viernes, 15 de febrero de 2013

Mi madre y el guapérrimo

Al final el jueves no tuve cita de san Valentín. El chico guapérrimo me llamó, pero no pude. Lo siento, no puedo tener citas en san Valentín. Yo no soy de esas que tienen citas, ni que cenan en sitios cursis, ni que hacen manitas a la luz de las velas. No soy esa chica. Y no quiero serlo. Así que le dije que no. Y eso, a pesar de la insistencia de todo el mundo, incluida mi madre.
Porque cometí el terrible error de hablarle de la existencia del guapérrimo. Así que el otro día se repanchingó en mi sofá dispuesta a hacerme el tercer grado. Pero al estilo de mi madre, así, distraídamente, como quien no quiere la cosa. Ella cosía y charlaba, como si en realidad le importara un bledo. Así le conté lo poco que sé aún del chaval. Y me animé más de la cuenta, engañada una vez más por el aparente pasotismo de mi progenitora.

-         Le tengo agregado a facebook, ¿quieres ver una foto?

ERROR. ¡¡Peligro, peligro!! Nunca enseñes fotos a las madres. Pero ella se encogió de hombros. Total, todos mis novios han sido feos, gordos o ambas cosas según su opinión. Por qué este chico iba a ser distinto. Mi madre parte de la premisa de que si me gusta a mí, no le va a gustar a ella. La única vez que ha hecho un comentario positivo de alguien de mi vida fue hace años sobre el dueño de mis sábanas. Y eso daría para otro post. Así que como decía, se encogió de hombros con desgana. Hasta que le pasé el móvil con el guapérrimo en la pantalla.

-         WOW. – dijo con la boca muy abierta. – madre mía. Wow.
-         Es guapete el chico.
-         Wow.
-         Mamá, deja de pasar fotos.
-         Wow.
-         ¿Mamá? Va, devuélveme el móvil.
-         Wow. – se apartó para que no pudiera arrancarle el móvil de la mano. – Wow.
-         Mamá, basta, en serio.
-         Wow.
-         Mamá, di algo coherente o pensaré que te está dando un ictus.
-         Qué pedazo de tío.
-         Pensaba en otro tipo de cosa coherente, pero vamos…
-         ¿Y le gustas a este chico?
-         ¡¡Oye!! ¿Qué significa eso? ¿Por qué no iba a gustarle? Se supone que eres mi madre y tal. Y a ver, el tipo es guapo, pero me estás haciendo sentir un coco, mamá. Y eso no mola.
-         No, si tú podrías gustarle a cualquier chico. De hecho, deberías haber estado con más chicos como este y no como tus ex, que dan ganas de echarse a llorar. – siguió pasando fotos con los ojos fijos en el móvil. – Madre mía, qué tiazo. ¿Y qué dices qué es?
-         Ingeniero aeronáutico.
-         Madre del verbo. – y pasaba otra foto. – ¿Y cuántos años tiene?
-         31.
-         Wow. Qué bien llevados.
-         Esto… mamá, me estás poniendo nerviosa.
-         Y no tiene tatuajes… al menos no visibles. Ni piercing de esos asquerosos.
-         Te recuerdo que yo tengo de las dos cosas.
-         No me lo recuerdes. Y no se peina como un gilipollas, ni viste como un pordiosero, ni como un macarra barato de barrio, ni… - de repente levantó los ojos y me miró muy seria. – no me digas más. A ti no te gusta.
-         Pueeeeeeees… no lo sé. En realidad no es mucho mi tipo. O sea, reconozco que está bien y eso, pero no es el estilo de chico en el que yo me fijo.
-         No, porque tú sólo te fijas en pringaos. Además, este chico es demasiado “perfecto”. Alguna tara chunga tiene que tener. Seguro que es un psicópata. O un maltratador.
-         Pues no lo sé. – gruñí haciendo caso omiso a lo de que me gustan los pringaos.
-         No, si fuera un psicópata o un maltratador te gustaría más. Porque tú eres así de tonta, hija mía. – genial. – Igual pertenece a una secta.
-         Sí, es posible. – me rindo. – Igual es el sucesor de Manson.
-         O la tiene pequeña.
-         Fingiré no haber oído eso.

Mi madre al fin me devolvió el móvil con desgana tras ver todas las fotos y ampliar algunas varias veces. Me miró muy seria, como se pone ella cuando me va a decir algo raro. Suspiró e hizo un mohín.

-         No puedes dejar que te pase esto. Cada vez que le ves estás dos semanas sin aire. Y sabes que yo siempre quise que volvierais a estar juntos, pero tú misma has dicho que no. Así que sigue con tu vida, sigue adelante, sabes hacerlo mejor que nadie.
-         No es por él. – balbucí.
-         Sí, sí lo es. Le ves, y te cambian los ojos dos semanas.
     
No traté de contradecirla. Para qué. A una madre es casi imposible engañarla. Además, qué puñetas, es cierto. Maldito Ross. Pero también tiene razón en lo otro. Sé seguir adelante. Llevo años haciéndolo. No tengo más remedio. Y aunque el guapérrimo sea demasiado perfecto, todo el mundo merece una oportunidad. Aunque sea para descubrir su defecto oculto. Así que le daré una cita ahora que ha pasado san Valentín y toda su puta parafernalia.

9 comentarios:

  1. Muero con el "¿y le gustas a ese chico?" jajaja tu madre es la leche xD
    Estoy de sorteo!!!

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  2. Y yo me emociono como si de una peli se tratara y quiero saber el desenlace, lo siento acabo de descubrir mi lado cotilla, xD. Esperemos q el guapérrimo tenga defectos pero mínimos, sólo el punto de malicia perfecto para q te guste...y q no la tenga pequeña,jajaja.

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  3. vamos a hacer un club de fans de tu madre xD
    Ya nos contarás que tal la futura cita con el chico tan guapo, tengo curiosidad de como será, ¿alguien famoso con el que le puedas comparar? para saciar mi vena cotilla ^^
    Besos!
    Pimiento

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  4. Claro que si, descubre sus trapos sucios, publícalos en el blog y humíllale públicamente, mwahahahaha!!!... NOOOOOOOOOOOO! A ver, Naar, si tan genial parece ser el chaval, dále una oportunidad, ni que sea para ver si-a-lo-mejor podéis ser amigos. Chica, por algo tienes que empezar, no? Qué es lo peor que pueda pasar? Que realmente sea perfecto y no sea tu tipo? Pues él se lo pierde!

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  5. Jajajaja. Mi madre me llega a decir eso y me echo a llorar... aunque mi madre también las tira bien, las cosas como son.

    Feliz cita de No San Valentín!!! Besos.

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  6. Con madres así, ¿para qué tener enemigos?

    Mientras descubres su lado oculta, procura disfrutarlo ;-)

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  7. Las madres son peligrosas y listas. Una gran combinación en las madres ajenas y a veces un suplicio en las propias.

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