad del monte.
En caso de no poder acceder a ninguna de las anteriores,
seré mucho más cuidadosa a la hora de elegir vecinos. Porque uno cree que
compra su piso y que los que te rodean son seres casi invisibles que apenas
cohabitan en el mismo espacio vital. Pero no. Son molestos, hacen ruido, tienen
hijos y dan por culo todo lo que pueden.
Cuando yo me mudé aquí todo parecía normal. Parejas que iban
a su bola y punto. Pero han pasado tres años y todo se ha dado la vuelta. Mis
estupidísimos vecinos de enfrente han tenido una niña que berrea a las cuatro y
media de la mañana. Y no llora o llama a sus padres, no… ella grita y se coge
unos berrinches descomunales cuyo único fin es dejarnos sordos a todos para no
escuchar roncar a su puñetero padre cuando ella por fin se calla. A ver si se
mudan, que este piso es muy pequeño para tener hijos.
El vecino del primero era un tipo simpático que vivía con su
novia, un gato y un perrito patada de pelos esponjosos. Pero se separó. Y la
novia se llevó al chucho. Y él llevó al gato a casa de sus padres. Así que
ahora es un soltero despreocupado que me acosa siempre que puede. Tras varios
rechazos educados, pensé que había aceptado la derrota y por fin me estaba
dejando den paz. Y es que no puedo ponerme en plan brusco porque es el vecino,
tengo que encontrármelo en la escalera y nunca sabe una cuando va a necesitar
un poco de azúcar o algo. Pero vamos, que he sido lo bastante clara. Y llevaba
como tres o cuatro semanas sin saber de él. Feliz de la vida, me había olvidado
de que tenía vecino.
Hasta el otro día que a las doce de la noche me llega un
wasap. “vecina, se te ha caído un calcetín de rayas naranjas??”. Su puta madre.
Pues sí, se me ha caído. Pero puedes dejarlo en la escalera para que lo coja a
la que paso. No hace falta que te lo lleves a tu casa, secuestrador de ropa.
Que no hay que darle de comer ni nada, coño, que es un calcetín. Y es que me
cabrea el síndrome de trapero que tiene este vecino. Que ve unas bragas, una
camiseta, una bayeta o lo que sea que se ha caído y se lo lleva a casa. Y ahí
lo tiene durante vete a saber el tiempo. Un día voy a tirar los recibos por la
ventana, a ver si me los paga mientras tanto.
Además, sospecho que lo recoge todo con el único fin de
hacer que vayamos a su casa y así darnos charla durante un rato. Y hablo en
plural para evitar un poco mi rollo paranoico, pero juraría que tiene una
querencia especial por mis cosas. Todo lo que ve que puede parecer mío, se lo
lleva este hombre a su casa riendo como Gollum “mi tesoro… un calcetín
vieeeejo, ahora vendrá la vecina y la retendré en Mordor”. Y como yo paso de ir
a su casa porque bastante tengo con lo mío, pues me extorsiona por wasap.
“Tengo tu calcetín. Baja a por él si lo quieres. Si no bajas
en dos días, empezaré a arrancarle hilos poco a poco”. Tío, no mola. No es una
buena técnica para ligar.
El caso es que le contesté al wasap diciendo que sí, que el
puto calcetín de rayas naranjas era mío y que me lo metiera en el buzón, que
ando muy liada. Y venga charla, que si estoy liada porque he encontrado curro,
que si me va todo bien, que si esto y que si aquello. Que estaría al día
siguiente en casa por la tarde si quería bajar a por él. A ver, no tengo curro,
estoy cuidando de un gato pachucho y mimoso que me retiene 24 horas al día
pegada al sofá, así que te pido que me pongas el puto calcetín en el buzón y me
dejes en paz. Cansino. Que eres muy cansino. Y eso por no decirle que por mí se
puede meter el calcetín por el culo. Así, de buen rollito vecinal.
Por fin el otro día, mientras rascaba las orejitas a Ron y
le cantaba lo de los balleneros, me llegó un wasap diciéndome que ya tenía el
calcetín el en buzón. Le di las gracias y me respondió “las que a vos le
adornan, preciosa”. Me cago en mi vida.
