miércoles, 30 de julio de 2014

Vacaciones capítulo 3: hay visitas que no son bien recibidas

En capítulos anteriores… la lejía no mata arañas, pero evita que resuciten.


A la mañana siguiente estábamos desayunando al sol cuando Pimiento y Tomate empezaron a mirar y a hacer gestos hacia la casa de los vecinos.

-          ¿Qué tienen ahí?
-          No sé, es un bicho.
-          ¡¡¡Argggg, araña, araña!!!

Vale, igual estaba un poquito susceptible al tema. Por suerte lo que tenían los vecinos era un camaleón enorme y precioso. En un terrario. Y a mí hay muchas cosas que me enfadan en la vida, pero el tema de los animales es algo con lo que no tengo freno. Y me jode la gente que compra bichos exóticos, pero más aún me jode que luego cuando se cansan los suelten en cualquier sitio sin pensar las consecuencias. Así que me volví como una fiera y empecé a mirarles con mala cara. Estaba dispuesta a ir y decirles cuatro cosas cuando la mujer se acercó.

-          Es un camaleón, que lo encontramos el otro día y mi hijo se lo trajo a casa pero nos da pena tenerlo ahí encerrado y lo vamos a soltar.
-          ¿Cómo que lo encontrasteis?
-          Sí, por aquí hay muchísimos, los cogemos a veces y luego los devolvemos al campo.

Oye, pues ya no me caía tan mal la mujer. Ni el niño. Le pedí que me lo dejara y tuve al bicho por encima, caminándome por el brazo y agarrándome con sus manitas. Me pareció una experiencia maravillosa. Casi compensaba el resto de la fauna del desierto ver aquella preciosidad en mi propio hombro.
O eso pensé por un intervalo de 24 horas, hasta que a la mañana siguiente, estaba vistiéndome tan tranquila cuando al ir a coger una de mis zapatillas, veo que le salen patas por los lados y sale caminando. Haceos la idea: Una zapatilla, ¿veis el ancho de la parte de delante? Pues patas que sobresalen. Ocho patas para ser exactos.

-          ¡¡¡¡AAAAARGGGGGHHHHHHH!!!!
-          ¿Qué pasa?
-          ¡¡¡¡ARAÑA; ARAÑA!!!! ¡¡¡La puta madre que parió a todas las arañas en mi habitación!!!

Pimiento, Tomate y Mar entraron a verla en tropel, hasta que la araña se movió y la puerta se les quedó pequeña para la estampida que montaron las tres. El Niño Chico mientras estaba tratando de redimirse por haberse dormido ante King-Kong y luchaba a escobazos. Y cómo os explicaría… Kingkong era más gorda, tenía un culo enorme y el cuerpo era el más grande que nunca había visto en una araña (tanto que creí que era un ratoncito de campo) Pero esta hijaputa que estaba en mi habitación era más estilizada, con las patas más largas y con dibujos de colores por encima. O sea, una puta tarántula. He mirado fotos en Internet para poneros alguna, pero ye me he hecho sangre en la espalda y aún no he encontrado exactamente la que es, así que paso.
El caso es que mi psicosis arañil aumentó lo que se dice un poquito. Compré flis y gaseé la habitación hasta el punto que Hitler hubiera estado orgulloso de mí. Obligué al Niño a revisarla cada noche antes de acostarnos porque me dio por pensar que la hijaputa había dormido allí toda la noche. Lavé mi zapatilla y reconozco que le he cogido manía y ya no me la pongo. Y toda sombra que se movía, todo aquello que me rozaba era susceptible de ser una araña.
Debo decir a favor de mi cordura, que el resto de bichos no me importan y hasta me gustan. Porque eso de estar en mitad del puto campo desértico almeriense trajo muchos más visitantes.

-          Chicas, hay una…
-          ¡¡¡Argggg, araña, araña!!!
-          Cucaracha, Naar, cucaracha.
-          Ah, vale, yo me encargo.

Y no era una cucaracha, era un grillo. Así que lo cogí y lo solté en el campo.

-          Naar, hay un bicho muy feo viniendo hacia la puerta.
-          ¡¡¡Argggg, araña, araña!!!
-          Qué no, que es un bicho…
-          Pimiento, por dios, no me des estos sustos.

Y era una mantis religiosa. Así que la cogí y la solté en el campo.

-          Huy, mira un…
-          ¡¡¡Argggg, araña, araña!!!
-          No, una cucaracha…
-          ¡¡Pero si es un escarabajo!! Anda, que estáis obsesionados con las cucarachas…

Y lo cogí y lo solté en el campo.

Y así. Hasta el punto en el que Pimiento disparó una goma del pelo y… ¿adivináis? ¡¡¡Arggg, araña, araña!! Incluso una se vino a Madrid en la maleta del Niño y estuvo bien cerca de dormir en la calle. Él y su maleta. Pero no, la mató valientemente. Eso, o que sabía las consecuencias.

En todo caso, si no os gustan los bichos, no visitéis Pueblichuelo de Arriba y quedaos en la ciudad como la gente de bien. 

6 comentarios:

  1. Pobres bichos; menos mal que has salvado a tantos :)

    ResponderEliminar
  2. Los lagartos, camaleones y reptiles en general molan...
    ¡¡¡pero las arañas NOOOOOO!!! Fffffffffff repelús total.
    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. A mí me pasa lo mismo con las arañas, es pura fobia!!

    ResponderEliminar
  4. Jajajajaja. Pues a mí las cucarachas también me dan mucho repelús... No es que sea yo muy amiga de los insectos en general. Va a ser por eso que no me gusta ir de acampada.
    Lo del camaleón debe de haber molado. Eso sí. Besotes!!!

    ResponderEliminar
  5. Vente a mi casaaaaa yo ODIO las cucarachas y de vez en cuando una entra por la ventana del salón....
    No te preocupes por la aracnofobia que tienes, yo he visto a mi padre subido en lo alto de una escalera echandole flis a una lagartija a metro y medio de ella... tu tranquila que el que más el que menos..
    Besotes.

    ResponderEliminar
  6. ¿Pero qué clase de arañas había en ese pueblo que mueven zapatillas? Jajaja, fuisteis a Almería de safari más bien, por tanto bichejo que había.

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!