martes, 2 de agosto de 2016

Consejos que NO.

Últimamente he visto un montón de cosas por la red sobre un libro de consejos para niñas que habla de cosas como que tener novio es lo más de lo más o que hay que caer bien a los guay de clase a toda costa. Uno de los temas más espinosos es que dice que siempre hay alguien de quien se van a burlar y que tienes que tratar de no ser tú. Y si tiene que ser tu amiga, pues que no la defiendas porque mejor ella que tú.
A ver, esto es terrible. No puedo defender esa postura, ni ahora, ni cuando tenía 12 años. Y sé de lo que hablo porque yo viví un colegio que era una pesadilla y tuve de amiga a una chica que era el blanco preferido de todas las burlas. Y sí, por defenderla yo también sufrí el acoso de los que se creían mejores. Pero jamás me planteé ponerme del lado de los que aprovecharían otro momento para reírse de mí sólo por salvarme el culo un par de recreos. Y creo que sería más útil y más enriquecedor para la sociedad educar para que no se acose a nadie y para no reírse de los defectos o complejos de los demás en lugar de crear un personaje que hace cosas tan deleznables.
Lo cierto es que no sé exactamente las razones por las que mi clase funcionaba como un ejemplo de todo lo que no debería pasar en el colegio, pero era así. Siempre había que estar metiéndose con alguien. Siempre había que buscar alguien de quien reírse. Las razones daban lo mismo, siempre había alguna: ser gordo, flaco, bajo, alto, con gafas, con aparato, con la nariz grande, con las orejas de soplillo. Tanto daba. El caso era encontrar el punto débil, eso que podía doler a la persona en cuestión y atacar sin piedad.
A mí me trataron de pillar por varios lados, obviamente. Recuerdo una niña que me dijo que sería más guapa si no tuviera ojeras. Ojeras. A los 10 años. Ya, claro, lo que sea. También probaron con la nariz, que la tengo bastante grande. Durante años pensé que era la nariz más fea del mundo. Luego un buen día, una chica me dijo que Fulanito había dicho que no saldría conmigo por la nariz. Me pareció algo muy estúpido y me dió por pensar que yo sí que no querría salir con alguien que diera una razón tan tonta para no salir con otro alguien. Curiosamente, el tal Fulanito me pidió salir unas semanas más tarde y le pregunté por el asunto de mi nariz. Él pareció sorprendido, me dijo que jamás había dicho eso, que yo le parecía muy guapa y que no se había fijado si tenía la nariz grande o no. Y que era esa chica la que se lo había inventado porque era ella quien quería salir con él.
Os lo juro, mi infancia en ese colegio fue como una serie de televisión con unos guionistas pésimos. En todo caso, aunque el amor no prosperó, aquello me demostró que yo tenía razón y que si le gustas a alguien no le importa tanto eso que tú crees tan horrible. Y de repente, mi nariz dejó de importarme tanto. Nunca me ha gustado, pero no he pensado seriamente operarme porque los quirófanos me acojonan un poco y no lo veo necesario. De adolescente lo pensé un par de veces, pero descarté pronto la idea. Eso sí, si hubiera una solución indolora, no invasiva y guay que me ayudara a disimularla sería bastante feliz.
Eso me recuerda algo. Como el meterse con mi nariz no era efectivo porque se veía que me daba igual, probaron por otro lado. Yo era delgada, pero no demasiado. No era fea. No tenía aparato, ni gafas. No llevaba un peinado ridículo y el uniforme era el mismo para todos. ¿Qué podía quedar? Las orejas, obviamente. Cada vez que me hacía una coleta, alguien venía a recordarme que tenía las orejas despegadas. Que yo creo que no era como si fuera a salir volando, pero como tenía la cara un poco delgada, pues ya teníamos la excusa perfecta para llamarme “orejas de soplillo”. Recuerdo alguna vez que me las intenté pegar con celo con absurdos resultados, obviamente. Ojalá hubiera existido entonces algo como otostick. Yo me hubiese ahorrado los fallidos intentos de pegarlas con celo, pero la única amiga que mantengo de aquél colegio se hubiera ahorrado la operación. Porque tanto se metieron con ella, tanto la machacaron, que al final los padres la operaron siendo pequeña.

En fin, aquello era un horror. Eso de que los niños pueden ser muy crueles se inventó para justificar a pequeños bastardos a los que nadie ha dado un poco de moralidad o de sensibilidad. Por eso, aunque al final todo se pase, aunque de adulto lo relativices o aunque las cosas tengan solución, no puedo apoyar libros de este tipo si están enfocados a menores que aún son tan vulnerables, tan maleables, tan influenciables.  

5 comentarios:

  1. ¿Qué mierda de libro es ese? Tienes toda la razón del mundo pero ese argumento muy bien argumentado que tu das acerca de que no hay que salvarse de ser el objetivo sino que no hay que serlo ni permitirlo, no se ve cuando somos niños o adolescentes... Yo sufrí marginación por parte de mi clase... había días que lo llevaba muy bien y días en que me daba mucha pena, pero nunca me quise cambiar de colegio porque me sentía querida en él a pesar de todo, tanto por el personal que trabajaba allí (profesores, limpiadoras, etc) como por el resto de alumnado... A días de hoy mantengo contacto por RR. SS. con las repetidoras que fueron las únicas que me apoyaron. Un besazo

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    1. El libro se llama algo así como "75 consejos para sobrevivir al colegio", aunque lo cito de memoria, no estoy segura.
      Sé que la visión cambia cuando creces, pero yo reconozco que siempre he sido muy defensora de las causas pobres y aunque se metieran aún más conmigo no dejaba que abusaran de amigas delante de mí.
      Una pena que tú también lo pasaras mal, lo siento porque es una pena que pasen esas cosas
      Un beso!

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  2. he visto alguna que otra foto tuya, y ni por un segundo he pensado que tuvieras la nariz grande.
    operarse creo que es una mala idea, porque la nariz deja de estar en armonía con el conjunto. se nota que no es algo natural.
    lo peor es que esos chavales que van de matones en el colegio, luego de mayores son ejecutivos trajeados felizmente casados, que escriben parrafadas moralistas en facebook, y hasta puedes verles saliendo de la iglesia.

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    1. Sí la tengo un poco grande, pero me resbala mucho, y más ahora con la edad que tengo, jajaja.
      Los matones de mi colegio ahora son pringaos de barrio sin oficio ni beneficio que aparentan 10 años más de los que tienen, nunca valieron ni para dar por culo. La verdad es que ahora les veo y me da hasta pena...

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  3. A mi me han echado los perros en Facebook por apoyar la retirada del libro. Me han tachado de censora, de que no he leído el libro y por tanto no puedo opinar, de inquisidora...

    A mi sinceramente me es igual, porque yo también sufrí ese tipo de acoso en el colegio y aprendí a pasar bastante de lo que diga la gente.

    El libro es tóxico y denigrante. Dice cosas como "qué culpa tengo yo (la prota) de que mi amiga sea fea y no tenga novio?"... flipante... los defensores del libro dicen que al final la protagonista se da cuenta de que ha sido una imbécil y rectifica, y ahí está el valor del libro. Que está escrito con ironía y sentido del humor. Pues no, perdone usted pero las mentes de niños y preadolescentes no entienden de ironías ni de catarsis finales y muchos de ellos se van a quedar con conceptos muy feos en la cabeza.

    Los niños tienen derecho a que los protejamos, y eso es lo que deberíamos hacer.

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