Me voy a comprar una caña de pescar para rescatar las cosas
del patio antes de que Gollum las encuentre. Y eso mientras sigo estudiando lo
de la mudanza a la isla desierta. Que estoy mu jarta ya.
Yo no iba a comentar nada pero lo tengo que decir... ¡es un baboooosoooo!
ResponderEliminarEl whatsapp del secuestro del calcetín es muuuu triste .. Si tenía algún punto ahora esta en negativo! Menuda pieza XD
ResponderEliminarVuelve a lavar el calcetín antes de usarlo. Nunca se sabe. ja ja!
ResponderEliminar¿Y cómo es que le diste el whatsapp?
ResponderEliminarEn fin, yo he tenido pocos vecinos agradables. Viendo que tú también has tenido mala suerte, estoy por pensar que no es el azar, si no que la mayoría de las personas son muy pesadas en Madrid o simplemente no saben ser buenos vecinos.
¡Un saludo!
Jajajaja!! Qué bueno! xD
ResponderEliminarYo me quejo de mis vecinos y más de ellas que de ellos, por que se ponen los tacones a cualquier hora y aquello es un escándalo. De los berreos ya ni hablamos.
Eso sí, tengo la suerte de que a mi nadie me acosa :P
Bss
Hasta en una isla desierta tendrías vecinos, las viejas de las aldeas están por todas partes. Y yo me pregunto, cómo es que el Gollum tiene tu wasap? Biquiños!
ResponderEliminarLa misma pregunta que Mandarica iba a hacer yo. ¿Por qué le diste tu número? Ahora te tiene localizada...
ResponderEliminarA la vecina de arriba que tenía antes se le caía todo en nuestra cuerda. Se ve que eso de poner pinzas iba contra su religión. Yo a veces me hacía la loca y sacudía la cuerda para que se cayese todo para abajo. Qué perversa soy... Es que después de quince veces la cosa ya cansaba.
¿Qué tal sigue Ron? Besotes!!!
Oh dios... qué razón tiene Juan Car.... tira esos calcetines, a saber por dónde se lo ha restregado...
ResponderEliminarNo lo había pensado, que ingenuas somos! Tira ese calcetín! Esta maldito!
ResponderEliminarMe estáis dando un mal rollito... Mueeeeegggg
ResponderEliminarY el vecino tiene mi número porque cuando yo era presidenta de la comunidad hubo un problema con el seguro y él me ayudó a hacer un par de gestiones. Entonces no tenía wasap ni nada y estaba tan tranquila porque era un rollo 'por si pasa algo'. Algo de verdad, se entiende. Lo que no pensé es q luego lo fuera a usar para hablarme de calcetines caídos...
Ainssss...
Madre mía, qué brasas. Te entiendo bien, yo tengo uno así en la oficina. La frase “las que a vos le adornan, preciosa” es clavada, me ha puesto los pelos como escarpias...
ResponderEliminarPero que tío tan baboso y pringoso,vamos que para deshacerte de el vas a tener que tirarlo decorosamente por la escalera de una patada en el final de la espalda.En fin mientras te sale una isla a buen precio ,paciencia .Gatisaludos de Merlina.
ResponderEliminarjaja, me parto con la aventura del calcetín :D
ResponderEliminarPero no seas tan dura con el vecino, que está claro que es todo un "galán" (eso de "las que a vos le adornan, preciosa" es para enmarcarlo) :D
Pobre calcetín... y pobre vecino ansioso que se va a quedar con las ganas!!
ResponderEliminarYa sabes, vete de compras y haz acopio de calcetines para poder renunciar a los que se te caigan ;)
yo aun no conozco a mis vecinos... pero LA VOZ SÍ!!!!!!!! Cada vez qeu hay partido si estoy por casa me entero de todo.. y juraría que a una manzana de casa tambien le oiría!!! que chorro de voz tiene el colega!!!!!!!!
ResponderEliminarque tal ron y abuela??
pero que clase de frase es esa??? La próxima vez llama a los geos que negocien con él, que si no te puede extorsionar de malas maneras jajaja
ResponderEliminartomate