Ya estoy algo más recuperada del catarro. Al menos no tengo fiebre, y con eso me conformo. Lo del moqueo incesante, la nariz pelada y roja, los ojos vidriosos y el cansancio general lo sobrellevo sin demasiado problema. Qué remedio.
También estoy un poco más animada. La situación sigue siendo la misma, estoy sola como la una. Pero ahora recuerdo por qué y ya no me importa tanto.
Ahora mismo debe estar casándose mi prima mayor. Y eso me hace empezar a hilvanar pensamientos. Ella era de las que decían que no quería casarse, que estaba totalmente en contra de las bodas, que odiaba toda esa parafernalia. Ya, claro. Pero luego, accedió a casarse. Supongo que como acto de contrición, o de suma generosidad o algo semejante. Y empezó a decir que sería una boda muy sencilla, muy discreta, sin pompa de ningún tipo. Que como ella no quería, incluso iría vestida normal y no de bola de algodón blanco. Ya claro, de nuevo.
La realidad es que ahora mismo está enfundada en un vestido blanco y esponjoso de una famosísima diseñadora. Y que están las ciento y pico personas que ha invitado en un viñedo súper lujoso donde se está ofreciendo un catering de postín. Porque claro, ella no quería una boda y pretendía casarse en el ayuntamiento. Hasta que descubrió que en el ayuntamiento te leen el artículo constitucional pertinente y te mandan a paseo. No puedes poner música, un tipo que toque el piano, otro que lea poesías y no sé cuántas chorradas más. Ay, madre.
Y todo esto me lleva a pensar en la hipocresía de la gente. Y en que, hasta ahora, la única que ha demostrado de verdad que no le gustan las bodas, soy yo. Y no es que yo me niegue en rotundo al matrimonio. Puede que algún día encuentre algún tipo que me vuelva gilipollas y me convenza de pasar por el trance. Pero desde luego no me pasaré el tiempo repitiendo todo lo que no quiero para luego hacerlo todo, cosa tras cosa. Procuro ser alguien consecuente. No siempre lo consigo, pero me esfuerzo en ello.
Y en cualquier caso, vuelvo a mi pensamiento inicial, que si yo estoy sola es porque quiero. A estas alturas, si yo fuera de claudicar, de ser hipócrita o de decir algo y luego hacer lo contrario, sería la respetable señora de Desequilibradomental. O algo parecido. Pero vamos, que estaría casada y no estaría sola físicamente. Habría un tipo en mi cama, en mi cocina y en mi sofá, haciéndome sentir triste y desgraciada, diciéndome que soy oscura e infeliz por naturaleza. Recordándome que por no trabajar, soy una mantenida. Haciéndome saber lo terrible que es la vida a mi lado.
Y claro, prefiero estar sola. Me doy penita a veces, cuando veo parejas paseando de la mano, o cuando necesito ayuda para algo, o cuando me apetece hacer un plan y no hay nadie que se apunte. Pero luego sopeso pros y contras. Y qué quieres que te diga. Prefiero mi vida de ahora, aunque a veces se me olvide.
Te iba a decir lo que dije hace dos post, que el amor nos hace cometer estupideces, pero me lo he pensado mejor. Y creo que tu prima simplemente ha cambiado de opinión. Es lícito.
ResponderEliminarOcurre que repites una y otra vez que no harás tal o cual cosa, hasta que la vida (que le gusta dar mil vueltas) te planta de frente ese plan al que tu te negabas en redondo. Entonces lo ves de otro modo. Y cambias de opinión.
Un beso para ti. Me alegro que te encuentres un poco mejor.
Es difícil predecir lo que vas a hacer o lo que vas a dejar de hacer. Al final la vida te pone en tantas situaciones... que nunca sabes por dónde vas a salir.
ResponderEliminarMe gusta saber que estás mejor.
Nunca se sabe, cielo. Podemos decir lo que haríamos o lo que hubiéramos hecho, pero cuando las cosas se te ponen delante es el momento en que decides: si o no, blanco o negro, arriba o abajo, izquierda o derecha. Y yo, que me he tragado mis propias palabras miles de veces (ya sabes, por eso me llamo Contradicción), siempre recuerdo una frase que leí hace tiempo y no se dónde: "procura que tus palabras sean dulces y suaves, porque no sabes si un día te va a tocar tragártelas". Yo no aguantaría esto (y lo aguantas), yo nunca me casaré (y te casas), yo lo mandaría a hacer puñetas (y no lo mandas), yo jamás sería infiel (y lo eres)... en fin.
ResponderEliminarMe alegra que estés mejor, corazón. Miles de besos.
Yo soy antibodas total, y me atrevo a decir que nunca nunca nunca pasaré por el altar y mucho menos vestida de pon-pon blanco. En todo caso, quiza algún día me digne a pasar por el ayuntamiento y firme alguna clase de papel que m convierta en esposa aunque solo sea por solucionar problemas legales, pero en un futuro lejano :P
ResponderEliminarJa, ja, ja... me río porque yo era de las que no me iba a casar. No me disgustaba la idea de casarme, sino la gran ceremonia vestida de blanco y todo eso. Yo quería ir al juzgado con mis padres y mis suegros, y los amigos más íntimos y después celebrarlo con una buena comida. Y eso es lo que íbamos a hacer... hasta que mi cuñada se interpuso en mi camino.
ResponderEliminarA dos meses de dar el sí quiero (léase finales de julio) nos pegó la bronca de que mis suegros querían una boda como Dios manda. ¡Manda huevos! Y a mi costilla se le ocurrió decir que si encontrábamos restaurante, habría boda. Y la hubo. Dos meses para prepararlo todo (en realidad 5 semanas, porque en agosto todo cierra) y bodorrio.
Y, ¿sabes qué? Que me gustó, fue muy bonito y ahora me alegro de haberlo hecho. ¡Vaya tontería! Pero es verdad.