martes, 1 de mayo de 2012

la Yoli

A veces no cuento más cosas de mi barrio porque me da una mezcla entre vergüenza y sensación de que no se me va a creer. Es que parece que me lo invento, en serio. Pero bueno, es verdad eso de que la realidad supera la ficción y los personajes más estereotipados son los reales. Os aseguro que a mí solita no se me habría ocurrido escena semejante.
Total, que el lunes cuando fui con mi madre a la panadería había dentro una chica y un chico. La tía, imagen de choni de barrio. Tendría mi edad, aunque yo creo que aparentaba alguno más. Llevaba un chándal apretado al enorme culo, marcando bragas, el pelo recogido en un moño bien alto y bien grande y unos buenos aros en las orejas. El tipo, un gitano de ojos azules afilados y unos cuantos oros esparcidos por el cuerpo. De libro los dos, vaya. La chica le hablaba a la panadera:

-         ¿Y no ha venío aquí a la Yoli?
-         Es que no sé quien es Yoli. – decía la pobre mujer, que es majísima y educada.
-         ¿No? coño, la Yoli, la hermana de la Yesi.

La panadera levanta la cejas, estupefacta. 

-         Joder, maja, la Yoli, la Yoli. – repite la Choni como si a fuerza de decirlo le fuera a refrescar la memoria.  -  ¡Pero si la conoces fijo! Su prima es la Isa, que es una rubia que iba a sevillanas contigo.

Como la pobre panadera seguía sin saber de quién le hablaba, el gitano decide intervenir:

-         ¿No te suena una asín rejumenía?


Mi madre me mira, ojiplática. Yo me muerdo los labios para no reirme. La panadera, trata de buscar en su diccionario mental. Y al final acierta a negar con la cabeza. En esto que suena un claxon en la calle. Todos paramos en doble fila para comprar el pan, así que miro casi por instinto. Pero la Choni abre la puerta y chilla a un tipo en un coche negro con las ventanillas bajadas:

-         Tócate el otro pito, o los cojones si quieres, que te va a dar lo mismo.

El gitano le insiste a la panadera:

-         Pos si tú ves a la Yoli le dices que habemos venío. Que andemos de arrebuscarla y no damos ni con sus muertos.
-         Si yo se lo diría, pero es que no sé quien es.
-         Pero si viene todos los días. – insiste la pava. – Y vamos, la desgraciá, que se deja hoy el móvil… la muy desgraciá.
-         Bueno, mujer, estará haciendo algo. – trata de decir la panadera.
-         Sí, pelándose el chichi. Que muy guarra es lo que es esa.

Miro a mi madre que está a punto de caer fulminada sobre el suelo. El tío del coche abre la puerta de la panadería. Otro cuadro de tío. Gafas de sol, pelos de punta engominados, camiseta siete tallas pequeñas a pesar del frío, tatuajes por todas partes. Enormes manazas morenas con sello de oro incluido. Todo un Yonatan o cosa semejante.

-         Como no sus montéis a la de ya en el coche, me voy echando ruedas y aquí sus dejo pintando la mona. Que me pela el capullo la Yoli y su puta madre, así sus lo digo de claro.
-         Qué payo, siempre con las prisas. Mal infarto de purito nervio te va a dar. – sentencia el gitano.
-         Qué prisas ni pollas. La gasolina me la vas a pagar tú y la Yoli poniendo el culo en una esquina. – le dice a la chica. – Tirando pa’l coche tan rápido que no sus vea ni los pies o me viá poner a repartir ostias que derrumben medio barrio de la ronda extensiva.

Deduzco que se refería a la onda expansiva, pero vete a saber. Total, que la chica se dirige hacia el coche, del que por cierto no había apagado el contacto, y le dice:

-         A ver si hoy todavía eres tú el que se come un cebollazo por listo. Y no me toques el coño que no lo tengo pa ferias.

El gitano le repite a la panadera que si ve a la Yoli, “se lo haga de saber” y se marcha con ellos.

Como mi madre está en estado catatónico, soy yo la que pido dos barras y la pobre panadera, como avergonzada me dice:

-         Hija, no son mala gente, pero se creen que por que vengan a comprar el pan me conozco al dedillo a todos sus familiares y allegados. Y yo no sé quién es la Yoli, de verdad.

Yo le sonrío, cómplice. Llevo toda una vida en este barrio y no conozco a nadie. Ni ganas tampoco, la verdad. Y es que este barrio va por zonas y las profundas lo son mucho. Lo único malo, es que me quedo con ganas de saber para qué arrebuscaban a la Yoli y dónde se habría metido, la desgraciá.

10 comentarios:

  1. Escenas de esas había antes por mi barrio. Miles al día, cuando ésto estaba tomado por canis en su edad de oro. Ahora que se han transformado en fashion ya no pasa.
    Aunque en ocasiones veo canis (como diría aquel), están escondidos en los pueblos. Aguantando cuales galos en una pequeña aldea. Pobre gente...

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  2. Jajajaja. ¿Rejumenía? Tengo que averiguar qué significa eso... Un besote.

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  3. La realidad SIEMPRE supera a la ficción. Por favor, si ves a la Yoli, cuéntanoslo. Biquiños!

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  4. Vaya tela... hay que tener cuidado con estos especímenes, que te montan un "pollo" en cero coma. Y los hay por todos lados!

    Besos

    Mar

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  5. Me encanta!!

    Mi barrio es parecido, por aquí andan los gitanos dando voces y con su lenguaje que no hay quién les entienda.
    Un día de vuelta a casa había una pareja de ellos,la chica se había escondido en un portal para darle un susto al hombre y le dice él: "a jaaaa!!!no te escuendas que te meto".
    Si te pones a escucharles tienen hasta gracia.

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  6. A mí me hace mucha gracia la forma de hablar, creo que tienen un vocabulario lleno de... de... de matices, vaya :)

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  7. Jajajaja, me mondo con tu historia!!! :D

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  8. Casi me partooo!!!
    Oye, haz guardia en la puerta de la panadería hasta que aparezca la Yoli, haz favó, paaaaya. Y luego nos lo cuentas!!!
    Besoteee

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