A veces necesito hacer el bruto. Coger mi taladro y hacer
agujeros. Y pegar martillazos. Esas cosas poco femeninas que me hacen sentir
bien conmigo misma.
La otra tarde estaba un poco así como chof. Y llegué a la
conclusión de que lo que me animaría sería ponerme a mis bricomanías. Mi
taladro amado y yo, frente a frente. Además he comprado una broca enorme para
traspasar paredes y pasar un cabe del salón a la cocina y estoy loca por
usarlo. También quiero poner una cadenilla en la puerta para abrir sólo una
rendija en plan abuela. Y quiero colgar unos tiestos en la terraza. Total, que
tengo un montón de faena chula que hacer.
Pero he aquí mi frustración cuando fui a echar mano del
taladro y no estaba en su sitio. Ni en el suyo, ni en otro, porque lo bueno de
tener una casa minúscula es que por muy desordenado que seas, las cosas no van
muy lejos. Y empecé a hacer memoria. Y empecé a entrar en crisis de pánico.
Así que llamé a mi madre.
-
¿Oye, tienes tú el taladro?
-
¿Taladro? ¿qué taladro? – mi madre y su rapidez mental
-
El de trepanar cráneos, ¿tú qué crees? El taladro,
mamá, ¡¡el taladro!!
-
Hum… ¿el tuyo?
-
¡Sólo hay un taladro en la familia!
-
Hum… déjame que mire a ver.
Mientras mi madre rebuscaba entre sus trastos me empezó a
entrar un sudor frío por la espalda. La última vez que yo usé mi taladro fue el
verano pasado y luego mi madre me lo pidió para…
-
¿nena? Aquí no lo tengo, creo que me lo llevé a
Pueblodelsur. – exacto.
-
¿Y no se te ocurrió traerlo de nuevo?
-
Pues yo qué sé… como allí estamos de obras…
-
¡¡Pero no vais nunca!! Ay, mi taladro, mi querido
taladro allí tirado a merced de las arañas…
-
¿Y el tuyo?
-
¿el mío qué?
-
El taladro tuyo…
-
¡¡mamá!! Qué te repito que sólo hay un taladro, ¿oyes?
¡¡Uno!! o sea, ¡el mío! ese, ¡¡el que has dejado allí abandonado!!
-
¿Pero tú no tenías otro?
A veces creo que la mataría, en serio. Pero para ello
necesitaría mi taladro y lo tiene en el puto sur, donde no vamos nunca porque
la casa parece un solar de Kosovo.
Total, que mis planes bricomaníacos se vieron trágicamente
frustrados por tiempo indefinido. Y por no echarme a llorar desconsoladamente
en una esquina echando de menos a mi amado taladro, me puse a hacer un
bizcocho. Así de extremista que es una. Eso, y que tenía unos plátanos pochos
ahí mirándome con cara de pena. Así que me planté mi delantal, cogí mi batidora
y puse a calentar mi horno… toda mona y amita de mi casa yo.
Bueno, pues el puto bizcocho se quemó. Me cago en mi vida. Si
es que nunca he estado en contacto con mi lado femenino. Yo quiero mi taladro
para hacer el borrico, no valgo para ser una mujer decente que hace pasteles.
Conclusión de la semana: no puedo hacer el marimacho que
siempre me ha gustado ser porque mi taladro está secuestrado a cientos de kilómetros.
No puedo ser una mujer femenina, delicada y decente porque tendría que nacer de
nuevo. Parece que ser humano es demasiado difícil. Para otra vida quiero ser
una pelusa de las que vive tan tranquila debajo de mi cama. Hala.
Con lo garrula que soy yo, pa ponerme con un taladro... si casi no puedo con el porque pesa mucho xDDDD
ResponderEliminarPrefiero hacer lo del bizcocho aunque tampoco se me de muy bien que digamos, no sirvo ni como mujer ni como hombre ni na de na, me parece que me voy a copiar de tí y para mi cumple me pido ser pelusa ^^
Tomate
xDDDD... bueno, a ti se te queman los bizcochos y a mi no me suben la magdalenas. Vamos a la par. Y la culpa? De los plátanos, porque con ellos no se puede taladrar paredes. Con lo feliz que es una montando muebles del IKEA o embadurnándose las manos de tierra y cambiando las plantas de sitio... eso me recuerda que tengo que trasplantar la planta de incienso y los áloe. Vaya, qué cosas.
ResponderEliminarPelusa? Nah, que va. Mejor viento... y que me lleven.
Jajaja!! Lo podemos titular "Vida y milagros de un taladro" xD En mi caso la repostería se me da bastante bien y como nunca he hecho bricolaje así extremo, pues no sé qué tal se me da :P
ResponderEliminarBss
A mí se me da mejor el bricolaje que cocinar. No sé qué me pasa últimamente que me pongo con una receta y SIEMPRE la cago en algo y acaba quedando comestible pero no apetitoso.
ResponderEliminarPues muy mal lo de dejarte sin taladro, pídele a algún colega el suyo y ponte con las chapucillas, que queda una toda orgullosa cuando las acaba.
Mis experiencias con los bizcochos tampoco han sido muy buenas...
ResponderEliminarAy, pobrecita ella, sin su taladro... A mí no me da ni por el bricolaje ni por la cocina. Conclusión, no soy ni masculina ni femenina. Soy un ser andrógino de lo más inútil. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarA las malas siempre podrás echar mano de un martillo, una broca y rabia contenida. El trabajo no será igual de limpio pero bueno... una vez que terminas puedes decir con orgullo que has derrotado a la pared con tus manos desnudas!
ResponderEliminarBesos!!
Hay gente malvada en el mundo, luego están las madres que "donan" nuestros objetos más preciados sin previo aviso. Tú no te preocupes, que el taladro pródigo volverá de una manera u otra. A mí casi que me ha dado más coraje lo del bizcocho. Es que tengo un trauma con esas cosas, porque siempre se me queman, o se desinflan al sacarlos del horno, o están medio crudos. Vamos, que al final siempre termino comprándolo en el Mercadona.
ResponderEliminarMe encantáis, tú y tus instintos de machorra. Un besazo.
jajjajjajajajajjajajaj. pero como se me había saltado este post por completo!!!!!!!!! lo que me he podido reír! te tienes que hacer con una picadora.. que así matas de un tiro tu lado marimacho unido al femenino....
ResponderEliminarjajajjajaa... andaaaaaaaaaaaaa.. todo esto es una señal para que te tomes unas vacaciones y te vayas al surrrr!!!!!
un besooo!!