A ver, lo último que conté es que yo llegué a mi casa de la de mis yayos en Nochebuena. Y me puse a escribir presa de una fiebre alcohólica inexistente. Porque dije una copa de cava, pero es mentira: fue media. Debieron ser los langostinos, que me comí dos. Yo que sé. Algo me tuvo que sentar mal al cerebro. Igual es porque estoy con la regla, para colmo de alegría navideña. Sí, debe ser eso. Las hormonas, las malditas hormonas, como siempre.
El caso es que tuve un arrebato de sinceridad, de confesión y de amor generalizado. Borracha perdida de hormonas. Y escribí, ya lo dije, para no ponerme a llamar y a mandar mensajes inadecuados. Porque varias veces tuve el móvil en la mano diciendo “Total, tengo la excusa de las fiestas, le felicito y ya si eso…” pero luego recapacitaba. “No, Naar, no. No se mandan mensajes a los ex, ni a los hombres de pasado en general, ni al Ross, ni a nadie.” Y daba a cancelar y dejaba el móvil. Tecleaba furiosa otro rato, me fumaba un piti, me comía una bolita de coco de las que me dio mi abuela y están buenísimas.
Pero esa noche tenía una fijación en la cabeza y volvía una y otra vez a pensar en él. En el que siempre me devuelve la alegría, pensando que quizás tuviera él la que había perdido. En el que siempre me ha hecho sentir la mujer más fuerte y maravillosa del mundo. En el que siempre me hace sonreír. En el que nunca he dejado de pensar por completo. En el dueño de mis sábanas.
Y otra vez al soliloquio mental. “mándale un mensaje, mujer, si total, hace poco hablasteis por facebook y todo está bien. Le felicitas las fiestas, que sabes que está en su mar. No va a pensar nada raro de ti, que tampoco lo haces con intenciones ocultas, que sólo sois amigos… ¡¡No!! No escribas nada a nadie. Estate quieta, pedazo de imbécil. Que no aprendes. Que te he dicho que este año tienes que mantenerte alejada de todo ser masculino y hacer voto de castidad voluntario.” Así que dejaba el móvil una vez tras otra pero sin dejar de pensar en lo guapo que estaba en la foto que había colgado por la mañana, tomándose su colacao al sol de una terraza desde que se veía el mar que le pintó los ojos de azul.
Con mucha fuerza de voluntad, cuando terminé el post, las bolitas de coco y los pitis, me fui a la cama. Sin llamar a nadie. Toda orgullosa yo de mi falsa borrachera y de mis hormonas bajo control. Me tapé hasta las orejas y seguí pensando en él. Porque sí. Porque es mi lugar feliz. Porque es el único hombre al que no quiero olvidar de todos lo que han pasado por mi vida.
Y entonces, casi a las seis de la mañana, en el silencio sepulcral de mi casa, cuando estaba justo a punto de dormirme con el gato enroscado en las piernas, tronó el móvil sobre la mesilla. Un mensaje. ¿Y qué gilipollas manda un mensaje a esas horas? ¿Quién podía estar más borracho o más hormonado que yo? ¿Quién no ha sabido controlar sus impulsos lo suficiente?
Pues él. ¡Él! El dueño de mis sábanas. Él tenía que ser. De entre todos los hombres del mundo, él. Y me decía que una vez más tenía arena entre los dedos, los pies en el mediterráneo y que algo le decía que everythingsisgonnabeallright. Lo mismo que me dijo en el ya lejano 2004, cuando nuestra historia truncó mi vida estable y me empujó al lado salvaje.
Ay dios, ay dios, ay diooooooos. Pegué un salto en la cama. A tomar por culo mi poco sueño. A tomar por el culo mi plan de no hablar con nadie en ese estado lamentable de borrachera falsa y hormonas alteradas. A tomar por culo mi calimero, mi pena, mis malos rollos. A tooooooomar por culo todo.
Y es que sólo saber que él, en un momento de la noche pensó en mí, me hace feliz. Que aún se acuerda de ese verano que me mandaba mensajes desde la playa, que aún tiene grabado igual que yo ese everythinsisgonnabeallright. Que aún existo en su mente, en su mundo, en sus recuerdos. Que aún hay un arañazo mío en su corazón. Que aún tiene un minuto de madrugada para escribirme unas palabras. Que aún no hay fuerza humana o divina que nos haya separado del todo. Eso ya me devuelve la sonrisa, la alegría y las ganas de vivir. Porque hay gente que se va de tu vida a la primera de cambio, y hay otros que aunque les cierres las puertas se cuelan por las rendijas. Esos son los que valen, esos son los que de verdad te quieren y les importas. Esos son los que se quedan para siempre.
