Las siete de la mañana y una servidora
escribiendo. Y esto no sería tan raro si me hubiera quedado la noche
en vela, cosa que ocurre con relativa frecuencia. Pero no es el caso.
Anoche me acosté a una hora bastante razonable para lo que soy yo
porque el Niño Chico tenía sueño. Y me he levantado a las 6 de la
mañana porque Ron no lo tenía. Se podría pensar que soy una mujer y
madre abnegada.
Aunque todo sea dicho, me acosté
porque me encontraba fatal y el Niño al final fue la excusa. Y me he
levantado porque Ron estaba dando por saco, sí, pero también porque
yo ya no tenía más sueño y porque tenía que hacer un trabajo para
el curso que me estoy sacando de orientadora de empleo y claro,
cuando tengo un runrun en la cabeza no puedo pararlo. Así que me he
puesto en pie con el alba, me he hecho una infusión y me he puesto a
darle a la tecla, primero para el curso, ahora aquí. Y lo cierto es que aunque odio madrugar, ahora que Ron duerme en mis piernas todo tranquilo y esponjoso, el Niño duerme arriba respirando despacito y el silencio lo inunda todo mientras empieza a entrar la luz del amanecer por las ventanas, siento un extraño placer. Como si la vida no fuese una carrera a contrarreloj en la que yo voy de puto culo, como si el tiempo fuese algo que me mece y no algo que me persigue mordiéndome los tobillos o tira de mí apretándome la soga al cuello. Siento, aunque sea por unos breves instantes, que la paz es posible durante los segundos que dura el ojo del huracán. Y aprovecho a tomar aire antes de quedarme de nuevo sin él.
El fin de semana por su parte ha ido...
bien. Supongo. En la casa de Pueblodelsur todo es siempre extremadamente
complicado. En serio, hasta eso que piensas que te llevará cinco
minutos y que no tiene mayor vuelta de hoja te tendrá de cabeza
durante horas. Es una pesadilla a veces. Por suerte conseguimos más
o menos todos los objetivos que llevábamos y algunos extra, como
llenarme brazos y piernas de cardenales o pringarme el pelo de pintura que se niega a desprenderse.
En cuatro días vuelvo para allá a
seguir preguntándome por qué mis padres me odian y si no debería
hacer el petate y marcharme a un lugar muy, muy lejano. O cambiar la
cerradura de mi casa y encerrarme a cal y canto dentro, teléfonos
desconectados inclusive. Lo que sea para que dejen de pedirme cosas
extrañas.
Espero que me dé tiempo a contaros
algo más divertido que mis andanzas bricomaníacas antes de volver a
irme, pero quién sabe qué será lo que pase en esta especie de
chiste mal contado que es mi vida.
P.D. Os leo a todos/as. Os tengo
altamente vigilados. Pero no puedo comentar siempre que quiero, el móvil es una caca y
me da error cuando le doy a enviar, así que desde el pueblo no hay manera. Pero os leo, repito. Y por
supuesto reviso los comentarios, así que no me dejéis sola en estos
trances, coñe.
Hola. por la mañana, y madrugando, él día cunde más aunque es duro madrugar... ya leo que te encomiendas cosas extrañas... seguro que sacas todos los temas adelante... ya nos contarás. Seguimos en contacto
ResponderEliminarPues yo hoy he hecho al revés y me he levantado tarde. Y ahora voy de culo, claro. Voy a tener que aplicarme el cuento y empezar a levantarme al alba. Besotes, guapa!!!
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