Mi profe de inglés es un cachondo
mental. Lo malo es que a veces hace chistes en inglés y si no estás
escuchando o si tu nivel es un poco escaso, no lo pillas. Por suerte
a mí oído me sobre, así que me río mucho con sus ocurrencias
aunque a veces sea la única y el resto de la clase me mire como si
estuviera loca. Cosa que tampoco es nueva, por otro lado.
La verdad es que estoy encantada, estoy
soltándome muchísimo, mejorando a pasos agigantados y el otro día
me felicitó por mi pronunciación. Incluso el profe está pensando
subirme de nivel, aunque yo prefiero esperar a estar un poco más
segura. Fíjate, yo que tenía una vergüenza bárbara por decirlo
todo mal. Que también os digo, no sé qué le pasa a la gente en la
boca cuando habla inglés que parecen de repente todos murcianos. (No
me se enfaden los murcianos, que es bromita)
El caso es que el tipo, que con eso de
ser australiano y haberse pasado más de media vida del revés se le
ha debido de quedar el cerebro un poco más pallá que pacá y a
veces se va del tema y nos cuenta cosas que no sé sabe muy bien a
dónde conducen aparte de al hecho de practicar la lengua de
Shakespeare en ambientes menos rígidos. Hace poco por ejemplo,
describiendo unas viñetas con actividades cotidianas, había una
foto de un tipo haciendo la cama. Supuestamente. Entre que la
fotocopia estaba regulera y que el dibujo en sí era raro, el hombre
va y suelta “Aquí podemos ver a un hombre violando a una oveja. Y
en la siguiente está su mujer fregando los platos... o deshaciéndose
de las pruebas, quién sabe” A mí, propensa a la risa absurda, me
dio un ataque de esos incontrolables y mientras mis compañeros me
miraban confusos, le dije que quizás era una oveja muy, muy bella e
irresistible.
La semana pasada sin embargo, la tomó
con las cestas de Navidad. Le dio por decir que no entendía la manía
de los españoles de dar comida por estas fechas y que él prefería
que le dieran el dinero y ya se compraría lo que le diera la gana.
Un compañero le dijo que al menos si daban un jamón bueno sería y
él dijo que prefería algo dulce. Y que además se lo mandaran a
casa. Que hace años, trabajando no sé dónde, le dieron una cesta
con un jamón incluido (debió ser en antes de la crisis) y que
pesaba todo unos 15 kilos. El pobre hombre vivía lejísimos del
trabajo y no podía arrastrar la cesta por todo Madrid, subiéndola
al metro y al autobús, así que cogió un taxi y le cobraron una
pasta. Así que le salió cara la broma de la cesta.
De repente, me surgió la idea. Igual
que hay empresas que te envían flores, molaría una que te mandara
dulces navideños o bombones para regalar en estas fechas. Ya me veía
yo forrándome con mi idea, cuando descubrí que como de costumbre,
se me habían adelantado y resulta que Delaviuda, ya lo hace.
Por curiosidad me metí en la web y resulta que puedes personalizar
cajitas con dulces, bombones y toda clase de cosas ricas y enviarlas
a domicilio. Además que los puedes personalizar y no sólo para
Navidad, si no para toda clase de eventos, bodas, bautizos,
comuniones, cumpleaños... Total, que lo llego a saber un par de
días antes y el regalo del amigo invisible del blog había sido
esto. Para la próxima ya lo sé.
El canaston navideño una costumbre empresarial que trae de todo pero menos de lo que uno quisiera.
ResponderEliminarBesos