sábado, 22 de septiembre de 2018

Pinceladas


Casi todas las mañanas me despierto con alguna canción mega absurda en la cabeza. Hoy ha tocado el tractor amarillo. Jesús bendito. Las seis de la mañana, el sol sin salir, las calles sin poner y yo “hay que comprar un tractoooor, ya lo decía mi padreeee, que es la forma más barataaaa de teneeeer descaaaapotableeeee”. La muerte en vida. Hasta he echado de menos al Puma y la numeración, quién me lo iba a decir.
El miércoles me hice otro agujero en la oreja. En el cartílago. Llevaba años queriendo, pero por unas cosas u otras lo había ido dejando. El verano pasado estaba convencida, pero llevaba cascos en el trabajo y la sensatez me hizo postergar la idea. Ahora ya me he cansado de esperar y el miércoles me dije que era buen momento para taladrarse. Por qué no. A los 35. Con dos cojones. Toda la vida acomplejada por mis orejas y ahora me las lleno de cosas brillantitas que llaman la atención. La madurez y esas cosas, supongo.
El Niño está teniendo una semana un poco larga, un poco coñazo, un poco... de esas semanas que se hacen cuesta arriba. El martes le desalojaron del metro y como no habla metrero y no entendió lo que dijeron por los altavoces, aún tenemos la duda de qué habría pasado. Salió a la calle para coger el autobús y le atropelló una bicicleta. Cuando me lo dijo me preocupé bastante, pero al día siguiente me morí de risa contándoselo a mis compañeras del curro. Lo sé, soy una novia estupenda.
Maya ha aprendido a decir mamá y a explicarme por señas que quiere comer. Sé que casi todos los gatos dicen mamá. Es simplemente un maullido un poco amorfo de esos que sueltan a veces. Maomaaooouuu. Sólo que esta puñetera sabe que me hace gracia y ha decidido decirlo cuando quiere llamarme. Lo de la comida es otra cosa. A veces, cuando están puñeteros con lo de comer por el calor o lo que sea, les llevo un puñadito de croquetillas de gato en la mano en plan cuenquito y se las doy. A los dos le encanta esa chuminada mimosa. La canija ha aprendido a venir a la cama, sacarme la mano de debajo de la almohada y meter el hociquillo en mi palma y simular que come, como diciendo que es eso lo que quiere. De verdad que no habla porque no tiene cuerdas vocales apropiadas más que para decir mamá en tono gatuno. Así que, aunque me levanto a las seis, cuando viene a las cinco (o antes, la maldita) y me dice maomaooouuuu y me “come” de la mano vacía para hacerme saber lo que quiere, me muero de ternura, risa y ganas de matar y morir porque el madrugón no me lo quita nadie.
Ron está feliz. Le encanta el final del verano y el otoño. Cuando los días aún son largos y cálidos pero las noches son fresquitas y puede pegar su gordo trasero al mío para dormir. Se pasa las noches jugando con la niña. Corren por el salón, turrú-turrú, escaleras arriba y escaleras abajo. Se pone panza arriba para que la peque le cace y se suba encima. Se mordisquean y se revuelcan. Me quedo embobada mirándoles. Qué suerte la mía.

Y aquí sigo, con mi propuesta de escribir un poco más y contar cosas, por pequeñas, absurdas e incongruentes que sean. Porque la blogosfera ha muerto (asumámoslo de una vez) pero yo quiero escribir. Para leerme a mí misma dentro de un tiempo. O para algo, no sé el qué. Pero quiero. Y cuando yo quiero, pues pocas cosas me frenan.

5 comentarios:

  1. Yo lo he cerrado por el momento, reconozco que no llevo una época muy brillante y cuando me pasa eso me meto padentro y no me apetece que nadie me lea, y como tampoco quiero borrarlo, lo privatizo y descanso. Realmente la blogosfera no es lo que era y pocos, muy pocos blogs merecen ya la pena. Este tuyo es uno de ellos, así que yo espero seguir leyéndolo mucho tiempo.
    Me gusta todo menos pasar el resto de la noche cantando el Puma o el tractor amarillo cabrita jajajajaja
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. vaya, espero que niño chico no se hiciera mucho daño. las bicis son un peligro cuando las usa gente con pocas neuronas.
    el otro día en un grupo de whatsapp hablamos de rosa león, una chica que cantaba canciones infantiles en los 80. y últimamente se me pega la del 'brujito de gulubú'. :P
    qué bien que ron y maya sean buenos hermanos! hablar sí que hablarán, pero en su idioma felino. ;)
    besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chema te mato! Ahora estaré hasta que me duerma con la canción de Rosa León

      Eliminar
    2. Ni idea de quién es Rosa León, lo siento, no puedo contagiarme de ese absurdo, jajaja

      Eliminar
  3. Agradezco que quieras seguir escribiendo, creo que no soy el único que le gusta mucho leer lo que compartes aquí.
    En cuanto a lo de las canciones chorras que taladran el cerebro, pertenezco al club. Yo estoy en la fase la vaca lila, lo que tiene tener a mi sobrina bebé a todas horas en mi casa, jeje. Un saludo.

    ResponderEliminar

Estás aquí, has leído... así que comenta hombre ya!!