A raíz de este post de Carol,
me he acordado de una historia que me pasó hace cosa de un año y medio o así.
Iba a contársela en el comentario, pero iba a quedar muy largo y me apetece que
la leáis todos los que vengáis por aquí.
El caso es que iba yo por el centro de Madrid, zona de
Callao, que es siempre un caos. Además, creo que había ido de compras navideñas
o a hacer algún encargo o cosa semejante, porque odio meterme en el tumulto sin
razón.
Cuando estaba pasando por la puerta del Fnac, tratando de
esquivar solidarios, me fijé en un chico que había por allí. Era un auténtico y
genuino perroflauta. Iba con una especia de cresta de colores, pantalones de
cuadros escoceses, botas militares, una sudadera y tocaba la flauta. Al lado
tenía un par de perros preciosos y con pinta de muy bien cuidados tumbados
plácidamente en una manta. El chaval era bastante guapete, sólo le hacía falta
un buen baño con jabón y un buen estropajo. Pero lo que me llamó la atención
poderosamente es que tenía una rata en el hombro. Una enorme rata blanca y
marrón.
No pude evitar sonreír. Yo, que soy de risa y de sonrisa
fácil y que los animales me pueden. El chico se dio cuenta y me sonrió también.
Tenía una gorra en el suelo para ver si caía alguna moneda, pero la gente no
parecía muy predispuesta a dar dinero al chaval con pintas raras y una rata
correteándole por encima. Creo que se dio cuenta de que no sería difícil
sacarme algún eurillo al verme sonreír. Por desgracia, yo iba pelada de pasta
como de costumbre, pero aún así cuando se me acercó ni lo dudé.
-
Si me dejas tocar a la rata te doy todo lo suelto que
llevo.
El chico soltó una carcajada. Y se agachó porque era
tremendamente alto. Y yo cogí la rata en brazos más feliz que nadie. Porque sí,
porque soy una loca. Porque igual no me fijo en los niños, porque no me suelen
hacer gracia los perros canijos esos que llevan las pijas y porque igual me
ponen en un compromiso si tengo que coger a un recién nacido porque no se
hacerlo, pero me comería a besos a una rata. Así me luce el pelo en la vida,
claro. La rata, por cierto, era enorme. Pero enorme, debía pesar sus tres o
cuatro kilos tranquilamente. Era como un conejo de grande, en serio. Y tenía el
pelo blanco con manchas marrones y el rabo muy largo. Era preciosa. El chaval
me miraba como si le hiciera gracia verme achuchando al animalejo y al final me
contó la historia de la rata, que parecía tan contenta de estar en mis brazos.
-
La salvé de un laboratorio, iban a experimentar con
ella, pero nos colamos y nos llevamos todos los animales que pudimos. – me
dijo. – A la gente le dan asco las ratas, pero son un animal muy majo. Yo a
esta la llevo a todas partes. Y la quiero un huevo, en serio. Además se porta
genial con los perros.
-
Me encantan las ratas. – dije yo acariciándola.
-
Se nota, no suele fiarse así de la gente, pero está a
gusto contigo.
Devolví la rata al hombro del chico y ella le olisqueó el
cuello y la oreja como diciendo “este sí es mi dueño”. Le rasqué un poco la
cabeza a uno de los chuchos que se había acercado, entre curioso y celoso
mientras el chico me decía que casi todo lo que sacaba era para cuidar a sus
animales, que para él eran lo más grande. Y luego, me sonrió y añadió.
-
Tía, no hace falta que me des nada. Sólo con ver que
hay gente que le molan los animales, que hay tías que no les dan asco las ratas
y que no has tenido miedo de acercarse a mí, ya me doy por servido.
Yo me reí y le di casi todo el dinero que llevaba, que no era
mucho tampoco. Aunque el chico me dijera que no hacía falta, se lo dí y le pedí
que siguiera cuidando de los perros y de la rata, cosa que me aseguró que
haría. Sólo me quedé unas monedas para comprarme el pan. Y me quedé tan a
gusto. Porque sí soy yo. La que le enviaría las naranjas a los monos. La que
coge una rata en brazos. La que cuida de todos los bichos que se acercan a mí.
La que no tiene miedo de acercarse a un punki con imperdibles en las orejas
pero desconfía de los tipos trajeados. Y es de las pocas cosas de mí que
realmente me gustan. De las que no cambiaría por nada del mundo. De las que me
siento orgullosa. Soy así de rara. Y me mola mogollón serlo.
Yo contigo, las ratas son muy monas!
ResponderEliminarvale.. me voy a imaginar a cualquier otro animal.. y así no desespero... lo cual no quita para que piense que te tienes que sentir orgullosa.. porque todos esos que no mandan las naranjas a los monos van vestidos de traje.. y realmente, me merece la pena alguien que lucha por lo que quiere.. en vez de alguien que su alrededor.. aunque se trate de una rata ;) le pase desapercibido...
ResponderEliminarasí que sí apoyo ratas, monos y punk
Qué mona la ratita!!!
ResponderEliminarManda huevos que ese chico con ese corazón se vea pidiendo en la calle y... bueno, que el mundo está muy mal repartido.
Cuando estuve en Madrir ví en Sol un chico pidiendo que también tenía una rata. No era el mismo, este no tenía perros ni era punk. Estuve un rato enorme mirándole y cuando por fin fuí a darle un par de monedas y ya reuniera fuerza para decirle si me dejaba tocarla, se le puso a hablar una pareja, colapsé, y al final le dejé la moneda y me fuí. Me quedó una pena por no haberla acariciado...
ResponderEliminarEs curioso que conozco a mucha gente que le gustan los felinos y al mismo tiempo también los roedores. Yo me lo he estado pensando y quizás un día me anime a adoptar alguno (hay una prote llamada la madriguera especializados en roedores).
¿Sabes? Yo también estoy toda orgullosa de ti :)
Yo veo un ratón pequeño y me subo a lo alto de una mesa... asi que imagínate con una rata, pero bueno, si no muerde le daría un voto de confianza.
ResponderEliminarEstá visto que los que menos tienen son siempre los que tienen un corazón más grande!
Besos!!
Pimiento
Que ascazo!!! Un hamster pequeñito y peludo pues sí, pero ¿una rata? quita quita, el otro día vi en callejeros a uno que se la metía en la boca, a punto de potar estuve!! El chaval es genial pero yo le echaría las monedas con un tirachinas! xD
ResponderEliminarBesos sin bichos de por medio!
Tomate
Qué alegría que haya gente que cuide tanto de los animalitos... A mí tampoco me dan miedo ni asco las ratas (bueno, las de alcantarilla sí). Jajaja. Un besote!!!
ResponderEliminarMe encantan las ratas! Que penita me daban las que teníamos en las prácticas en la facultad...
ResponderEliminarMe encanta como eres Naar, siempre aprendes algo de la gente que es diferente a ti, pero si algún día voy contigo por la calle y aparece el chico de la rata, huiré despavorida, no vaya a ser que me obligues a acariciarla. Biquiños!
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