Hace cosa de un millón de años, os
hablé del momento sexy del día. Fue una de las muchas mongoladas
que me inventé para salir adelante, para sonreír, para sentirme un
poco guapa, un poco atractiva, un poco especial. Lo necesitaba
imperiosamente después de cuatro años de machaque de mi autoestima,
de escuchar que estaba demasiado delgada o demasiado blanca o que
tenía las piernas gordas o los tobillos feos. Resulta desgastante no
sólo no encontrar nunca una palabra amable, si no tener que escuchar
impertinencias de tu pareja o de su familia.
Así que cuando por fin el
desequilibrado se fue, yo me miré al espejo y no supe qué veía. No
era la que él decía, pero desde luego tampoco era la que yo
recordaba. Sin embargo me empeñé en descubrirlo. Total, lo había
perdido todo, no tenía nada mejor que hacer.
Hoy estaba en la ducha cantando y
bailando. No porque tuviera que sentirme sexy o recuperar una
autoestima que nadie me haya pisado si no porque me apetecía. Porque
estaba de buen rollo y me ha salido solo. De hecho, me he dado cuenta
de que lo estaba haciendo después de dos canciones.
Sé que tengo mis días malos, como
todo el mundo, supongo. Tengo mis problemas, mis miedos y mis rachas
de querer bajarme del mundo. Me asusto, lloro, tiemblo y me cabreo.
Sobre todo me cabreo, porque tengo muy mala leche. Pero luego se me
pasa. Pronto, generalmente. Porque yo, que conozco el fondo del pozo,
me niego a volver a hundirme tanto. Me dejé las uñas saliendo y
ahora que las tengo tan monas no voy a volver a caer tan profundo.
El caso es que mientras bailaba y
cantaba y me reía sola me he acordado de lo que más me dolió de
todas las cosas feas que me dijo el desequilibrado en esos años:
“eres triste y oscura por naturaleza”. Qué poco me conocías,
desgraciado. Yo soy torpe, me tropiezo, me caigo, grito y pataleo.
Pero no soy triste, no soy oscura. Estaba triste porque tú me hacías
infeliz. Y era oscura porque tú me tapabas el sol. Pero eras tú, no
yo.
Me he acordado de cuando el viaje a
Polonia visité Auswitch. Había miles de fotos en la pared de los
prisioneros y prisioneras que estuvieron allí. La mayor parte
murieron. Les despojaron de sus casas, sus ropas, sus bienes, les
separaron de sus familias, les raparon el pelo. Curiosamente, una
gran parte sonreían a la cámara en la que fue, posiblemente, su
última foto. Con dos cojones. No había más que mirar esas fotos
para sentir un escalofrío. Era la viva imagen de un extraño
triunfo. Gente condenada a muerte, a la que han arrancado de cuajo
todo y que sin embargo desafía al mundo. Cierto que algunas se veían
un tanto forzadas, tratando de sonreír para parecer más sanos o más
fuertes y quizás, escapar de la muerte un día más. Pero la mayoría
era un acto de valor, de libertad, de exhibir la última de sus
posesiones que nadie podría quitarles. No lo creería si no lo
hubiera visto con mis propios ojos. No olvidaré nunca aquellas
expresiones. Me enseñaron mucho, me llegaron hondo. Si hay quien fue
capaz de sonreír en Auswitch, por mí se pueden ir a la mierda todos
esos lánguidos y tristones de la vida que se regodean en sus
dramitas absurdos como actitud frente a todo, como pose ante la vida.
Por eso cuando el desequilibrado se
fue, me empeñé en encontrarme. Porque dijera lo que dijera, yo no
era triste ni oscura. Yo me recordaba alegre, risueña y capaz de
bailar bajo la lluvia. Al principio me costó, claro. Pero ahora me
sale solo. Porque las circunstancias a veces son jodidas, pero la
actitud con la que nos enfrentamos a ellas es decisión nuestra.
Quizás ese segundo en el que decidas sonreír ante la muerte le
pegue una lección a una pava setentaytantos años después. Quizás
esos días de mierda en los que bailé y canté en la ducha a pesar
de querer desaparecer de la faz de la tierra me fortalecieran para
ser hoy quien soy. Para sentirme guapa porque sí, sin que nadie me
lo diga. O para al día siguiente sentirme un coco malayo y que me
importe un pito. Para no ser triste ni oscura nunca más.
Sabéis que no soy de dar consejos
porque no me considero lo bastante lista, pero por esta vez hacedme
caso: cantad, bailad, sonreíd. Sentíos sexys y maravillosas. Que
nadie os quite la luz que tenéis.
Si no tuviese un gato tumbado entre el teclado y yo ahora mismo, te aplaudiría muy fuerte.
ResponderEliminarNadie tiene el poder de oscurecernos a menos que se lo demos, y me alegro mucho de que salieras de ahí.
Ay me has recordado a mi propio desequilibrado. Están todos cortados por el mismo patrón. No te diré como me insultaba, no hace falta, pero sí que me decía: siempre estás triste y amargada!! Parece que le esté oyendo... No se dan cuenta de que ellos son el motivo??!! Enhorabuena por haber salido de esa mierda. Y también por todo el trabajo de recuperación de la autoestima, sé lo que es y tiene mucho mérito.
ResponderEliminarBesos!
Gracias por este post. Veo que muchas hemos estado en el mismo sitio :-)
ResponderEliminarQué buen rollo mañanero. ¡Di que sí! Luz y alegría para todos :)
ResponderEliminarEs un consejo tan bueno que te aplaudo desde aquí. Nadie nunca, jamás, debe arrancarnos lo que somos. Y, sobre todo, nunca debemos consentirlo. Porque cada uno de nosotros es único y si alguien no lo aprecia siempre habrá montones de personas dispuestas a apreciarlo. Que no nos roben la sonrisa. Un besote!!!
ResponderEliminarA la gente tóxica cuanto más lejos mejor, y los que "tapan la luz" y los que hacen de todo un drama, los primeros. Lástima que uno no siempre se de cuenta de que esos bichos son cómo son hasta que es demasiado tarde.
ResponderEliminarCon los años me he ido deshaciendo de todos esos elementos, y es lo mejor que he podido hacer.
Muy buena entrada :)
Por cierto, este lector en la sombra ha vuelto, aunque sea de forma puntual :o
Tu oscura?, venga ya!. Menudo truño quitaste de tu vida amiga, menudo truño.
ResponderEliminarUn beso
Me ha encantado esta entrada, :). Buenas vibraciones que me llevo, necesito unas poquitas.
ResponderEliminarUn saludo.
No sé cómo he llegado hasta aquí, pero me ha encantado leerte. Me alegro de que no consiguieran apagar tu luz. Estupendo consejo. Saludos.
ResponderEliminarEres una campeona, guapa. Da gusto leerte. Esa experiencia que has pasado te habrá inmunizado contra ese tipo de gentuza, que hay que ser muy joputa para decir eso a tu pareja. Un besazo, guapa.
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