No sé si a vosotros os pasará o si
será un problema mío que nací para delincuente pero luego me dio
pereza y pues ya tal. Cada vez que se me acerca la poli, cada vez que
voy conduciendo y veo unas luces azules, cada vez que hay una
patrulla por mi barrio, cada jodida vez que veo un policía me tenso.
Pero mucho. Me pongo más tensa que Doraemon pasando por el control
de aeropuertos cuando le piden que vacíe los bolsillos.
Y no sé por qué, la verdad, se supone
que no soy una tía peligrosa ni hago cosas chungas. Pero oye, no lo
puedo evitar. Igual es que mi barrio imprime carácter y eso de
crecer al grito de “agua, agua” me dejó marcada de por vida.
De hecho el único poli que no me pone
nerviosa es mi amigo y porque sólo le he visto de uniforme una vez.
Si le viera de uniforme a menudo no sería mi amigo. Y una de dos, o
me pondría nerviosa y me escabulliría de él o le diría aquello de
que he sido una niña mala y que me cacheé a ver si encuentra algo
por lo que detenerme. Y entonces me resistiría y él tendría que
hacer uso de la fuerza policial y... me estoy desviando.
El caso es que hoy iba conduciendo a
casa de Prima Amai par dar de comer a los mininos y a las jerbas, que
me lo pidió mientras ella y el Vasco estaban de vacaciones. Yo
recién salida de pilates, con mis chachipintas de deportista que no
se cree nadie y la música a todo volumen.
Entonces me doy de morros con un par de
coches de la policía nacional en la calle a la que acabo de entrar y
por la que no tengo escapatoria. Por que es otra cosa que me pasa con
la policía, que su presencia me incita a huir, esconderme o tratar
de disimular. De verdad que debo ser una versión fina del vaquilla.
Pero freno y trato de no hacer nada raro. De fondo Extremo sigue a lo
suyo “... me inventé mil manera de perder la cabeza, es más
sencillo así.” Bueno, podría haber estado escuchando algo más
comprometedor.
El señor policía se acerca a mi
ventanilla y quito la música. Le miro y me prometo a mí misma que
pensaré las cosas antes de abrir la boca porque suelo decir las
cosas sin pensar y la experiencia me dice que los polis no suelen
tener demasiado sentido del humor.
- Buenas tardes señorita.
- Buenas tardes... - ¿Madero? ¿Nacio? ¿Pitufo? ¿Puto poli? Hummm... - agente.
- ¿Dónde va usted?
A atracar un banco. No. A matar un par
de viejas y quedarme sus joyas. No. A hacer un ritual satánico con
sacrificio humano incluido. No.
- A casa de mi prima a dar de comer a sus gatos. Y a las dos jerbas.
El policía me mira y levanta una ceja.
Yo me agarro al volante con tanta fuerza que lo voy a doblar. No
digas nada incoherente, no hagas bromas, no le preguntes si los
pantalones se quitan con velcro como los de los stripper. Y sobre
todo no grites “mucha policía, poca diversión”.
- Ah, claro. ¿y dónde vive su prima?
- En Plazatal.
- ¿Y va usted por aquí a Plazatal? ¿De dónde viene?
De atracar un banco, de matar viejas,
de robar joyas, de hacer rituales satánicos...
- De hacer pilates.
- Señorita, le pregunto de qué lugar viene.
- Del centro cultural de mi barrio, es que el pilates en gimnasio es carísimo.
El poli se levanta un poco la gorra y
me mira fijamente. Dios mío, ya la he cagado. Seguro. ¿llevo un
cadáver en el maletero? ¿Cuatro alijos de droga? ¿Tres inmigrantes
en los bajos? Mire, deténgame y terminamos antes.
- ¿Por qué viene por aquí para ir a Plazatal?
Porque en este barrio venden el mejor
costo de Madrid. No. Porque tengo controlado un cajero en un rincón
oscuro y sin cámara de seguridad. No. Porque les debo pasta a unos
sicarios y me están buscando, así que atajo por sitios raros. No.
- Porque vivo ahí detrás.
