domingo, 9 de septiembre de 2018

El vestido del buen rollo


Odio a Mr Wonderful con toda mi alma. Y no soy de las que cree demasiado en el destino, o en las conspiraciones del universo a tu favor o en tu contra. Ni siquiera creo en el el Karma o en la justicia o en nada de eso. A veces sí, a veces pasa algo y pienso “mira, menos mal, un poco de equilibrio en este mundo caótico”. Pero sólo a veces. Por lo general creo que somos infraseres que vagamos por la total inmensidad sin dejar demasiada huella, sin trascendencia real. Ni quiera la gente importante. Newton descubrió la gravedad. Mira, no. La gravedad estaba ahí de antes. La gente no se ataba a la cama por miedo a salir volando en mitad de la noche. Y aunque no la hubiera descubierto, ¿qué? ¿habría cambiado algo? ¿le importó acaso al universo que el señor Newton se llevara un manzanazo en la cabeza y le diera la inspiración?
No sé si me explico o me estoy enrollando.
El caso es que no soy muy creyente de el buenrollismo y el que los buenos pensamientos atraen cosas buenas y tal. Hasta que me pasa. Y entonces de repente, me lo creo a pies juntillas.
Por ejemplo, tengo un vestido con buen karma. De todos los montones de vestidos largos para bodas que tengo, es mi favorito. Y no es el que me gustaba más al principio, ni el que es más mi estilo. No tiene nada de especial, salvo que es el buen rollo hecho vestido. Cada vez que me lo pongo, todo sale bien y me divierto muchísimo más de lo normal.
He dicho muchas veces que me aburro en las bodas. No me gustan y me aburro. Me aburro, me aburro, me aburro mucho. Son ya unas cuantas bodas a las que he ido y todas han sido aburridas, muy aburridas, sumamente aburridas y algunas, bastante tediosas. Sólo dos han mandado a la mierda esa norma y han sido una buena juerga. De esas que cuando cierran el bar y te echan, te vas pensando que si no te dolieran tanto los pies, te bailabas otra. Las dos únicas bodas en las que he aguantado hasta que ha terminado la música y nos han dado una patada en el culo. Y en ambas, llevaba el vestido.
EL vestido. Lo estrené en la boda una compañera de trabajo hace siete años. Me lo pasé estupendamente. Y ya que me sigue valiendo, pues decidí ponérmelo en la boda de Lili la semana pasada. Y no me lo pude pasar mejor. Quitando la ceremonia, que se me hizo un poco larga, fue la mejor boda en la que he estado en toda mi vida. Comí bien, me reí mucho, bailé hasta la extenuación... sé que ir con el Niño y con unas buenas amigas mejoró mucho la cosa, pero sigo creyendo que el vestido tuvo su parte de responsabilidad.
Ahora ya sólo me queda la boda de Reichel para este año. La lástima es que es una boda de mañana y no puedo ponerme el vestido de nuevo. Pero empiezo a valorar la posibilidad de que se convierta en mi vestido de bodas, deshacerme de los otros veinte vestidos largos que tengo y llevar este siempre.




4 comentarios:

  1. Joder es guapísimo! Y te sienta de muerte, aunque con ese tipín qué no te sentará bien.
    Yo lo tendría claro, si te va bien cada vez que te lo pones lo convertiría en vestido oficial de bodas.
    Por otro lado yo sí soy un poco pava y me mola Mr. Wonderful pero por la tontería más que por el buenrollismo. Tampoco creo que si piensas positivo te pasen cosas buenas, más que nada porque tengo dos dedos de frente y pensar así es bastante estúpido, lo que haya de pasar va a pasar por muy buen rollo que te gastes.
    Un besazo bombón

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  2. te queda genial el vestido! aunque tú estás guapa con cualquier cosa. yo que tú me lo pondría también en bodas de día, total... ;)
    a mí las bodas me dan mucha pereza. eso sí, luego una vez que estás allí te vas animando, lo que tú dices.
    yo desde luego no me voy a casar. :P
    besos!!

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  3. es ideal, le vas cambiando complementos y te lo pones en cada boda, por cierto tipazo!!!!!!!

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  4. Muy guapa!. Un vestido que atrae lo bueno vale oro.
    Un beso

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