Debido al aluvión (bueno, igual aluvión, aluvión no) de
quejas remitidas a mi persona por mis lamentos de no tener portátil y la
insistencia en que puedo escribir desde el móvil o la tablet o el ordenador de
sobremesa, os diré que si tanto interés tenéis en que escriba, lo que tenéis que
hacer es una colecta para recaudar fondos pro ordenador nuevo y no obligarme a
estar incómoda y/o desquiciada. Que sois muy poco comprensivos con mis dramas
cotidianos, coñe.
Pero vamos, es algo a lo que empiezo a estar acostumbrada. Cuando
volví del viaje por tierras almerienses sufrí un caso agudo de ignoritis.
Os pongo en antecedentes: soy una guarra de mucho cuidado
con el coche. Todo lo que limpio mi casa, ensucio mi coche. Todo lo que me
esfuerzo en recoger y ordenar en mi hogar, lo desparramo en el coche. Y es que
el bólido-Naar es mi espacio preferido del mundo. Ahí soy libre, voy donde
quiero, insulto a la gente, hablo sola, canto a pleno pulmón y esparzo porquería
sin sentimiento de culpa. Ahora bien, admito haber llegado a límites
insalubres. Tengo pañuelos, colillas de cigarros, mecheros gastados, papeles de
propaganda, botellas vacías, bolsas y demás basura. Tierra y mierda como para
plantar patatas en el suelo de los asientos traseros. Pero me la pela. Así de
duro, me la bufa por completo que el coche esté sucio. Sin embargo todo el
mundo que monta se afana por recordarme que hace falta una manita de limpieza. Y
ya me empiezo a sentir mal por ellos.
Así que cuando volví del viaje dije pues vale, pues lo
limpio en Pueblodelsur, que para eso hay manguera en el patio y enchufe para el
aspirador. Me compré unas alfombrillas nuevas y todo. Y encargué al Niño Chico que lo hiciera. Porque a mí gastar dinero en limpiar el coche me parece una pérdida
de dinero. Y gastar tiempo en limpiar el coche me parece una pérdida de tiempo.
Y el Niño es muy dispuesto, pero ya sabéis cómo son los hombres, que si se lo
das todo mascado, lo hacen, pero no pidas que resuelvan solos los conflictos. Así
que le dí los trapos, el aspirador y tal.
-
Nena, dónde enchufo el aspirador.
-
Hay un enchufe en el patio.
-
No lo veo.
-
Coño, nene, hay un enchufe ahí al lado.
-
No lo veo.
Fui hecha una furia. Y enchufe había…
-
Bueno, pues coge el alargador y enchúfalo dentro.
-
¿Dónde está el alargador?
-
En el trastero.
-
No lo veo.
-
Coño, nene, busca un poco.
-
No lo veo.
Fui de nuevo aún más enfadada. Y no, no había alargador.
-
Bueno, pues lávalo por fuera al menos.
-
¿Con qué?
-
Con la manguera.
-
¿Dónde hay una manguera?
-
Ahí al lado del enchufe inutilizado.
-
No la veo.
-
Coño, nene, ahí hay una manguera de toda la vida de
Dios.
-
No la veo.
Fui dispuesta a encontrar la manguera y estrangularle con
ella. Pero no estaba. Así que me poseí por todos los diablos y
llamé a mi madre.
-
¡¡¡Mamá!!! ¡¡¡Esta casa es un puto infierno!!!
-
¿Gñé?
-
Quería lavar el coche, pero no puedo. Y nos hemos
quedado aquí a dormir para poder lavarlo, si no me habría ido a mi casa. Y
ahora no puedo, ¡así que como me vuelvas a decir que mi coche está sucio te
tiro de él en marcha!
-
Pero si hay un enchufe ahí mismo.
-
No, no lo hay.
-
Sí hombre, donde el fregadero…
-
Mamá, no está operativo. – Y le mandé la foto.
-
Pues coge el alargador y…
-
¡¡No hay alargador!!
-
Compré uno de rollo, ¿no te acuerdas?
-
¡¡Que no está!!
-
Sí, hombre, en el trastero hay…
-
¡¡Que no, joder, que ya lo he revisado entero!!
-
Huy, jeje, pues igual se lo han llevado los obreros
pensando que era suyo, jejeje…
-
Sí, una puta gracia, oye.
-
Bueno, pues lávalo por fuera…
-
¡¡Si no hay manguera!!
-
Sí, hombre hay una ahí mismo donde…
-
¡¡¡Que no hay manguera!!!
-
Ay, hija, yo qué sé, pues aprovecha y vete a dar un
paseo por el monte, que mira que eres negativa.
Al final no quedó más remedio que dormir en el pueblo, más
incómodos que la puñeta y yo de una mala hostia de espanto. El pobre Niño es un
santo, os lo digo, un santo. Al día siguiente me volví a Madrid, deseando
perder al puto Pueblodelsur de vista por una temporada.
A los dos días me voy a
trabajar con mi madre y aparece con un paquete de toallitas para limpiar el
salpicadero.
-
Hija, es que tienes el coche llenito de mierda, que
mira que tu casa la limpias, pero el coche está siempre lleno de porquería…
mujer ya que estabas en Pueblodelsur podrías al menos haberle dado una manita
con unos cubos y unas bayetas y…
-
Mamá, guarda despacio las toallitas y procura no decir
una palabra más del asunto porque no respondo, ¿eh? ¡¡No respondo!!
Total, la cosecha de patatas de coche se espera para otoño y
creo que el musgo que está creciendo debajo de los asientos tiene una
civilización propia de seres nuevos que espero que se alimenten de las colillas y los tickets del mercamoñas descoloridos.
Yo no me apunto a la colecta porque ya dije que entendía perfectamente tu incomodidad a la hora de escribir desde una tablet. Soy rápida, ¿eh?
ResponderEliminarPobrecica ella, con el coche guarro y sin posibilidades de lavarlo... Me voy curando en salud por si pides también colecta para el coche. Jajajaja. Besotes!!
Yo odio limpiar el coche yo misma porque me sale una vena obsesivo-compulsiva que me hace ponerme histérica cuando me quedan guarreados los cristales. Así que me compensa llevarlo a que me lo limpien, por salud mental.. jajajaaja!
ResponderEliminarBesos!
Limpiar el coche es lo peor... Pero la satisfacción que da cuando por fin lo limpias es brutal! Lo digo porque hace poco que lo limpié después de muuucho tiempo sin hacerlo jajaja
ResponderEliminarinteresante tu blog
ResponderEliminarme quedo a leerte