Definitivamente, tengo que dejar de fumar. Y no por miedo al cáncer ni al enfisema ni a esas memeces. Yo a lo que tengo miedo es a ir al estanco. Cierto que hay más por esta zona, pero al que voy yo tiene más variedad, me tratan bien y tienen la marca concreta que me gusta a mí. Total, que voy al estanco pequeñito que hay en la parte más profunda y auténtica de mi barrio. Si lo vieran los pijos del otro día, les daba un chungo.
El caso es que hoy he ido y había una mujer de esas genuinas de mi barrio, que no sé si compraba algo o sólo daba la chapa a la mujer que atiende. Yo he llegado con la conversación empezada, pero es igual, creo que era el momento culminante.
- …pues el caso es que llevo unas noches que no duermo nada bien. Y luego claro, estoy todo el día cansada… - decía la mujer bostezando.
- Será la primavera…
- ¿Qué primavera? No, no, es mi Mariano, que se ha ido al pueblo hace unos días con los niños para ir haciendo unas chapuzas allí.
- Ay, que ya no sabe dormir sin el Mariano… - bromea la estanquera.
- Lo que no sé dormir es sin el meneo de todas las noches.
- ¿Todas?
- Sí, hija, sí. Todas, toditas. Sólo me respeta los días que estoy mala y cuando he tenido a los críos.
Mira que soy liberal y me he puesto roja. Esa es más información de la que cualquiera quiere saber de una mujer que apenas conozco de vista.
- Así que no pego ojo. Estoy pensando tomarme un laxante de esos.
- ¿Laxante? ¡¡niña, que eso es para ir al baño!! ¿no querrás un “sedante”?
- Ah, jajaja. Pues sí, uno de cada. Porque yo creo que hasta para ir al baño me afecta el tema.
¿Hola? Estoy aquí, soy una desconocida, sólo quiero un paquete de tabaco y volver a mi casa sin excesivo trauma.
- Pero bueno, ya no pasa nada, yo mañana es el último día que trabajo y me voy al pueblo por la tarde. Que le voy a pillar por banda que ni te cuento. Y eso que la cama de allí es mala, de esas de muelles…
- Hombre para un apuro…
- Y tan apuro. Mira, es que yo es meterme en la cama y según le noto por detrás que viene ya le digo, “ay, Mariano, ¿ya estamos?” y vaya que si estamos.
- …
- Y todos los días, ¿eh? Todos, toditos.
Madre mía, ¿¿esto no lo había explicado ya??
- Y claro, tantos años de matrimonio que una se hace. Y ya no duermo sin mi meneillo de todos los días. Que me meto en la cama y me falta algo. Tanta paz, tanta calma, sin los niños, sin el meneo… que me pongo a dar vueltas y no me duermo.
- Ya…
- Porque claro, yo llevo casada desde los 20 años, no he conocido más hombre que mi Mariano. Y ya no sé, no sé qué hacer sin él. Porque yo sola no me apaño ¿sabes?
- A dormir…
- No, a… a lo otro… ya sabes.
Me encanta la gente que da explicaciones como estas y luego es incapaz de decir palabras como sexo o pene o masturbación. Total, ya sé que echas un kiki todos los días y que estás estreñida.
- A arreglarme yo sola, sabes. Que no puedo, hija, que me da cosa de meterme la mano ahí yo sola. Que a mí eso me lo hace mi Mariano.
- Oye, pues dicen que hay unos consoladores que vibran y dan vueltas y… hacen un montón de cosas… - la estanquera, experta en sexualidad.
- Sí, si fui a casa de la Mari a una reunión de esas que viene una chiquita y te lo explica todo y venden cacharritos, pero no. ¿Tú crees que con el Mariano necesito yo esas cosas? Sí estoy más que servida.
- Sí, desde luego.
- Porque cada día, ¿eh? Cada día, viene mi Mariano, ¿para qué iba a querer yo uno de plástico? Y bien que funciona el Mariano, que no falla, oyes, no falla ni una vez.
- Pues hija, qué gusto.
- Ya te digo. Y ahora con la primavera que parece que está más animado y todo.
Claro, es lo que tiene, dímelo a mí, que me he pasado toda la noche soñando con un pelirrojo que tiraba de espaldas. Y yo no tengo marido ni nadie me ha echado polvos a diario durante tantos años. Empiezo a sentir cierta envidia de la Maruja en cuestión.
- Bueno, en fin, atiende a esta chica, que está aquí esperando mientras yo te cuento mi vida.
La estanquera me mira como si acabase de entrar y se acerca al mostrador. Siempre compro lo mismo, pero me pregunta:
- ¿Qué quieres?
Un Mariano, oiga, yo quiero un Mariano.
Me duele la quijada de tanto reír!!!!!! Qué fantástica es la envidia, sana por supuesto... je je
ResponderEliminarAbrazos!
Deberías y a monologuear al Club de la Comedia,¡¡¡ me parto!!!
ResponderEliminaryo quiero un mariano!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarana
Yo estoy por pedirme otro Mariano.. Qué grande.
ResponderEliminarMe ha encantado... y aunque avergonzado, no habría podido evitar escuchar tooooda la conversación. reconozco (no sin cierto rubor) que a veces, en un autobús o similar, con los auriculares puestos, entre tema y tema he pillado una de esas conversaciones extrañas (pero adictivas!) y no he podido evitar pulsar, disimuladamente, el PAUSE y escuchar a los confiados conversadores, que me creían sordo a sus charlas.
ResponderEliminarPD: me encanta tu perfil, me ha recordado a una chica con la que salí, que me decía que ella iba a acabar como "esas viejas que viven solas rodeadas de gatos"
Qué va ... esto no puede ser cierto !!
ResponderEliminarY Mariano no existe ..te lo digo yo !!!
¡Dime de que presumes y te diré de lo que careces!jajaja igual solo se comía un rosco al mes,besos.
ResponderEliminarY donde dijo que encontró al Mariano? igual me paso a buscar uno. ..
ResponderEliminarNo puede ser, no puede ser... ¿en serio?
ResponderEliminara ver, pasar, pasó lo que cuento. la historía es verídica, sólo que yo no sé si es verdad que el mariano cumple cada día o no. oye, que yo no estoy en casa de esa señora!!!
ResponderEliminarOye, pues yo también quiero un Mariano... XD
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