- Ya. ¿Y dónde dice que va?
- A Plazatal.
- ¿Y a qué?
- A dar de comer a los gatos de Prima. Y a las dos jerbas.
- Ya, comprendo.
No sé por qué, pero a la tercera vez
que me lo ha hecho repetir, me sonaba fatal hasta a mí. Parecía la
típica excusa de mierda que pones cuando vas a matar a alguien y
llevas el maletero lleno de herramientas de muerte y destrucción
asegurada.
- ¿Me permite ver su documentación?
- ¿Los papeles del coche? - sudores fríos. Seguro que no los encuentro, seguro que llevo algo caducado, seguro que hay un machete malayo en la guantera.
- No, sólo su carnet de conducir.
Se lo doy con desgana. Me quiero ir, me
quiero ir, mequieroiiiiiiir... el poli me mira el regazo. Llevo la
mochila en forma de saquito que uso para ir a pilates. Juraría que
sólo llevo la toalla, una botella de aquarius, la cartera y el
móvil, pero me siento como si fuera llena de droga dura.
- ¿Me permite ver su bolso?
¡¡La droga no es mía, se lo juro!!
Yo sólo llevaba una botella de aquarius y una cabeza de caballo para
metérsela en la cama a un tipo que me debe pasta por un asunto
que...
- Sí, claro.
El tipo mira un poco por dentro con
desgana y al final me la devuelve sin sacar nada. Me da también el
carnet. Me sonríe y yo siento que me deshidrato. Espero que la
botella siga ahí porque me estoy quedando pegada al asiento del
coche. Dios, cómo me suda el culo.
- Muy bien, continúe.
- ¿Me puedo ir?
- Sí, claro, vaya a dar de comer a los gatos. Y a las jerbas.
La verdad es que suena raro de cojones.
Soy yo la policía y me llevo a pasar la noche al talego, al trullo
a... a la mierda ¡¡Mucha policía, poca diversión!!
Jajaja yo debo de tener pinta de señora respetable, porque los miro tranquila y estirada y ellos hasta me dejan pasar al llevar carricoche xDDD
ResponderEliminarBesos
Eso es el efecto Extremoduro, si te llega a preguntar que escuchas no te salvas jaja
ResponderEliminarJajajajajajajaja ay dios lo que me he reído. Estas colgadísima!.
ResponderEliminarUn beso
Jajajajaja. La verdad es que la historia suena rara pero me gustaría saber por qué te pararon y a qué venía tanto interrogatorio. Tú no tienes pinta sospechosa. Para mí que quería ligar. Besotes!!!
ResponderEliminarcambiaste de ruta para volver a casa? x)
ResponderEliminarJajaja a mí me pasa lo mismo... Es verlos y me entran todos los males!
ResponderEliminarNo eres la única que le pasa. A mí la primera y última vez que me pararon fue hace unos meses (ya que llevo con coche ocho meses) justo en Navidades que venía de tomar café...el policía me dijo que metiera el coche a un lado para hacerme la prueba del alcohol...y yo novata, con mi L, le tuve que decir que no podía meterme...el policía se me quedó mirando en plan "a qué esperas" y ya de lo nerviosa que me puse se me nubló la vista, sudé como un pollo en el asador y, pobre del policía, me tuvo que apartar varios conos de esos para que pudiera meterme a un lado...¡qué vergüenza!
ResponderEliminarKiss
Me ha parecido un gilipollas el policía, acostumbrados a preguntar a uno e intentar ponerlo nervioso como si pudieran hacerte sentir que tienen algún mínimo poder sobre ti cuando vas por la calle que te da la gana a dar de comer a dos gatos (y las jerbas, que no sé lo que son pero ahora miro).
ResponderEliminarEsas tonterías de pedir el carnet y mirar el bolso... yo le iba a preguntar que porqué. Hala, que me lo justifique primero.
Oye, pues debe ser que a mí también me tensan los policías..
jajajajajjajajajajaj no había podido leer la entrada porque no tenía internet y no puedo parar de reír... es bueníiiiiiiiiiiisimo!!!
ResponderEliminar