lunes, 7 de mayo de 2012

el golpe que me convirtió en asaltacunas

Hay temporadas que no sé de qué puñetas escribir. Y otras que se me acumulan los post, como los documentos en cola de las impresoras. Pero bueno, empezaré por el final, a mi estilo.
El viernes me dieron un golpe con el coche. Estaba yo tan tranquila con mi madre en un semáforo cuando de pronto, ¡¡Pum!! Me dan por el culo. Así, sin avisar, sin vaselina, sin decirme guarradas al oído ni nada. Total, que me bajo del coche, toda mosqueada.

-         ¿Pero dónde coño ibas mirando? – escupo en cuanto pongo un pie en el suelo.
-         Me había parecido que el semáforo estaba en verde…
-         ¡Pero qué verde ni qué cojones! ¡¡Si sigue en rojo!! Además, no se mira el semáforo, se miran los coches que se tienen delante.

El chaval me mira con ojitos de cordero degollado y entonces me doy cuenta. Es un crío y está buenísimo. Total, que mi parte pervertida hace que me reblandezca y le digo en tono más suave y como a la mitad de decibelios:

-         Bueno, que ibas distraído, no pasa nada.
-         Es que me acaba de llamar mi madre, que está mi abuela en urgencias y… bueno, ¿os ha pasado algo?

Miro a mi madre, que se ha dado un golpecillo en la cabeza y me toco el cuello, que me duele bastante, pero nada del otro mundo. Miro mi coche, que es inmune a los golpes y compruebo que está sólo un poco abollado por detrás, pero muy poco. Entonces veo que un charco viscoso se está formando a mis pies.

-         Chaval, te has jodido el radiador.
-         No jodas.
-         No, yo no, tu radiador.

Y entonces se echa a llorar y se pone a maldecir y a decir que sus padres le van a regañar. Genial, todo un barrio de macarras y me voy a estrellar con la dama de las camelias. Vaya generación de hombres blandos. Total, que como no tengo ganas de escenitas, suspiro, le pido su teléfono, meto a mi madre en el coche y me voy.
El viernes por la tarde lo pasé un poco chungo, me dolía el cuello y estaba de un humor terrible. El sábado me mataban los riñones y estaba realmente cabreada con el mundo. Hasta extremos insospechados. Así que hice una intensa terapia de leer, comer chocolate y rascar al gato mientras él ronronea. Eso me calma los instintos asesinos que da gusto.
El domingo me llamó el chaval y para preguntarme cómo estaba. Le dije que bien y quedamos para hoy. Así hacíamos el parte y nos tomábamos algo para suavizar el golpe, nunca mejor dicho.
Esta tarde he ido al sitio indicado y me encuentro al mismo chavalito rubio y de ojos azules casi transparentes del otro día, sólo que más calmado. Nos ponemos a tomar algo y me cuenta que tiene el carnet desde hace siete meses, que una vez le dieron un golpe parecido al que me ha dado él a mí, que estudia económicas y está en primero de carrera. Y mientras el está ahí, blablablá, yo pienso: “madre mía, qué mordisco tiene este niño. Pero claro, que es un crío. Si está en primero de carrera, qué tendrá… 19 o 20 años… demasiado joven. Sí el toy-boy tenía 22 y ya me parecía un niño imagínate este. Así que deja de mirarle así, que te están creciendo los dientes como a los vampiros. Y asiente, que te está hablando.” Así que retomo la cordura momentáneamente, hablamos otro poco y me pongo a rellenar el parte mientras me sigue contando cosas. “Por favor, que nació en el 93, que tiene 19 años. hummmm, qué tierno. Pero así, como la ternerita lechal, todo tierno para darle un bocadito… qué no, pero qué digo. Me estoy haciendo una asaltacunas, una pervertida, una… una pederasta. Seré golfa. ¡Huy… pero si tiene un piercing en la lengua! ¿Y qué hago mirándole la lengua? Joder, debo estar poniendo los mismos ojos que Hannibal Lecter. Anda, vuelve al parte y escribe, que no sabes ni de qué marca es tu coche.” Y resulta que el niño fue al mismo instituto que yo, así que me da más charla. Por suerte ha debido de intuir mi sed de sangre fresca, mis colmillos largos, mis ojos de comeniños o lo que sea y ha huído antes de ser atacado. Así que me he pasado por el taller con mi parte bajo el brazo, he dejado las cosas a medio arreglar y ya llevaré el coche para que le recoloquen el culo la semana que viene. Ojalá mi culo tuviera tan sencilla solución como el del coche, ahora que lo pienso.
El caso, me he venido a mi casa sintiéndome poco menos que Marujita Díaz, una vieja que acosa jovencitos. Jo, qué futuro el mío. Y para quitarme la depresión, pues me he puesto a zampar chocolate. Y no sé quién coño dijo eso de que es un buen sustituto del sexo. Primero porque los sustitutos nunca son buenos. Segundo porque no se me han pasado las ganas de morder algún cuello joven y lozano. Y tercero, porque me duele la tripita y en vez de quemar calorías las he ganado. Una ruina total.


9 comentarios:

  1. Le sacarás muchos años, pero si te lanzas a su cuello, me apuesto algo caro a que el crío no se aparta ;D

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  2. Jajajaja. Yo creo que esos bajos instintos los hemos tenido todas alguna vez. Me parto con tus historias. Te pasa de todo. Un beso.

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  3. Hola!

    Ay, pero es que ahora a los niños no sé qué les dan para desayunar, que hay algunos... De estos que te sacan dos cabezas, con unos hombros como para soportar el peso del mundo y, encima, con sonrisa tieeeernaaaa... que no tienen ya los de otras edades más acordes a las propias.

    Nada... si lo ves otra vez, unas clasecitas de conducción y de otras cosas, seguro que no te las rechaza.

    Me asomo, me parto de la risa y me quedo. :)

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  4. Qué buena historia, Naar. Estaba leyendo y pensaba que acabarías diciendo "y me lancé y le besé"... ¿Ya no hacéis eso las chicas?
    Desde luego tu vida es una aventura. Que siga así.
    Un abrazo!

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    1. la pregunta es... ¿los chicos esperáis que hagamos eso?
      Y sí, mi vida es una aventura, pero a veces no estaría mal un poco de calma.

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  5. Te atacan yogurines!!! Jejeje, yo te entiendo, ser una asaltacunas es muy difícil, a mí con 19 también me parecería un crío y eso que solo tengo 24...xd! Biquiños!

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  6. Lo de la edad tampoco es tan grave... Total, en 100 años todos calvos.

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  7. Ay, calla, calla, que estoy a ver si acabo la carrera de una vez y soy más o menos la abuela de la clase (aunque no lo aparento, por supuesto) y hay cada uno... ains, que mucha experiencia no tendrán, mira, pero ya le enseñaba yo si le hiciera falta.

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  8. A mí es que los yogurines como que no (claro, que parecería su abuela ;P)
    Pero vaya, que en una de estas conversaciones contigo misma se te escapa una palabra en alto y... en el bote!!!

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