jueves, 28 de marzo de 2013

El chaval de la rata


A raíz de este post de Carol, me he acordado de una historia que me pasó hace cosa de un año y medio o así. Iba a contársela en el comentario, pero iba a quedar muy largo y me apetece que la leáis todos los que vengáis por aquí.
El caso es que iba yo por el centro de Madrid, zona de Callao, que es siempre un caos. Además, creo que había ido de compras navideñas o a hacer algún encargo o cosa semejante, porque odio meterme en el tumulto sin razón.
Cuando estaba pasando por la puerta del Fnac, tratando de esquivar solidarios, me fijé en un chico que había por allí. Era un auténtico y genuino perroflauta. Iba con una especia de cresta de colores, pantalones de cuadros escoceses, botas militares, una sudadera y tocaba la flauta. Al lado tenía un par de perros preciosos y con pinta de muy bien cuidados tumbados plácidamente en una manta. El chaval era bastante guapete, sólo le hacía falta un buen baño con jabón y un buen estropajo. Pero lo que me llamó la atención poderosamente es que tenía una rata en el hombro. Una enorme rata blanca y marrón.
No pude evitar sonreír. Yo, que soy de risa y de sonrisa fácil y que los animales me pueden. El chico se dio cuenta y me sonrió también. Tenía una gorra en el suelo para ver si caía alguna moneda, pero la gente no parecía muy predispuesta a dar dinero al chaval con pintas raras y una rata correteándole por encima. Creo que se dio cuenta de que no sería difícil sacarme algún eurillo al verme sonreír. Por desgracia, yo iba pelada de pasta como de costumbre, pero aún así cuando se me acercó ni lo dudé.

-         Si me dejas tocar a la rata te doy todo lo suelto que llevo.

El chico soltó una carcajada. Y se agachó porque era tremendamente alto. Y yo cogí la rata en brazos más feliz que nadie. Porque sí, porque soy una loca. Porque igual no me fijo en los niños, porque no me suelen hacer gracia los perros canijos esos que llevan las pijas y porque igual me ponen en un compromiso si tengo que coger a un recién nacido porque no se hacerlo, pero me comería a besos a una rata. Así me luce el pelo en la vida, claro. La rata, por cierto, era enorme. Pero enorme, debía pesar sus tres o cuatro kilos tranquilamente. Era como un conejo de grande, en serio. Y tenía el pelo blanco con manchas marrones y el rabo muy largo. Era preciosa. El chaval me miraba como si le hiciera gracia verme achuchando al animalejo y al final me contó la historia de la rata, que parecía tan contenta de estar en mis brazos.

-         La salvé de un laboratorio, iban a experimentar con ella, pero nos colamos y nos llevamos todos los animales que pudimos. – me dijo. – A la gente le dan asco las ratas, pero son un animal muy majo. Yo a esta la llevo a todas partes. Y la quiero un huevo, en serio. Además se porta genial con los perros.
-         Me encantan las ratas. – dije yo acariciándola.
-         Se nota, no suele fiarse así de la gente, pero está a gusto contigo.

Devolví la rata al hombro del chico y ella le olisqueó el cuello y la oreja como diciendo “este sí es mi dueño”. Le rasqué un poco la cabeza a uno de los chuchos que se había acercado, entre curioso y celoso mientras el chico me decía que casi todo lo que sacaba era para cuidar a sus animales, que para él eran lo más grande. Y luego, me sonrió y añadió.

-         Tía, no hace falta que me des nada. Sólo con ver que hay gente que le molan los animales, que hay tías que no les dan asco las ratas y que no has tenido miedo de acercarse a mí, ya me doy por servido.

Yo me reí y le di casi todo el dinero que llevaba, que no era mucho tampoco. Aunque el chico me dijera que no hacía falta, se lo dí y le pedí que siguiera cuidando de los perros y de la rata, cosa que me aseguró que haría. Sólo me quedé unas monedas para comprarme el pan. Y me quedé tan a gusto. Porque sí soy yo. La que le enviaría las naranjas a los monos. La que coge una rata en brazos. La que cuida de todos los bichos que se acercan a mí. La que no tiene miedo de acercarse a un punki con imperdibles en las orejas pero desconfía de los tipos trajeados. Y es de las pocas cosas de mí que realmente me gustan. De las que no cambiaría por nada del mundo. De las que me siento orgullosa. Soy así de rara. Y me mola mogollón serlo.

9 comentarios:

  1. vale.. me voy a imaginar a cualquier otro animal.. y así no desespero... lo cual no quita para que piense que te tienes que sentir orgullosa.. porque todos esos que no mandan las naranjas a los monos van vestidos de traje.. y realmente, me merece la pena alguien que lucha por lo que quiere.. en vez de alguien que su alrededor.. aunque se trate de una rata ;) le pase desapercibido...
    así que sí apoyo ratas, monos y punk

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  2. Qué mona la ratita!!!
    Manda huevos que ese chico con ese corazón se vea pidiendo en la calle y... bueno, que el mundo está muy mal repartido.

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  3. Cuando estuve en Madrir ví en Sol un chico pidiendo que también tenía una rata. No era el mismo, este no tenía perros ni era punk. Estuve un rato enorme mirándole y cuando por fin fuí a darle un par de monedas y ya reuniera fuerza para decirle si me dejaba tocarla, se le puso a hablar una pareja, colapsé, y al final le dejé la moneda y me fuí. Me quedó una pena por no haberla acariciado...

    Es curioso que conozco a mucha gente que le gustan los felinos y al mismo tiempo también los roedores. Yo me lo he estado pensando y quizás un día me anime a adoptar alguno (hay una prote llamada la madriguera especializados en roedores).

    ¿Sabes? Yo también estoy toda orgullosa de ti :)

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  4. Yo veo un ratón pequeño y me subo a lo alto de una mesa... asi que imagínate con una rata, pero bueno, si no muerde le daría un voto de confianza.
    Está visto que los que menos tienen son siempre los que tienen un corazón más grande!
    Besos!!
    Pimiento

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  5. Que ascazo!!! Un hamster pequeñito y peludo pues sí, pero ¿una rata? quita quita, el otro día vi en callejeros a uno que se la metía en la boca, a punto de potar estuve!! El chaval es genial pero yo le echaría las monedas con un tirachinas! xD
    Besos sin bichos de por medio!
    Tomate

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  6. Qué alegría que haya gente que cuide tanto de los animalitos... A mí tampoco me dan miedo ni asco las ratas (bueno, las de alcantarilla sí). Jajaja. Un besote!!!

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  7. Me encantan las ratas! Que penita me daban las que teníamos en las prácticas en la facultad...

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  8. Me encanta como eres Naar, siempre aprendes algo de la gente que es diferente a ti, pero si algún día voy contigo por la calle y aparece el chico de la rata, huiré despavorida, no vaya a ser que me obligues a acariciarla. Biquiños!

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