Sabía yo que volvería a ser feliz en breve, pero no sabía que fuera a ser tan rápido, tan fácil, tan de un segundo para otro. ¡Zas! Unas pocas palabras en el momento justo y vida nueva. Sabía que alguien tenía mi alegría, pero no sabía que fuera él… de nuevo él, quien la tuviera.
Y ahora también añado: esto no es el principio de ninguna historia. Sigo con mi plan de castidad voluntaria. No tengo el coño para farolillos. Pero él… siempre será ÉL. Y con un mensaje ha valido para romper el huevo de calimero, ha valido para descongelarme el corazón, ha valido para devolverme la luz que se había apagado. Y no necesito más. Él siempre será capaz de tener ese efecto mágico sobre mí. Siempre sabrá cómo hacerme vibrar. Por eso, no sé si lo leerá o no, pero gracias corazón, gracias por ser el único y absoluto dueño de mis sábanas.
P.D. Y mil gracias a vosotros. Hoy estoy totalmente sobria de cava, pero aún más hasta el culo de hormonas y aún así os sigo queriendo. Sigo pensando que sois los mejores lectores del mundo. Mil gracias por todos los comentarios de los que nunca comentan (animaos más a menudo, no me seáis rancios), por los que sí lo hacen siempre, por el terreno donde enterrar cosas, por los guiris nuevos de Salamanca (pronto, Key, pronto estoy allí haciendo estragos de rubios grrrrr) y por… por todo. Sois al menos la mitad de mi alegría, de mi corazón recompuesto y de mis ganas de seguir adelante.
El enlace del "dueño de mis sábanas" está mal. Dicho ésto, me ha tocado de lleno esa frase de " Porque hay gente que se va de tu vida a la primera de cambio, y hay otros que aunque les cierres las puertas se cuelan por las rendijas. ". Y es que esos, nena, esos son el tipo de gente que merece la pena.
ResponderEliminarok, corregido!!
EliminarMira, que le tengo yo cariño al dueño de tus sábanas... que siempre aparece cuando debe. Hay ahí una conexión más allá, te lo digo yo.
ResponderEliminarEsa gente, esa que te quita el huevo de calimero es la que hay que tener siempre en la vida. Aunque solo aparezca en el momento justo.
Quién dice que no existe la magia??
Besote.
En la vida hay amores que nunca pueden olvidarseeee (8)
ResponderEliminarPues yo me alegro de estar por aquí y acompañarte en el camino. Biquiños!
ResponderEliminarPues me alegro que al final acabara la noche bien ^^ y gracias a ti, que nos inspiras con tus fuerzas cada día!
ResponderEliminarSólo a quien sea el dueño de nuestras sábanas le perdonamos que nos mande mensajitos a horas intempestivas... Un besazo, guapa!!!
ResponderEliminarAunque el móvil no enviase el mensaje, la telepatía funcionó... Celebremos que ha roto el huevo de Calimero!!!
ResponderEliminarEsta entrada me ha gustado mucho. Sobre todo esta parte:
ResponderEliminarPorque hay gente que se va de tu vida a la primera de cambio, y hay otros que aunque les cierres las puertas se cuelan por las rendijas. Esos son los que valen, esos son los que de verdad te quieren y les importas. Esos son los que se quedan para siempre.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Ah... y me alegro de que se acordara de tí.
Un beso!!
Oye, ¿y al tipo éste no nos lo podemos traer a España? (creo recordar que estaba en el extranjero, ¿no?). Dame su teléfono y yo apaño el asunto. Total, si sale mal, aquí va a seguir habiendo guiris.
ResponderEliminarPues... esa es otra historia que debería contarte por mail por cuestiones personales, jeje. Pero ha vuelto. Ahora vive en madrid de nuevo para colmo de mi locura. Si quieres te lo cuento porque fue de esas cosas que sólo me pasan a mí con él.
EliminarY el plan "caza del guiri buenorro" sigue en pie. en cuanto pase un poco el frío horrible de enero voy, no te creas que te libras.