Por los comentarios que me han llegado
al blog (y eso que últimamente estáis vagos para comentar, coñe) y
los de twitter, he llegado a la conclusión de que no soy la única
monguer que no distingue su coche de otro que se le parezca. Debo
añadir en mi descarga de culpabilidad que mi madre se intenta subir
en cualquier coche que se parezca al mío porque se orienta fatal y
cuando voy a recogerla a algún sitio siempre temo que se haya
montado con otra persona. Y de mi padre mejor ni hablamos. Mi padre
sí que robó un coche pensando que era el suyo hace la torta de
años. Se subió a un seiscientos del mismo color, lo abrió, lo
arrancó y sólo cuando había avanzado ya unos metros se dio cuenta
de que no era suyo. De verdad que la tara viene de familia.
La verdad es que últimamente en Madrid
el tema del coche se está poniendo complicado y no sólo por la
posibilidad de que la policía te pille intentando abrir uno que no
es el tuyo. Los alarmantes niveles de contaminación nos han llevado
a la prohibición de aparcar en el centro los días en los que el
aire está irrespirable. Yo por suerte lo uso más para ir hacia las
afueras, pero cuando vuelvo a casa y veo la boina negra sobre el
centro me dan escalofríos. Y para colmo, las navidades, que
convierten esta ciudad en un caos mayor del habitual.
El problema es que el transporte
público no es tan efectivo como podría desearse. Los autobuses
pasan cada muchos minutos y cargados en modo lata de sardinas. El
metro va a su bola, con retrasos, averías y problemas varios. Y por
la noche ni os cuento. Los búhos o autobuses nocturnos tardan una
media hora en pasar, no siempre pillan cerca y por supuesto la enorme
cantidad de gente que va dentro es de todo menos recomendable. El
metro cierra pronto, o al menos no lo bastante tarde como para salir
a cenar y poder a volver a casa en él. Y los taxis, a parte de
caros, no siempre son fáciles de encontrar. Total, que te ves
obligado a llevar el coche y luego a tener que comértelo porque no
hay manera de dejarlo en ningún sitio. A veces, ante la
desesperación, terminas aparcando en cualquier sitio y luego lo que
te comes es la multa. Una odisea todo.
La verdad es que me gustan las
navidades, me gustan las comidas con mis amigos, las reuniones
festivas y las celebraciones. Pero todos estos inconvenientes se me
hacen cuesta arriba. Y eso que mi coche es una pelotilla pequeña y
que yo suelo tener suerte... pero en esta época es un horror. Al
final, desde hace unos años opté por meterlo en párking. Te evitas
el riesgo de la multa y no permites que el estrés de dar vueltas te
empañe una noche de diversión y acabe con tu buen rollo. El
problema es que hasta esa opción hay veces que se complica, porque
están todos llenos y vuelves a la idea de comerte tu coche así, sin
guarnición ni nada.
Lo bueno es que ahora han creado
Parking Kong, que sirve para reservar la plaza de párking con
antelación. Me parece esa típica idea genial que cuando la ves
piensas “pero esto por qué no se me ha ocurrido a mí antes, si lo
he tenido delante de la narices toda la vida”. Dentro de poco van a
sacar una app para el móvil y yo estoy deseando tenerla porque me
parece la solución al asunto engullimiento de motor y piezas
tóxicas. De momento tienen página web y ya se puede reservar la
plaza en tres sencillos pasos que te hacen los problemas de salir por
la noche o de ir al centro en horas críticas mucho más llevadero.
Aqui en mi aldea no tenemos esos problemas.
ResponderEliminarVente a vivir acá.
Te diré que he estado en Madrid tres veces y acostumbrada a Valencia, que es bastante más pequeña, me resulta imposible el tráfico allí. Y sois MU AGRESIVOS AR VOLANTE COÑE, jajaja, que vais en plan, aquí estoy yo y acojonáis. Bromas a parte, la verdad es que aquí en Valencia tenemos una red de transporte público cojonuda y es fácil ir a todas partes, mi hermano que es taxista se lamenta profundamente de ello ;-)
ResponderEliminarMe parece buena idea lo del parking, seguro será un acierto.
Un besazo chata