miércoles, 25 de abril de 2012

declaración de amor a una ciudad

Hay amores que surgen así como de la nada. De repente te ves un día sumido en un sentimiento abrasador que muchas veces se consume con la misma rapidez con la que surgió. Y hay otros que van despacio. Que empiezan como otra cosa. Como una amistad, como un cariño especial… o a veces incluso como cierta antipatía.
Lo mío con Madrid ha sido así. Ha sido poco a poco que he aprendido a quererla. Que he aprendido a apreciarla como es. Que me he dado cuenta que ya formo parte de ella y ella forma parte de mí.
Yo nací aquí. En un hospital en Chamberí. Hija de mujer de Madrid, hija a su vez de larga estirpe de gatas. Y llevo toda mi vida viviendo en el distrito de Latina. Aquí he sido niña, he ido al colegio, he aprendido a montar en bicicleta. Aquí fui adolescente. Empecé a salir por los bajos de Argüelles. Las primeras veces que fui con amigos a ver una película, fui a los cines de Gran Vía que ya no existen. Me llevaba a mis ligues a la tetería de la calle Huertas. Pasé años yendo cada viernes al café La Palma. Aquí me hice joven, fui a la universidad Complutense. Conocí el amor y a mis mejores amigos, entre Casa Paco y los pub de Alonso Martínez. Paseaba con el Ross por el centro en coche, por las noches eternas en las que no teníamos dónde ir. Descubrí al dueño de mis sábanas en una corrala de Lavapiés. Y siempre que paso por la calle Montera recuerdo su buhardilla cochambrosa y encantadora.
Y aquí sigo, viviendo en una ciudad que no sucumbe a las estaciones. Madrid siempre es igual, no importa que sea primavera, otoño o verano. Sólo en invierno se disfraza, llena de luces de colores que nos recuerdan que aquí, las navidades duran un mes entero. Siempre huele a asfalto, siempre hay gente en todas partes. Da igual que sean tiempos de bonanza o de crisis. Mi ciudad se pone guapa y se echa a la calle cada viernes y cada sábado. A llenar los bares. A inundar las calles de historias, de ruidos, de tacones que vuelven a casa de madrugada. Hay rincones en los que hace años que no hay un solo minuto de silencio. Madrid late a ambos lados del asfalto. Sus entrañas palpitan llenas de gente, en esas historias del metro. Y en las arterias de la m-30, con su circulación sanguínea de coches. Con sus pequeños infartos, atascos y accidentes cardiovasculares.
Debo reconocer, que como en toda relación larga, hemos tenido crisis. Malas rachas. Dudas. Épocas de no saber si quiere o se odia. Hubo un tiempo en el que lloraba cada vez que volvía a Madrid tras estar en el sur. Y en el que juraba que un día me marcharía lejos de aquí y no miraría atrás.
Pero ahora no sabría vivir en otro sitio. A veces me dan tentaciones. Ratos de querer huir. Pero luego me voy y lo echo de menos. Suspiro por mi aire contaminado, por mi asfalto, por mi ruido de tubos de escape y multitud de gente.
En fin, Madrid, Madrid, Madrid… no sé si en Méjico se piensa mucho en ti como dice la canción. Pero tras 29 años de vida en común, yo sí he aprendido a quererte tal y como eres. A pesar de los pesares. Y ya no sé vivir en sin ti. Y tampoco sé si de aquí al cielo. Aunque yo he encontrado mi cielo particular en medio de este caos.

8 comentarios:

  1. He estado unas cuantas veces, pero ninguna suficiente tiempo... mi objetivo de algún día será vivir allí aunque sea una temporada ^^
    Saludos!!

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  2. Ya sabes que Madrid es uno de los amores de mi vida. Cada vez que os leo a alguno hablar sobre él me dan casi hasta celos y todo. Adoro las calles, el ambiente, lo que siento cuando estoy en Madrid. Lo echo de menos constantemente y se que si un día me cambian los vientos volveré a vivir allí.
    (Te debo mail del otro día, no he tenido tiempo de nada...)
    Besotes. Y da otro a Madrid en cualquier esquina, de mi parte.

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  3. Lo mío con Madrid es una relación de amor-odio. Cuando volví de Montevideo, estuve cinco años viviendo en Guadarrama y aprendí a querer mi pueblecito, su tranquilidad, su aire limpio. Llevo, ahora, casi otros tantos viviendo en la capi y me enamora que todo esté cerca, que haya de todo, pero me da un poco de miedo a pesar de todo. No consigo sentirme segura aquí. Imagino que, en algún momento, me plantearé irme de aquí y venir sólo de visita, que es cuando realmente disfruto de la urbe. Un besote.

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  4. Madrid nunca duerme. Siempre te devuelve lo que tú le das. Una ciudad maravillosa sin duda.

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  6. Ay! cómo me ha gustado recordar el Madrid ese que cuentas. Cuántas veces habré pasado por Alonso Martínez para ir a casa de mi amor en Monte Ezsquinza y tomado cervezas en la cervecería de Santa Bárbara.
    Y Carretas, Montera, Santa Lucía y el Retiro, la cuesta Moyano... lo echo de menos, pero sólo a veces.
    Saludos!

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  7. Preciosa entrada, Naar. Con mucho sentimiento y amor. Me ha encantado. Sólo he estado cuatro veces en Madrid, pero noté algunas cosas de las que dices, y me gusta mucho como ciudad, como capital y como símbolo y Meca de muchas cosas. Muchas veces he deseado vivir allí. El futuro dirá..

    Saludos!

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  8. No hay como apreciar aquello en lo que has crecido, has amado, has llorado y has reído. Biquiños!

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